Los besos aéreos de la madre de Letizia a sus nietas, Leonor y Sofía
Paloma Rocasolano tiene con sus nietas una complicidad absoluta. Se nota que la princesa Leonor y la infanta Sofía reciben mucho cariño de su abuela materna. Y que esa familiaridad se extiende a su bisabuelo, que hoy no ha podido reprimir un saludo con la mano a sus bisnietas en cuanto las ha visto poner un pie en la tarima del hemiciclo. La sonrisa de felicidad de la pequeña Sofía al descubrir a su abuela en la tribuna de invitados, a la que ella ha respondido tirándole besitos en reconocimiento de lo bien que se estaba portando, lo decía todo.
Foto: Pilar Portero.
El control de la reina madre Sofía
Es habitual que la reina Sofía sea imperturbable, siempre con la sonrisa oficial puesta. Pero la madre del nuevo rey hoy se ha emocionado, al menos una gota. Algo que en una mujer de educación germánica ya es mucho. Su hijo ha sido capaz de contagiarle cuando se le ha quebrado la voz en dos ocasiones durante el discurso, al acordarse de su padre y al loar su papel como reina y madre. Con todo, la actitud emocionada pero contenida de la reina Sofía y la infanta Elena aplicadas y centradas en proteger sus sentimientos, contrastaba con la naturalidad de la familia Rocasolano.
Foto: EFE.
Los nervios de Letizia
Las manos de la nueva reina han sido la expresión más clara de su estado interior durante el acto de proclamación. Perfecta y resplandeciente, tratando de reproducir la gelidez de su suegra, solo la intranquilidad de sus manos la delataba. Se atusaba el bajo del vestido, las colocaba sobre el clutch que se apoyaba sobre sus rodillas, las pasaba al regazo y las apretaba con fuerza para relajarlas en cuanto se percataba de la tensión que traslucía.
Foto: Sergio Barrenechea/EFE.
La soledad de los expresidentes
Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero sentados juntos era como viajar al pasado en un vistazo. Parecían fuera de este mundo, como si se hubiesen apeado hace muchísimo tiempo o no fueran capaces de seguir el ritmo de los acontecimientos. Desde sus escaños, dos hombres claves de la historia política de este país, Alfonso Guerra y José Enrique Serrano, jefe de Gabinete tanto de Felipe como de Zapatero, comentaban animados la elocuente estampa.
Foto: J. J. Guillén/EFE.
El afán de protagonismo de Artur Mas, Iñigo Urkullu y Alberto Núñez Feijoó
Durante más de 15 minutos han estado posando, en modo que parezca que estamos charlando de asuntos trascendentales aunque lo que estamos es repasando la debacle del mundial. De pie, sin taparse los unos a los otros para salir todos en la foto, daban cierta risa aprovechando el minuto de gloria, pues para destacar entre tanta autoridad y estamento, había que trabajárselo. La más lista ha sido Susana Díaz, presidenta andaluza, que en lugar de sumarse al grupo, se ha sentado, aunque igual es que le hacían daño los zapatos.
Foto: Alberto Martín/EFE.
La fiebre adolescente de diputados e invitados por hacerse fotos con la corona al fondo
Como si estuvieran en el concierto de One Direction, la de miles de fotos que los iPhones que proporciona el Congreso a los diputados habrán registrado hoy. No había agencia de prensa capaz de superarlos. Los escaños, minutos antes de la llegada de los reyes, registraban una febril actividad gráfica. Unos posaban con la enorme corona al fondo, con el estrado engalanado o sencillamente con los trajes elegidos para enseñar a sus nietos la instantánea de que vivió un momento histórico. Hasta las diputadas socialistas que estuvieron a punto de usar una fórmula ad hoc para ratificar el decreto de abdicación que demostrara su republicanismo parecían fans entregadas de Felipe VI.
La sonrisa de qué peso me he quitado de encima de Felipe al terminar el discurso
Si algo ha resultado sincero en la coronación junto al cariño entre la abuela Rocasolano y sus nietas, ha sido la incontenible satisfacción de Felipe VI al terminar el discurso. Su alegría era tal que casi se olvida de besar a su mujer, tal y como estaba coreografiado. Ha sido un instante de duda, en el que Letizia no sabía si tomar la iniciativa, aunque finalmente el rey ha rubricado su compromiso público con un beso, para que no quepa duda de que el amor es una cuestión de Estado.
Foto: Paco Campos/EFE.
Paloma Rocasolano tiene con sus nietas una complicidad absoluta. Se nota que la princesa Leonor y la infanta Sofía reciben mucho cariño de su abuela materna. Y que esa familiaridad se extiende a su bisabuelo, que hoy no ha podido reprimir un saludo con la mano a sus bisnietas en cuanto las ha visto poner un pie en la tarima del hemiciclo. La sonrisa de felicidad de la pequeña Sofía al descubrir a su abuela en la tribuna de invitados, a la que ella ha respondido tirándole besitos en reconocimiento de lo bien que se estaba portando, lo decía todo.
Foto: Pilar Portero.
El control de la reina madre Sofía
Es habitual que la reina Sofía sea imperturbable, siempre con la sonrisa oficial puesta. Pero la madre del nuevo rey hoy se ha emocionado, al menos una gota. Algo que en una mujer de educación germánica ya es mucho. Su hijo ha sido capaz de contagiarle cuando se le ha quebrado la voz en dos ocasiones durante el discurso, al acordarse de su padre y al loar su papel como reina y madre. Con todo, la actitud emocionada pero contenida de la reina Sofía y la infanta Elena aplicadas y centradas en proteger sus sentimientos, contrastaba con la naturalidad de la familia Rocasolano.
Foto: EFE.
Los nervios de Letizia
Las manos de la nueva reina han sido la expresión más clara de su estado interior durante el acto de proclamación. Perfecta y resplandeciente, tratando de reproducir la gelidez de su suegra, solo la intranquilidad de sus manos la delataba. Se atusaba el bajo del vestido, las colocaba sobre el clutch que se apoyaba sobre sus rodillas, las pasaba al regazo y las apretaba con fuerza para relajarlas en cuanto se percataba de la tensión que traslucía.
Foto: Sergio Barrenechea/EFE.
La soledad de los expresidentes
Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero sentados juntos era como viajar al pasado en un vistazo. Parecían fuera de este mundo, como si se hubiesen apeado hace muchísimo tiempo o no fueran capaces de seguir el ritmo de los acontecimientos. Desde sus escaños, dos hombres claves de la historia política de este país, Alfonso Guerra y José Enrique Serrano, jefe de Gabinete tanto de Felipe como de Zapatero, comentaban animados la elocuente estampa.
Foto: J. J. Guillén/EFE.
El afán de protagonismo de Artur Mas, Iñigo Urkullu y Alberto Núñez Feijoó
Durante más de 15 minutos han estado posando, en modo que parezca que estamos charlando de asuntos trascendentales aunque lo que estamos es repasando la debacle del mundial. De pie, sin taparse los unos a los otros para salir todos en la foto, daban cierta risa aprovechando el minuto de gloria, pues para destacar entre tanta autoridad y estamento, había que trabajárselo. La más lista ha sido Susana Díaz, presidenta andaluza, que en lugar de sumarse al grupo, se ha sentado, aunque igual es que le hacían daño los zapatos.
Foto: Alberto Martín/EFE.
La fiebre adolescente de diputados e invitados por hacerse fotos con la corona al fondo
Como si estuvieran en el concierto de One Direction, la de miles de fotos que los iPhones que proporciona el Congreso a los diputados habrán registrado hoy. No había agencia de prensa capaz de superarlos. Los escaños, minutos antes de la llegada de los reyes, registraban una febril actividad gráfica. Unos posaban con la enorme corona al fondo, con el estrado engalanado o sencillamente con los trajes elegidos para enseñar a sus nietos la instantánea de que vivió un momento histórico. Hasta las diputadas socialistas que estuvieron a punto de usar una fórmula ad hoc para ratificar el decreto de abdicación que demostrara su republicanismo parecían fans entregadas de Felipe VI.
Día histórico que en palabras de nuestro Rey da comienzo a "una monarquía renovada para un tiempo nuevo" CÑT pic.twitter.com/S2O1ldyW9w
— Miguel Arias Cañete (@MAC_europa) junio 19, 2014
La sonrisa de qué peso me he quitado de encima de Felipe al terminar el discurso
Si algo ha resultado sincero en la coronación junto al cariño entre la abuela Rocasolano y sus nietas, ha sido la incontenible satisfacción de Felipe VI al terminar el discurso. Su alegría era tal que casi se olvida de besar a su mujer, tal y como estaba coreografiado. Ha sido un instante de duda, en el que Letizia no sabía si tomar la iniciativa, aunque finalmente el rey ha rubricado su compromiso público con un beso, para que no quepa duda de que el amor es una cuestión de Estado.
Foto: Paco Campos/EFE.
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