Imagina una catástrofe natural que desplaza a más de mil millones de personas. Innumerables individuos y familias, de hecho comunidades enteras que abandonan sus hogares destruidos hacia lugares que aun funcionan pero que no tienen la capacidad para acogerlos. Colapso total, pánico, desorden y las fronteras que se cierran. La vida tal como la conocemos se detiene. No más aviones ni teléfonos. Escasez de comida, agua y petróleo. ¿Suena a película apocalíptica hollywoodense? Claro que sí, pero este escenario se podría volver realidad si un desastre natural a gran escala golpeara y las autoridades nacionales e internacionales no fueran capaces de hacer su trabajo.
¿Estamos preparados? O, lo que es más, ¿lograríamos sobrevivir? Cada día hay más conciencia que nosotros, o bien nuestros descendientes, tendremos que enfrentar una situación que amerite tener habilidades básicas de supervivencia. Inclusive, hay un mercado emergente que está respondiendo a esta demanda. Basta hacer una búsqueda en Google para ver el abanico de campamentos de supervivencia que ponen vuestras habilidades a prueba en condiciones extremas, desde el Ártico hasta el desierto. Pareciera algo que preferiríamos clasificar como una aventura. Pero lo que hoy parece ciencia ficción o al menos una experiencia exótica en el mundo salvaje es algo que puede suceder. Y no es broma. El costo económico de los desastres actualmente sobrepasa los $100.000 millones por año. Y el cambio climático inevitablemente traerá más desastres que deberemos enfrentar. Las buenas noticias son que varias organizaciones, como la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres de las Naciones Unidas (UNISDR), la Organización Internacional de Defensa Civil (ICDO), y la Organización Meteorológica Mundial (WMO), están trabajando para que se haga realidad un escenario de fin del mundo.
Dentro de dos semanas, expertos de todo el mundo se reunirán en Ginebra en preparación para la Conferencia Mundial para la Reducción del Riesgo de Desastres que se llevará a cabo en Japón el año próximo. La reducción del riesgo de desastres significa tener resiliencia y nosotros, como una especie animal, estamos genéticamente programados para hacer todo lo posible para sobrevivir. Sin duda, tener las habilidades para sobrevivir en el mundo salvaje puede venir bien. Pero el asunto es que no debiéramos llegar a una situación de crisis tal, en donde la capacidad de sobrevivir queda sólo en manos de cada individuo. Si construimos comunidades y sociedades que desarrollen la resiliencia, podremos prepararnos y enfrentar juntos los desastres por venir . Es bueno saber que hay organizaciones bien preparadas que justamente se están encargando de esto.
¿Estamos preparados? O, lo que es más, ¿lograríamos sobrevivir? Cada día hay más conciencia que nosotros, o bien nuestros descendientes, tendremos que enfrentar una situación que amerite tener habilidades básicas de supervivencia. Inclusive, hay un mercado emergente que está respondiendo a esta demanda. Basta hacer una búsqueda en Google para ver el abanico de campamentos de supervivencia que ponen vuestras habilidades a prueba en condiciones extremas, desde el Ártico hasta el desierto. Pareciera algo que preferiríamos clasificar como una aventura. Pero lo que hoy parece ciencia ficción o al menos una experiencia exótica en el mundo salvaje es algo que puede suceder. Y no es broma. El costo económico de los desastres actualmente sobrepasa los $100.000 millones por año. Y el cambio climático inevitablemente traerá más desastres que deberemos enfrentar. Las buenas noticias son que varias organizaciones, como la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres de las Naciones Unidas (UNISDR), la Organización Internacional de Defensa Civil (ICDO), y la Organización Meteorológica Mundial (WMO), están trabajando para que se haga realidad un escenario de fin del mundo.
Dentro de dos semanas, expertos de todo el mundo se reunirán en Ginebra en preparación para la Conferencia Mundial para la Reducción del Riesgo de Desastres que se llevará a cabo en Japón el año próximo. La reducción del riesgo de desastres significa tener resiliencia y nosotros, como una especie animal, estamos genéticamente programados para hacer todo lo posible para sobrevivir. Sin duda, tener las habilidades para sobrevivir en el mundo salvaje puede venir bien. Pero el asunto es que no debiéramos llegar a una situación de crisis tal, en donde la capacidad de sobrevivir queda sólo en manos de cada individuo. Si construimos comunidades y sociedades que desarrollen la resiliencia, podremos prepararnos y enfrentar juntos los desastres por venir . Es bueno saber que hay organizaciones bien preparadas que justamente se están encargando de esto.