La estrella es suya. Nadie se la va a quitar de la camiseta pese a la abultada derrota frente a Holanda del pasado viernes. Asimismo, es mejor perder el partido inaugural de un Mundial que la final, por mucho que duela o que los tulipanes intenten sacar pecho en estos momentos. Y no menos cierto es que si David Silva hubiera puesto el 2-0 en el luminoso, el panorama tendría diferentes matices.
Eso sí, dicho esto, es el momento de reaccionar. Y es que la situación es la que es y no hay que darle más vueltas. Si la selección española no saca lo tres puntos contra Chile, tendrá todas las papeletas para quedar eliminada de la cita mundialista y volverse a la península ibérica más pronto que tarde.
Claro que, por muy peliagudo que sea el jeroglífico en el que se hallan, tampoco es el instante de pensar que al final del túnel todavía no existe una salida, aunque sólo sea un resquicio. Al fin y al cabo, la medicina es tan simple como una victoria. Con ella, la afición volvería a subirse al carro, y los rivales empezarían a dejar de tenerlas todas consigo.
La pelota y la senda del camino están en el tejado de Del Bosque. Es él quien debe decidir cómo y con qué jugadores afrontar la situación. Si vuelve a confiar en los mismos hombres que le dejaron en paños menores frente a Holanda, su crédito como seleccionador estará muy próximo a agotarse. Sin embargo, si le da la alternativa a los Koke, Javi Martínez, Cazorla y compañía, siempre podrá escudarse en que ninguno de los 23 que convocó estuvo a la altura de lo que se les presuponía.
España todavía está a tiempo. Y es que este Mundial de Brasil es, como la vida, un estado de ánimo. En sus manos está cambiarlo. Si España es España, no habrá chileno que la pare. La respuesta, esta noche. Hasta entonces, hagan sus cábalas.
Eso sí, dicho esto, es el momento de reaccionar. Y es que la situación es la que es y no hay que darle más vueltas. Si la selección española no saca lo tres puntos contra Chile, tendrá todas las papeletas para quedar eliminada de la cita mundialista y volverse a la península ibérica más pronto que tarde.
Claro que, por muy peliagudo que sea el jeroglífico en el que se hallan, tampoco es el instante de pensar que al final del túnel todavía no existe una salida, aunque sólo sea un resquicio. Al fin y al cabo, la medicina es tan simple como una victoria. Con ella, la afición volvería a subirse al carro, y los rivales empezarían a dejar de tenerlas todas consigo.
La pelota y la senda del camino están en el tejado de Del Bosque. Es él quien debe decidir cómo y con qué jugadores afrontar la situación. Si vuelve a confiar en los mismos hombres que le dejaron en paños menores frente a Holanda, su crédito como seleccionador estará muy próximo a agotarse. Sin embargo, si le da la alternativa a los Koke, Javi Martínez, Cazorla y compañía, siempre podrá escudarse en que ninguno de los 23 que convocó estuvo a la altura de lo que se les presuponía.
España todavía está a tiempo. Y es que este Mundial de Brasil es, como la vida, un estado de ánimo. En sus manos está cambiarlo. Si España es España, no habrá chileno que la pare. La respuesta, esta noche. Hasta entonces, hagan sus cábalas.