Las organizaciones tienen en muchas ocasiones comportamientos y funcionamiento propio de otra época, provocando la aparición de organizaciones del mismo ámbito que hacen desaparecer o convertirse en insignificantes a otras con más solera, pero incapaces de adaptarse a los cambios. Esto se da ahora con mayor intensidad que en otras épocas, porque nuestra realidad cambia a gran velocidad.
No hay ningún ámbito que se escape a esto. Lo vemos en las organizaciones empresariales, donde hay muchos ejemplos de empresas que fueron punteras en su día y que por su incapacidad para la adaptación han desaparecido o pasan a ser insignificantes. Uno de esos ejemplos es la empresa de fotografía Kodak.
Hay muchas empresas que son capaces de adaptarse a las nuevas realidades constantemente y seguir siendo punteras, algo que tiene mucho que ver con los liderazgos ejercidos dentro de la empresa y la visión de sus responsables. Uno de estos ejemplos es Apple y la capacidad de adaptación y visión que tuvo en todo momento su creador Steve Jobs, el éxito de la empresa casi siempre tuvo que ver con la implicación de Jobs en sus proyectos y los momentos más complejos cuando Jobs no estaba en la empresa.
Esto que pasa en las empresas y en otro tipo de organizaciones, también se da y ahora con más fuerza en las organizaciones políticas, organizaciones que por definición son más resistentes al cambio. La magnitud de la crisis económica que estamos viviendo está provocando que los partidos políticos tradicionales y mayoritarios se resientan y vean cómo otros partidos más recientes y por tanto con más capacidad inicial de cambio les coman una gran porción de la tarta electoral.
Aunque el auge de estos nuevos partidos pueda ser temporal, puede provocar un debilitamiento de los grandes partidos que los lleve a una situación de difícil recuperación. Por eso son momentos de cambios y de liderazgos que tengan la capacidad de adaptar las organizaciones a la época actual, pero sin caer en el error de llevar a cabo revoluciones que hagan al partido irreconocible. Este es el equilibrio que tienen que conseguir poner en marcha las organizaciones políticas tradicionales de nuestro país, llevando a cabo los cambios necesarios que permitan adaptarse a la realidad altamente cambiante pero evitando dejar de ser reconocidos por sus militantes y votantes tradicionales.
Siempre se ha considerado a los más jóvenes los más capacitados para provocar los cambios profundos y adaptación a las nuevas realidades, aunque en muchos casos pueda ser así, no siempre se cumple esta premisa. Durante mi etapa política he conocido a jóvenes muy conservadores e incapaces de adaptarse a los cambios y a personas de mayor edad que están muy capacitados para provocar los cambios necesarios.
Estos cambios pasan por buscar nuevas formas de financiación, por ejercer la transparencia total, por cambiar las actitudes y procedimientos que se han venido aplicando tradicionalmente, por la puesta en marcha de técnicas de participación permanente que hagan sentirse al afiliado y a los votantes el centro de las decisiones. Pasa por cambiar los tradicionales actos de partido por otros más adaptados a la nueva realidad y en nuevos espacios que los partidos deben conquistar para buscar la complicidad con la ciudadanía. Pasa por cambiar las fórmulas de elección de representantes que hagan sentir a los militantes y afiliados protagonistas y no meros espectadores de decisiones tomadas en espacios más reducidos,...
En esta época que nos ha tocado vivir no será suficiente con cambios en determinados momentos y posteriores largos periodo de continuidad. La sociedad cambia permanentemente y a gran velocidad, por lo que si los partidos políticos quieren tener una larga y provechosa vida tendrán que estar en permanente cambio y en constante revisión, con líderes capaces de hacer frente a esta nueva realidad en la que vivimos, donde no tienen cabida las actitudes conservadoras, ni aunque se den en partidos progresistas.
No hay ningún ámbito que se escape a esto. Lo vemos en las organizaciones empresariales, donde hay muchos ejemplos de empresas que fueron punteras en su día y que por su incapacidad para la adaptación han desaparecido o pasan a ser insignificantes. Uno de esos ejemplos es la empresa de fotografía Kodak.
Hay muchas empresas que son capaces de adaptarse a las nuevas realidades constantemente y seguir siendo punteras, algo que tiene mucho que ver con los liderazgos ejercidos dentro de la empresa y la visión de sus responsables. Uno de estos ejemplos es Apple y la capacidad de adaptación y visión que tuvo en todo momento su creador Steve Jobs, el éxito de la empresa casi siempre tuvo que ver con la implicación de Jobs en sus proyectos y los momentos más complejos cuando Jobs no estaba en la empresa.
Esto que pasa en las empresas y en otro tipo de organizaciones, también se da y ahora con más fuerza en las organizaciones políticas, organizaciones que por definición son más resistentes al cambio. La magnitud de la crisis económica que estamos viviendo está provocando que los partidos políticos tradicionales y mayoritarios se resientan y vean cómo otros partidos más recientes y por tanto con más capacidad inicial de cambio les coman una gran porción de la tarta electoral.
Aunque el auge de estos nuevos partidos pueda ser temporal, puede provocar un debilitamiento de los grandes partidos que los lleve a una situación de difícil recuperación. Por eso son momentos de cambios y de liderazgos que tengan la capacidad de adaptar las organizaciones a la época actual, pero sin caer en el error de llevar a cabo revoluciones que hagan al partido irreconocible. Este es el equilibrio que tienen que conseguir poner en marcha las organizaciones políticas tradicionales de nuestro país, llevando a cabo los cambios necesarios que permitan adaptarse a la realidad altamente cambiante pero evitando dejar de ser reconocidos por sus militantes y votantes tradicionales.
Siempre se ha considerado a los más jóvenes los más capacitados para provocar los cambios profundos y adaptación a las nuevas realidades, aunque en muchos casos pueda ser así, no siempre se cumple esta premisa. Durante mi etapa política he conocido a jóvenes muy conservadores e incapaces de adaptarse a los cambios y a personas de mayor edad que están muy capacitados para provocar los cambios necesarios.
Estos cambios pasan por buscar nuevas formas de financiación, por ejercer la transparencia total, por cambiar las actitudes y procedimientos que se han venido aplicando tradicionalmente, por la puesta en marcha de técnicas de participación permanente que hagan sentirse al afiliado y a los votantes el centro de las decisiones. Pasa por cambiar los tradicionales actos de partido por otros más adaptados a la nueva realidad y en nuevos espacios que los partidos deben conquistar para buscar la complicidad con la ciudadanía. Pasa por cambiar las fórmulas de elección de representantes que hagan sentir a los militantes y afiliados protagonistas y no meros espectadores de decisiones tomadas en espacios más reducidos,...
En esta época que nos ha tocado vivir no será suficiente con cambios en determinados momentos y posteriores largos periodo de continuidad. La sociedad cambia permanentemente y a gran velocidad, por lo que si los partidos políticos quieren tener una larga y provechosa vida tendrán que estar en permanente cambio y en constante revisión, con líderes capaces de hacer frente a esta nueva realidad en la que vivimos, donde no tienen cabida las actitudes conservadoras, ni aunque se den en partidos progresistas.