Hace una semana la actriz holandesa y embajadora de buena voluntad de Unicef, Nicolette Van Dam, publicó un desafortunado tuit que ofendió a los hinchas Colombianos que siguen el mundial de fútbol en Brasil. Van Dam publicó un fotomontaje de dos jugadores de la selección de Colombia, arrodillados en el campo de juego y aspirando como si fuera cocaína, el polvo blanco que están usando los árbitros del mundial para demarcar la cancha durante los partidos.
El tuit provocó que masivamente miles de colombianos de todo el mundo y que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia exigieran a Unicef el retiro inmediato de Van Dam, por considerar el fotomontaje como una grave ofensa. Al día siguiente Unicef expidió un comunicado desaprobando el tuit de Van Dam, pidiendo disculpas a los jugadores James Rodríguez y Radamel Falcao y anunciando que la embajadora de buena voluntad se retiraba de la organización.
Después del escándalo algunas personas han dicho en las redes sociales que no entienden por qué los colombianos no sabemos bromear y eso me motivo a escribir este artículo, para explicar por qué estamos cansados de que nos estigmaticen por el mundo.
Por culpa del terrorismo y la violencia que trae consigo el narcotráfico, ni mi familia ni yo hemos experimentado un día de paz en nuestro país y por eso hay un sentimiento de frustración que nos embarga, cada vez que alguien asocia a Colombia con la droga, y creo que ese mismo sentimiento lo comparte toda nuestra generación.
Y ustedes se preguntarán: ¿Por qué a los colombianos les ofendió tanto el tuit de la señora Van Dam y el especial de mafia y fútbol que ESPN presentó cuando ganó Colombia contra Japón en Brasil?
¿Que por qué repudiamos que nos estigmaticen? Porque mi país lleva más de 30 años liderando a nivel mundial la lucha contra la producción y el tráfico de drogas, porque esta guerra le ha costado a Colombia más de un millón de muertos, porque los terroristas sembraron más 100.000 minas antipersonales que han mutilado a miles de soldados, policías y campesinos, porque nos ha costado la destrucción de la selva amazónica, la contaminación de los ríos, el secuestro de más de 5.000 personas y el reclutamiento forzado de más de 14.000 niños.
Porque gracias al narcotráfico, los grupos terroristas y el crimen organizado se fortalecieron por casi cinco décadas, llevando a mi país casi a la autodestrucción. Porque Colombia cada año destina entre 2 y 4 billones de dólares para combatir el terrorismo, la producción y el tráfico de drogas, dinero que los campesinos de las regiones más apartadas y pobres no pueden disfrutar a través de escuelas, colegios, hospitales y agua potable.
Porque los 200 millones de consumidores de drogas que existen en el mundo hacen que ese sucio negocio le genere al crimen más de 350 millones de dólares al año.
Porque el narcotráfico fue un cáncer que llevó a Colombia a un estado terminal y gracias al inmenso deseo de toda la nación de resurgir, Colombia se ha practicado a sí misma una larga quimioterapia, tratando de exterminar esa enfermedad tan agobiante y detestable.
Colombia es en este momento, una de las naciones con mayor futuro en Latinoamérica, con un turismo y una inversión extranjera creciente, con una raza que se preocupa por educarse, con un proceso de paz que pronto comenzará a dar frutos, con un equipo de fútbol que nos hace sentir orgullosos. Colombia es un país que ha producido talentos como Shakira, Sofía Vergara, Gabriel García Márquez, John Leguizamo, Rodolfo Llinás y Juanes.
Colombia es un país de puertas abiertas, con una cultura multicolor y diversa, es un sitio en donde ahora se respira aire fresco, es un país con verdes montañas, dos mares, ríos multicolores, llanos, nieve y desierto. Colombia es el país del café, las orquídeas y las esmeraldas.
Colombia es el país en él que nací, es mi tierra, es mi origen y por él pido respeto y consideración.