El madrileño se movió en Buenos Aires como empresario a pesar de haber llegado al país como gerente general para Aerolíneas Argentinas por el grupo Marsans. Sus negocios fueron un fracaso tras otro. No cumplió con su gran sueño de armar un multimedio y tener su propia aerolínea.
La condena a prisión de Antonio Mata y su exsocio Gerardo Díaz Ferrán, por defraudar al Estado español en la compra de Aerolíneas Argentinas, funcionó como una especie de cierre de lo que fue su malogrado paso por el Cono Sur.
Desembarcó en Buenos Aires hacia 2001 como presidente del comité ejecutivo de Aerolíneas Argentinas. Era la segunda oportunidad que tenían los gallegos (como se los llama a todos los españoles en Argentina) tras el estrepitoso fracaso de Iberia al frente de la aerolínea de bandera.
Su hiperactividad, carácter explosivo y particular visión de los negocios generaron una revolución para una empresa de tradición y ritmo estatal, al borde de la quiebra. Mata arrancó con el pie derecho. Entre 2002 y 2005 logró mostrar ganancias luego de cinco años consecutivos de pérdidas.
Sin embargo, los problemas empezaron cuando los números comenzaron a no cerrar. Aerolíneas Argentinas necesitaba mayores ingresos para cubrir los mayores costos por la suba del barril de petróleo y los incrementos salariales. Ante las reiteradas negativas del Gobierno a un aumento en las tarifas de cabotaje, Mata tomó el camino equivocado para convencer al kirchnerismo de algo. En varios reportajes en diarios, declaró: "Sin tarifas, vamos al fracaso", fue la frase que repitió y repitió.
Allí nacieron las primeras tensiones con el secretario de Transporte, Ricardo Jaime, y en consecuencia con el por entonces presidente Néstor Kirchner, que reiteradas veces dijeron que no con el argumento de mantener la inflación controlada.
Además, Mata intentó terminar con algunos de los que consideraba privilegios de los empleados de Aerolíneas Argentinas. No lo logró y se le abrió un frente de conflicto que no tuvo marcha atrás con los siete gremios de la empresa, especialmente con los pilotos. La ruptura final se dio por diferencias cuando el Gobierno argentino planteó un plan para aumentar su participación en la empresa a un mínimo de 5% y un máximo de 20% a cambio de deuda.
Enfrentado con el poder político y los gremios, la conducción de la empresa se hizo insostenible. Por pedido expreso de Kirchner, Marsans le compró el 30% que Mata tenía en Aerolíneas y lo despidió de su cargo en julio de 2006.
Dejó Aerolíneas con amigos y enemigos. A sus más cercanos los reclutó para un proyecto personal de negocios que siempre tuvo un tufillo de revancha. En 2007 fundó la aerolínea Air Pampas.
El mercado aerocomercial argentino está sobredemandado desde hace años y otra aerolínea era bien vista por el gobierno. Se volvió a entrevistar con Néstor Kirchner quien, aparentemente sin rencores sobre lo pasado, le aseguró que su Gobierno le iba a dar los permisos necesarios para iniciar la operación.
En paralelo, Mata delineaba un escudo mediático para lograr su cometido. Firmó un preacuerdo para comprar el 40% del diario económico Ámbito Financiero. Quería hacer un diario más generalista por "al estilo Financial Times". La muerte del fundador del medio complicó el cierre de la operación y sus herederos terminaron vendiendo la empresa a un grupo argentino.
Sin embargo, Mata no se dio por vencido. Creía que, en Argentina, ser dueño de un diario era necesario para que Air Pampas levantara vuelo. En marzo de 2008 ingresó como accionista minoritario del diario Crítica de la Argentina. Confió en que su director, Jorge Lanata, un periodista muy influyente en la Argentina tras haber fundado el diario Página 12 -que desnudó la corrupción del Gobierno de Carlos Menem en los 90- podía ser la llave final para sus verdaderos intereses. "Creía que con Lanata podía doblegar al Gobierno", afirmó un exempleado del español en Argentina.
Mata seguía golpeando las puertas de las altas esferas del poder para destrabar los permisos y montó la oficina de Air Pampas en el centro de Buenos Aires con una plantilla que llegó a ser de unos 30 empleados, casi todos ex Aerolíneas Argentinas. El plan era ambicioso: anunció una inversión inicial de 75 millones de dólares, pidió autorización para volar 17 rutas locales y lo anunciaba en avisos a página completa en los diarios a pesar de no contar con la venia oficial.
El Gobierno kirchnerista terminó con el sueño de Mata cuando en 2008 expropió al grupo Marsans Aerolíneas Argentinas y ya no quiso más competidores para la ahora empresa estatal.
Perdido por perdido, el empresario español decidió contraatacar. En 2010 Lanata abandonó el diario Crítica y Mata compró todo el paquete accionarial de un medio deficitario, con ventas diarias insuficientes para cubrir gastos (entre 7.000 y 10.000 ejemplares) y con un frente sindical interno muy convulsionado. Junto con esta operación adquirió una señal de radio que nunca puso al aire.
El Gobierno argentino replicó con todo su poder. Le negó la publicidad oficial y presionó a las empresas anunciantes para que no publicitaran en Crítica por ser un diario opositor. En menos de un año, cansado de poner dinero en un medio de centroizquierda que nada tenía que ver con su pensamiento político-económico y enfrentado por la discusión salarial con un cuerpo de delegados sindicales en la redacción cercanos al kirchnerismo, decidió cerrar el medio y dejó en la calle a 180 empleados.
"Odiaba a los periodistas y nunca entendió el negocio", afirmó un exempleado de Crítica.
Air Pampas, como era de esperar, no logró su permiso para volar ni tampoco tuvo un avión. Cerró a los tres años de haber sido lanzada y los únicos recuerdos que le quedaron a Mata de la Argentina son varios juicios laborales en tribunales argentinos.
Así Mata se tropezó con la misma piedra de su paso por Aerolíneas Argentinas: por enfrentarse con el Gobierno y con los empleados, se quedó sin nada.
Esta artículo se podrá leer en el blog del autor La revancha de Keynes.
La condena a prisión de Antonio Mata y su exsocio Gerardo Díaz Ferrán, por defraudar al Estado español en la compra de Aerolíneas Argentinas, funcionó como una especie de cierre de lo que fue su malogrado paso por el Cono Sur.
Desembarcó en Buenos Aires hacia 2001 como presidente del comité ejecutivo de Aerolíneas Argentinas. Era la segunda oportunidad que tenían los gallegos (como se los llama a todos los españoles en Argentina) tras el estrepitoso fracaso de Iberia al frente de la aerolínea de bandera.
Su hiperactividad, carácter explosivo y particular visión de los negocios generaron una revolución para una empresa de tradición y ritmo estatal, al borde de la quiebra. Mata arrancó con el pie derecho. Entre 2002 y 2005 logró mostrar ganancias luego de cinco años consecutivos de pérdidas.
Sin embargo, los problemas empezaron cuando los números comenzaron a no cerrar. Aerolíneas Argentinas necesitaba mayores ingresos para cubrir los mayores costos por la suba del barril de petróleo y los incrementos salariales. Ante las reiteradas negativas del Gobierno a un aumento en las tarifas de cabotaje, Mata tomó el camino equivocado para convencer al kirchnerismo de algo. En varios reportajes en diarios, declaró: "Sin tarifas, vamos al fracaso", fue la frase que repitió y repitió.
Allí nacieron las primeras tensiones con el secretario de Transporte, Ricardo Jaime, y en consecuencia con el por entonces presidente Néstor Kirchner, que reiteradas veces dijeron que no con el argumento de mantener la inflación controlada.
Además, Mata intentó terminar con algunos de los que consideraba privilegios de los empleados de Aerolíneas Argentinas. No lo logró y se le abrió un frente de conflicto que no tuvo marcha atrás con los siete gremios de la empresa, especialmente con los pilotos. La ruptura final se dio por diferencias cuando el Gobierno argentino planteó un plan para aumentar su participación en la empresa a un mínimo de 5% y un máximo de 20% a cambio de deuda.
Enfrentado con el poder político y los gremios, la conducción de la empresa se hizo insostenible. Por pedido expreso de Kirchner, Marsans le compró el 30% que Mata tenía en Aerolíneas y lo despidió de su cargo en julio de 2006.
Dejó Aerolíneas con amigos y enemigos. A sus más cercanos los reclutó para un proyecto personal de negocios que siempre tuvo un tufillo de revancha. En 2007 fundó la aerolínea Air Pampas.
El mercado aerocomercial argentino está sobredemandado desde hace años y otra aerolínea era bien vista por el gobierno. Se volvió a entrevistar con Néstor Kirchner quien, aparentemente sin rencores sobre lo pasado, le aseguró que su Gobierno le iba a dar los permisos necesarios para iniciar la operación.
En paralelo, Mata delineaba un escudo mediático para lograr su cometido. Firmó un preacuerdo para comprar el 40% del diario económico Ámbito Financiero. Quería hacer un diario más generalista por "al estilo Financial Times". La muerte del fundador del medio complicó el cierre de la operación y sus herederos terminaron vendiendo la empresa a un grupo argentino.
Sin embargo, Mata no se dio por vencido. Creía que, en Argentina, ser dueño de un diario era necesario para que Air Pampas levantara vuelo. En marzo de 2008 ingresó como accionista minoritario del diario Crítica de la Argentina. Confió en que su director, Jorge Lanata, un periodista muy influyente en la Argentina tras haber fundado el diario Página 12 -que desnudó la corrupción del Gobierno de Carlos Menem en los 90- podía ser la llave final para sus verdaderos intereses. "Creía que con Lanata podía doblegar al Gobierno", afirmó un exempleado del español en Argentina.
Mata seguía golpeando las puertas de las altas esferas del poder para destrabar los permisos y montó la oficina de Air Pampas en el centro de Buenos Aires con una plantilla que llegó a ser de unos 30 empleados, casi todos ex Aerolíneas Argentinas. El plan era ambicioso: anunció una inversión inicial de 75 millones de dólares, pidió autorización para volar 17 rutas locales y lo anunciaba en avisos a página completa en los diarios a pesar de no contar con la venia oficial.
El Gobierno kirchnerista terminó con el sueño de Mata cuando en 2008 expropió al grupo Marsans Aerolíneas Argentinas y ya no quiso más competidores para la ahora empresa estatal.
Perdido por perdido, el empresario español decidió contraatacar. En 2010 Lanata abandonó el diario Crítica y Mata compró todo el paquete accionarial de un medio deficitario, con ventas diarias insuficientes para cubrir gastos (entre 7.000 y 10.000 ejemplares) y con un frente sindical interno muy convulsionado. Junto con esta operación adquirió una señal de radio que nunca puso al aire.
El Gobierno argentino replicó con todo su poder. Le negó la publicidad oficial y presionó a las empresas anunciantes para que no publicitaran en Crítica por ser un diario opositor. En menos de un año, cansado de poner dinero en un medio de centroizquierda que nada tenía que ver con su pensamiento político-económico y enfrentado por la discusión salarial con un cuerpo de delegados sindicales en la redacción cercanos al kirchnerismo, decidió cerrar el medio y dejó en la calle a 180 empleados.
"Odiaba a los periodistas y nunca entendió el negocio", afirmó un exempleado de Crítica.
Air Pampas, como era de esperar, no logró su permiso para volar ni tampoco tuvo un avión. Cerró a los tres años de haber sido lanzada y los únicos recuerdos que le quedaron a Mata de la Argentina son varios juicios laborales en tribunales argentinos.
Así Mata se tropezó con la misma piedra de su paso por Aerolíneas Argentinas: por enfrentarse con el Gobierno y con los empleados, se quedó sin nada.
Esta artículo se podrá leer en el blog del autor La revancha de Keynes.