Así he llamado metafóricamente a la época que estamos viviendo en Europa -especialmente la del Sur− desde que hace casi siete años estalló la Gran Crisis. Es el título de un libro que acabo de publicar en la Editorial RBA, que tiene como objetivo explicar el origen y desarrollo de la crisis, y, sobre todo, exponer lo que, desde la izquierda, debería ser nuestra hoja de ruta para superar este período triste y desesperanzado.
La Edad de Hielo viene precedida por la Edad de Oro de la Europa de la segunda mitad del siglo XX. Un gran pacto implícito entre capital y trabajo, entre derecha y socialismo, presidió esa parte del siglo pasado: el avance del capitalismo financiero global, en paralelo a la preservación de los derechos sociales que constituían lo que ha sido la conquista par excellence de nuestro modelo de vida: el Estado de Bienestar.
Ese pacto, alimentado por el crecimiento constante y el crédito ilimitado, se ha roto en 2008 y no se ha recompuesto. Ha predominado un lado del acuerdo, proyectado en la conocida como política de austeridad. Pero las garantías sociales de la Edad de Oro se han quebrado, y, en su lugar, han surgido -o resurgido− los cuatro jinetes del Apocalipsis: desempleo/subempleo; pobreza; desigualdad y xenofobia. Y en esas estamos.
Los indicadores macroeconómicos de la eurozona muestran un crecimiento anémico, incapaz de sostener el modelo social europeo. La propia construcción europea está tocada y amenazada por la desafección popular y la deslegitimación.
En este libro se proponen y detallan tres políticas para afrontar los tres grandes problemas de fondo que nos tienen a todos en la Edad de Hielo.
La primera propuesta es el abandono del ajuste presupuestario rígido y un giro en la política del Banco Central Europeo hacia la expansión inflacionista. Algo se ha movido en el BCE desde la famosa frase de Draghi en 2012, y eso explica la caída de la prima de riesgo. Pero no es suficiente. Tampoco lo es el programa presentado por Juncker al Parlamento Europeo, aunque hay que admitir un punto de inflexión hacia más inversión y flexibilidad en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, así como el salario mínimo europeo.
La segunda propuesta es la fiscal o tributaria. Hay que romper la estrategia suicida seguida en los últimos 30 años de sustituir impuestos directos por una deuda sin fin. Hay que volver a los impuestos progresivos, por muy impopular que eso sea. Y hay que acabar con el verdadero cáncer del Estado contemporáneo: la "industria de la evasión fiscal", y la elusión fiscal de las multinacionales, que son los sujetos económicos reales del siglo XXI.
La tercera propuesta es seguramente la más difícil: el control político del sistema financiero, el que creó la crisis y el que se protegió -y se protege− de la propia crisis.
En todos estos aspectos Estados Unidos ha ido por delante de la Unión Europea, como se expone en el libro, que hace un examen comparativo pero integrado de las políticas con las que se ha reaccionado a la crisis en ambas orillas del Atlántico.
Creo firmemente que sin abordar el fondo de estos legados de la crisis no se podrá salir de ella. Porque su raíz está anclada en tres décadas de revolución conservadora que estableció los pilares de la Edad de Hielo, de la cual vemos solo la punta del iceberg.
El primer capítulo del libro arranca precisamente explicando la raíz de la Edad de Hielo, una crisis que se engendró 30 años atrás.
La Edad de Hielo viene precedida por la Edad de Oro de la Europa de la segunda mitad del siglo XX. Un gran pacto implícito entre capital y trabajo, entre derecha y socialismo, presidió esa parte del siglo pasado: el avance del capitalismo financiero global, en paralelo a la preservación de los derechos sociales que constituían lo que ha sido la conquista par excellence de nuestro modelo de vida: el Estado de Bienestar.
Ese pacto, alimentado por el crecimiento constante y el crédito ilimitado, se ha roto en 2008 y no se ha recompuesto. Ha predominado un lado del acuerdo, proyectado en la conocida como política de austeridad. Pero las garantías sociales de la Edad de Oro se han quebrado, y, en su lugar, han surgido -o resurgido− los cuatro jinetes del Apocalipsis: desempleo/subempleo; pobreza; desigualdad y xenofobia. Y en esas estamos.
Los indicadores macroeconómicos de la eurozona muestran un crecimiento anémico, incapaz de sostener el modelo social europeo. La propia construcción europea está tocada y amenazada por la desafección popular y la deslegitimación.
En este libro se proponen y detallan tres políticas para afrontar los tres grandes problemas de fondo que nos tienen a todos en la Edad de Hielo.
La primera propuesta es el abandono del ajuste presupuestario rígido y un giro en la política del Banco Central Europeo hacia la expansión inflacionista. Algo se ha movido en el BCE desde la famosa frase de Draghi en 2012, y eso explica la caída de la prima de riesgo. Pero no es suficiente. Tampoco lo es el programa presentado por Juncker al Parlamento Europeo, aunque hay que admitir un punto de inflexión hacia más inversión y flexibilidad en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, así como el salario mínimo europeo.
La segunda propuesta es la fiscal o tributaria. Hay que romper la estrategia suicida seguida en los últimos 30 años de sustituir impuestos directos por una deuda sin fin. Hay que volver a los impuestos progresivos, por muy impopular que eso sea. Y hay que acabar con el verdadero cáncer del Estado contemporáneo: la "industria de la evasión fiscal", y la elusión fiscal de las multinacionales, que son los sujetos económicos reales del siglo XXI.
La tercera propuesta es seguramente la más difícil: el control político del sistema financiero, el que creó la crisis y el que se protegió -y se protege− de la propia crisis.
En todos estos aspectos Estados Unidos ha ido por delante de la Unión Europea, como se expone en el libro, que hace un examen comparativo pero integrado de las políticas con las que se ha reaccionado a la crisis en ambas orillas del Atlántico.
Creo firmemente que sin abordar el fondo de estos legados de la crisis no se podrá salir de ella. Porque su raíz está anclada en tres décadas de revolución conservadora que estableció los pilares de la Edad de Hielo, de la cual vemos solo la punta del iceberg.
El primer capítulo del libro arranca precisamente explicando la raíz de la Edad de Hielo, una crisis que se engendró 30 años atrás.
Puedes leer a continuación este primer capítulo de La Edad de Hielo, de RBA.