Me encantó cuando la vi por primera vez y hasta hoy me sigue pareciendo de lo mejorcito en ciencia ficción de los últimos años. The Matrix (Lana y Andy Wachowski, 1999) plantea la existencia de dos mundos paralelos, de realidades virtuales e ilusiones que se entremezclan. Morfeo le ofrecía la posibilidad a Neo de tomarse una pastilla roja (la realidad) o una azul (la ilusión). Hoy vivimos entre otras dos realidades, antes muy separadas pero ahora totalmente fusionadas. Lo ON y lo OFF, lo Digital y lo Analógico, lo Virtual y lo Real. Y un ejemplo claro y actual es el de las compras, nuestro comportamiento como consumidores, y más aún en esta época de rebajas.
El fenómeno de las compras online, si bien no es nuevo, es creciente y con claro campo de desarrollo. A principios de 2014 ya fuimos más de 1.000 millones de personas en todo el mundo los que compramos alguna cosa online, siendo además remarcable que el 27% ya lo hicieron vía móvil. La pastilla azul gana adeptos cada día.
Otro de los fenómenos en auge y que empiezan a explicar la fusión de los mundos de Matrix es el de las búsquedas online: el 34% de los internautas buscamos información, comparamos o preguntamos online antes de comprar.
¿Y cómo se entrelazan estos dos comportamientos en la red con los habituales fuera de la red, en las calles, las tiendas, los probadores, o con los tenderos? Pues que ambos mundos conviven de manera bidireccional y recíproca, y las fronteras entre ambos se desdibujan y de hecho se rompen. Surgen los llamados Webrooming (busco en la red antes de comprar físicamente en la tienda. Una televisión por ejemplo), o al revés, Showrooming (busco, remuevo, pruebo, pregunto en la tienda física antes de comprar por internet. Una pieza de ropa por ejemplo). El beneficiado, el consumidor, nosotros mismos, que lo que hacemos es eficientar nuestra compra y adaptar nuestro comportamiento al mejor entorno.
Por ejemplo, la ropa y zapatos, lo más comprado online, no es aquello más buscado en la red antes de su compra. Sí lo es una televisión, un coche, un ordenador o un smartphone. Cuanto más relevante y racional resulta una compra, más buscamos digitalmente antes aunque luego compremos en tienda. Y al revés, cuanto más impulsivo o recurrente sea, menos buscamos y más actuamos online. Un detergente, o una botella de agua, y en general cualquier producto de cesta de compra, no requiere de búsqueda o webrooming, y entra en nuestro comportamiento digital de manera directa. La ropa, zapatos, cosmética, incluso perfumes, aquello que aún requiere ser tocado o probado, se traslada del mundo real al mundo digital de manera muy natural, buscando practicidad y sobretodo oportunidad en forma de precio u oferta.
Esta convivencia entre los dos mundos está transformando los negocios y manera en que se nos ofrecen las cosas. Aquellos nacidos offline, en tienda física, están obligados a ofrecernos sus productos en el mundo digital. Pero lo curioso es que los nacidos en internet, los digital players puros, también necesitan adaptarse a esta doble realidad.
Un ejemplo buenísimo es Amazon, el rey del ecommerce, que está entendiendo perfectamente esta dualidad. El gigante americano ya ofrece puntos de recogida físicos (Amazon lockers) en supermercados u otros puntos para recoger nuestras compras digitales. Del mundo internet nos baja al mundo real. Pero también al revés: Amazon ha desarrollado Flow, una aplicación con tecnología de reconocimiento visual de productos que permite al comprador que busca en tienda física (grandes almacenes, hipermercados, etc...), la alternativa de comprar ese mismo producto en la tienda online de Amazon (¡seguramente a un precio más interesante o con una oferta tentadora!). Del mundo físico al mundo virtual. Y vuelta a empezar.
Para nosotros consumidores, todo son ventajas, creo. Para los comercios de ambos mundos un gran reto con multitud de oportunidades.
Yo ya hace tiempo que tomo las dos pastillas, la roja y la azul. ¡Y tan a gusto!
El fenómeno de las compras online, si bien no es nuevo, es creciente y con claro campo de desarrollo. A principios de 2014 ya fuimos más de 1.000 millones de personas en todo el mundo los que compramos alguna cosa online, siendo además remarcable que el 27% ya lo hicieron vía móvil. La pastilla azul gana adeptos cada día.
Otro de los fenómenos en auge y que empiezan a explicar la fusión de los mundos de Matrix es el de las búsquedas online: el 34% de los internautas buscamos información, comparamos o preguntamos online antes de comprar.
¿Y cómo se entrelazan estos dos comportamientos en la red con los habituales fuera de la red, en las calles, las tiendas, los probadores, o con los tenderos? Pues que ambos mundos conviven de manera bidireccional y recíproca, y las fronteras entre ambos se desdibujan y de hecho se rompen. Surgen los llamados Webrooming (busco en la red antes de comprar físicamente en la tienda. Una televisión por ejemplo), o al revés, Showrooming (busco, remuevo, pruebo, pregunto en la tienda física antes de comprar por internet. Una pieza de ropa por ejemplo). El beneficiado, el consumidor, nosotros mismos, que lo que hacemos es eficientar nuestra compra y adaptar nuestro comportamiento al mejor entorno.
Por ejemplo, la ropa y zapatos, lo más comprado online, no es aquello más buscado en la red antes de su compra. Sí lo es una televisión, un coche, un ordenador o un smartphone. Cuanto más relevante y racional resulta una compra, más buscamos digitalmente antes aunque luego compremos en tienda. Y al revés, cuanto más impulsivo o recurrente sea, menos buscamos y más actuamos online. Un detergente, o una botella de agua, y en general cualquier producto de cesta de compra, no requiere de búsqueda o webrooming, y entra en nuestro comportamiento digital de manera directa. La ropa, zapatos, cosmética, incluso perfumes, aquello que aún requiere ser tocado o probado, se traslada del mundo real al mundo digital de manera muy natural, buscando practicidad y sobretodo oportunidad en forma de precio u oferta.
Esta convivencia entre los dos mundos está transformando los negocios y manera en que se nos ofrecen las cosas. Aquellos nacidos offline, en tienda física, están obligados a ofrecernos sus productos en el mundo digital. Pero lo curioso es que los nacidos en internet, los digital players puros, también necesitan adaptarse a esta doble realidad.
Un ejemplo buenísimo es Amazon, el rey del ecommerce, que está entendiendo perfectamente esta dualidad. El gigante americano ya ofrece puntos de recogida físicos (Amazon lockers) en supermercados u otros puntos para recoger nuestras compras digitales. Del mundo internet nos baja al mundo real. Pero también al revés: Amazon ha desarrollado Flow, una aplicación con tecnología de reconocimiento visual de productos que permite al comprador que busca en tienda física (grandes almacenes, hipermercados, etc...), la alternativa de comprar ese mismo producto en la tienda online de Amazon (¡seguramente a un precio más interesante o con una oferta tentadora!). Del mundo físico al mundo virtual. Y vuelta a empezar.
Para nosotros consumidores, todo son ventajas, creo. Para los comercios de ambos mundos un gran reto con multitud de oportunidades.
Yo ya hace tiempo que tomo las dos pastillas, la roja y la azul. ¡Y tan a gusto!