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Las estadísticas de Brasil 2014 en el Contexto Histórico de los Mundiales de Fútbol (1ª Parte)

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Del 12 de junio al 13 de julio de 2014 se celebró en Brasil la 20 edición de la Copa Mundial de Fútbol, un torneo que tiene lugar cada cuatro años desde 1930, con excepción de 1942 y 1946 debido a la Segunda Guerra Mundial, y que se ha convertido en el evento deportivo más seguido del mundo. Vamos a resumir qué es lo que ha dado de sí este torneo para las estadísticas históricas de las principales potencias del fútbol mundial para centrarnos más adelante en una segunda entrega en los continentes y en algunos jugadores.


La anfitriona, Brasil, la única selección que ha ganado cinco Mundiales y que esperaba consolidar su hegemonía conquistando en su Mundial su sexta Copa, sufrió una de las mayores decepciones de su historia. Expectativas al margen, teniendo en cuenta que en los dos Mundiales anteriores Brasil no había pasado de cuartos de final y que tampoco lo había conseguido en el último campeonato de Sudamérica, desde un punto de vista objetivo, el cuarto puesto en el que acabó el torneo ni siquiera puede considerarse un resultado tan negativo. Es cierto que en esta ocasión contó con la ventaja de jugar en casa, pero en los últimos nueve Mundiales, solo en una ocasión la anfitriona llegó a la final (Francia en 1998, ganándola), mientras que las otras dos selecciones más laureadas, Italia en 1990 y Alemania en 2006, tuvieron que conformarse con el tercer puesto en sus Mundiales (ganando ambas en la tierra del otro). Pero más que el cuarto puesto en sí, fue la forma en la que se produjo lo que más dolió en el país, no tanto porque Brasil llegara a semifinales sin convencer (y es que tampoco convencieron los demás; la victoria de Colombia sobre Uruguay por 2-0 en octavos de final había sido la única eliminatoria resuelta con solvencia), sino por las humillaciones que sufrió una vez llegada a semifinales.



En su propia tierra, donde llevaba 39 años sin perder un partido oficial y 12 años sin perder tampoco ningún partido amistoso, Brasil sufrió la mayor derrota de su historia (en partido oficial o amistoso), conjuntamente con un 0-6 ante Uruguay en el campeonato de Sudamérica de 1920. La derrota en semifinales ante Alemania por 1-7 en el Estadio Mineirão fue la más elevada sufrida por una anfitriona en un Mundial, superando la final de 1958, en la que la anfitriona Suecia cayó por 2-5, precisamente ante Brasil. Además, fue la segunda mayor en total en una eliminatoria de Mundial conjuntamente con el partido Italia 7, Estados Unidos 1 en los octavos de final de 1934 y solo superado por el partido Suecia 8, Cuba 0 en los cuartos de final de 1938. Especialmente traumáticos fueron los 7 minutos en los que el marcador pasó del 0-1 al 0-5: La última vez que una selección había encajado 4 goles en tan poco tiempo en un Mundial fue en 1982 en España durante la mayor goleada de la historia de los Mundiales, Hungría 10, El Salvador 1, que curiosamente no le sirvió a Hungría para superar la primera ronda de grupos. Además, en el partido, Alemania adelantó a Brasil como el país más goleador de la historia de los Mundiales, y lleva ahora (incluyendo el posterior gol de la final) 224 goles, frente a los 221 de Brasil.

Por si todo eso fuera poco, en el partido por el tercer puesto, Brasil sufrió de la mano de Holanda la segunda mayor derrota de su historia en un Mundial, conjuntamente con la final de 1998, perdida contra la anfitriona Francia por idéntico resultado (0-3) y solo superado por la derrota en semifinales ante Alemania cuatro días antes. Previamente, Brasil había perdido solo una vez dos partidos (oficiales o amistosos) consecutivos en casa, en 1940 (aunque en aquella ocasión se habían producido entremedias partidos en otros países, uno de ellos ganado por Brasil). Tras estos dos partidos, Brasil terminó el Mundial con 11 goles a favor y 14 en contra. El último semifinalista de un Mundial que encajó tantos goles y/o acabó con una diferencia negativa fue Bélgica, cuarta en 1986, con 12/15 goles.

Todo ello ha reavivado el trauma nacional del Maracanazo, que se había producido en el otro Mundial celebrado en el país en 1950. En aquel torneo, los campeones de los cuatro grupos de la primera ronda se jugaron el título en una liguilla, por lo que se trata del único Mundial sin una final. Mientras Uruguay no pasó del empate contra España y ganó a Suecia por la mínima, Brasil goleó a España por 6-1 y a Suecia por 7-1, irónicamente la mayor goleada en una fase final de los cuatro mejores de la historia de los Mundiales, hasta que 64 años después fue igualada por la fatídica semifinal contra Alemania. De este modo los últimos dos partidos Brasil-Uruguay y España-Suecia, celebrados simultáneamente, se convirtieron, respectivamente, en la final y el partido por el tercer puesto de facto, aunque a Brasil le bastaba un empate para hacerse con su primera Copa del Mundo, tras haber quedado tercero en el Mundial previo antes de la Segunda Guerra Mundial. Con estos antecedentes se había creado un ambiente de euforia, que a pesar de la balanza ligeramente positiva frente a Uruguay en los enfrentamientos anteriores, tiene que considerarse exagerado desde un punto de vista objetivo, dado que el pequeño vecino contaba con una de las selecciones más laureadas de la época, como Campeona del primer Mundial de 1930 en el que había ejercido como anfitriona, y con ocho Copas de América y dos oros olímpicos. En todo caso, todo pareció ir según lo previsto cuando Brasil se adelantó nada más empezar la segunda parte de aquella final de facto, el partido más visitado de la historia del fútbol, con unos 174 mil espectadores (otras fuentes elevan la cifra hasta unos 200 mil) en el Estadio Maracaná, pero la remontada de Uruguay con dos goles les dejó sin la Copa y con un trauma nacional de dimensiones insólitas que sigue muy vigente, aparte de cuatro muertos en el estadio por tres infartos y un suicidio. Desde entonces, Brasil no ha vuelto a jugar de blanco, que hasta entonces era su color habitual.

Mientras todos los demás campeones del mundo, con excepción de España (campeona y anfitriona solo en una ocasión, en 2010 y 1982, respectivamente), han ganado una Copa en su propio país (Uruguay en 1930, Italia en 1934, Inglaterra en 1966, Alemania en 1974, Argentina en 1978 y Francia en 1998), para la pentacampeona Brasil, que ha triunfado en Europa (1958 en Suecia), Asia (2002 en Corea y Japón) y América del Norte (1970 en México y 1994 en Estados Unidos) y del Sur (1962 en Chile), los dos Mundiales en su tierra resultaron traumáticos, por culpa de unas expectativa previas desmedidas.

Alemania, el premio de la constancia y el terror de las anfitrionas

Como hasta ahora ninguna selección había estado más de tres Mundiales seguidos entre los cuatro mejores (Alemania en 1982, 1986 y 1990 así como Brasil en 1994, 1998 y 2002 jugaron tres finales seguidas), Alemania ha establecido un nuevo récord al llegar a semifinales por cuarta vez consecutiva. En las tres ocasiones anteriores, cayó ante la futura campeona, en la final de 2002 ante Brasil y en las semifinales de 2006 y 2010 ante Italia y España, respectivamente, hasta ganar en 2014 en la final contra Argentina su primer torneo desde la Eurocopa de 1996, con lo que se han igualado los 18 años sin títulos de Alemania comprendidos entre el Mundial de 1954 y la Eurocopa ganada en 1972. Y lo consiguió con la mejor diferencia de goles de un Campeón del Mundo, conjuntamente con la de Brasil en 2002: 18 goles a favor y 4 en contra en ambos ocasiones. Tras los títulos de 1954, 1974 y 1990, es su cuarta Copa del Mundo, que curiosamente ha ganado 24 años después de la tercera, al igual que lo hicieron Brasil en 1994 e Italia en 2006, las únicas otras selecciones con, al menos, cuatro títulos. Y tanto Italia (en 1994) como Alemania (en 2002) perdieron justo a medio camino entre su tercero y su cuarto título una final contra Brasil, lo que supuso respectivamente el cuarto y el quinto título de Brasil.

Excluido de fútbol internacional tras la Segunda Guerra Mundial, Alemania reapareció en el Mundial de 1954, que acabó ganando tras derrotar en la final contra todo pronóstico por 3-2 (remontando un 0-2) a la todopoderosa Hungría de Puskás, entonces considerada la mejor selección del mundo, que además les había goleado en la primera ronda por 8-3. Aquel Milagro de Berna supuso una gran inyección de autoestima para el país tras la guerra. Desde entonces, Alemania siempre ha estado entre los mejores 8, en 16 Mundiales consecutivos, cosa que ninguna otra selección ha conseguido, ni siquiera Brasil, el otro sinónimo de constancia del fútbol mundial, que no llegó a cuartos de final en 1966. En cuatro de estos 16 Mundiales, Alemania cayó en cuartos de final (o rondas equivalentes cuando no los hubo por el modo de competición), en otras cuatro en semifinales, en cuatro ocasiones quedó subcampeón y en las cuatro restantes, campeón. Con ello, si bien en número de títulos Brasil le supera e Italia le iguala, Alemania es la selección con más finales (8) por delante de Brasil (7, contando la final de facto de 1950) e Italia (6) y que más veces ha estado entre los mejores cuatro (13, ya que también fue tercera en 1934), por delante de Brasil (11) e Italia (8).

Alemania se consolida además como el verdugo de las anfitrionas: la última vez que cayó en un torneo ante el país organizador fue en la final del Mundial de 1966 en Inglaterra. Desde entonces derrotó o eliminó a las anfitrionas: Bélgica en la Eurocopa de 1972, Yugoslavia en la Eurocopa de 1976, España en el Mundial de 1982, México en el Mundial de 1986, Suecia en la Eurocopa de 1992, Inglaterra en la Eurocopa de 1996, Corea en el Mundial de 2002, Austria en la Eurocopa de 2008 y Brasil en el Mundial de 2014.

Argentina - Alemania, el clásico de los Mundiales

Argentina, finalista del primer Mundial en 1930, se convirtió en la cuarta potencia del fútbol mundial, jugando tres de las cuatro finales entre 1978 y 1990, ganando las del 78 y del 86 y perdiendo la del 90. Desde entonces no había pasado de cuartos de final hasta volver a proclamarse finalista en 2014 por quinta vez.

Sus tres últimas finales las ha jugado contra Alemania, lo que la convierte en la final más repetida de la historia, por delante del Brasil-Italia, que se jugó en 1970 y 1994. En total fue el séptimo enfrentamiento entre ambas selecciones en un Mundial, lo que también lo convierte en el partido más repetido de la historia de los Mundiales, conjuntamente con Alemania-Serbia/Yugoslavia y Brasil-Suecia. De estos siete partidos contra Alemania, Argentina solo ganó la final de 1986, que supuso su segundo y último título. En los siete Mundiales posteriores, siempre cayó ante una selección europea, que en cuatro ocasiones fue Alemania: en la final de 1990 y en los últimos tres Mundiales, Alemania ha sido, sin duda, su bestia negra de los Mundiales.

Holanda, el histórico sin título

El rival de Argentina en semifinales fue Holanda, tratándose para ambos de la quinta vez que están entre los cuatro mejores de un Mundial, una cifra solo superada por Alemania, Brasil e Italia, e igualada por Uruguay y Francia y por delante de Suecia, que cuenta con cuatro semifinales. Y si Argentina llegó en todas estas cinco ocasiones también a la final, Holanda, que tampoco perdió nunca una semifinal, lo hizo en tres ocasiones, cayendo en las dos restantes en la tanda de penaltis (lo cual se contabiliza como un empate), ante Brasil en 1998 y ahora en 2014 ante Argentina. Es la quinta selección con más finales, detrás de Alemania, Brasil, Italia y Argentina, y por delante de la bicampeona Uruguay y la campeona Francia, que la alcanzaron solo dos veces, al igual que Hungría y Checoslovaquia, seguidos por Suecia con una final en su propio país. Pero al igual que estos últimos tres, Holanda nunca se vio premiada con la Copa, perdiendo en la época de Cruyff dos finales seguidas ante la anfitriona: Alemania en 1974 y Argentina en 1978, y nuevamente en 2010 en Sudáfrica ante España. En todo caso, puestos a nombrar las naciones más grandes de la historia de los Mundiales, aparte de las ocho campeonas, no podemos dejar fuera a Holanda con cinco torneos entre los cuatro mejores, y tres de ellos en la final, todo ello en los últimos 40 años. A modo de comparación, téngase en cuenta que las campeonas España e Inglaterra, solo llegaron a jugar una final cada una, a lo que se añade un cuarto puesto de ambos.

Los fracasos sonados: España e Italia

Tras su histórico ciclo sin precedentes de tres torneos consecutivos ganados (Eurocopa 2008 / Mundial 2010 / Eurocopa 2012), en 2014 España quedó eliminada en la primera fase como tercera de su grupo. Es la tercera vez en los últimos cuatro Mundiales que el vigente campeón cae en la primera fase: En 2002 sucedió a Francia, Campeona del Mundo de 1998 y de Europa de 2000, y en 2010 a Italia, campeona de mundo de 2006, ambos incluso como últimos de su grupo. También Francia, que en 2006 jugó la final contra Italia, fue nuevamente eliminada en 2010 como última del grupo, con lo que en 2010 ninguno de los dos finalistas del Mundial anterior superó la primera fase. Y en 2014 también Italia ha vuelto a caer en la primera fase, además por segundo Mundial consecutivo, cosa que no había sucedido desde los años 50 y 60, una época en la que la entonces bicampeona nunca alcanzó la segunda fase (si bien hay que tener en cuenta que entonces se trataba de torneos de 16 participantes de los que 8 pasaban a la segunda fase, la mitad que ahora). De este modo, el Mundial de Brasil se quedó sin los dos últimos campeones en la primera fase, cosa que nuca había sucedido en un Mundial, y de paso sin los dos finalistas de la última Eurocopa, cosa que tampoco se había producido nunca.

Fue sin duda un buen presagio para la futura campeona, ya que se trataba de sus verdugos en los últimos cuatro torneos (Mundiales y Eurocopas). Italia es la bestia negra histórica de Alemania, a la que nunca ha ganado en partido oficial (4 derrotas y 4 empates en Mundiales y Eurocopas, si bien uno de los empates le sirvió para dejar fuera a Italia en la fase de grupos de la Eurocopa de 1996, que acabó ganando). Con España, Alemania tiene una balanza ligeramente positiva en los torneos, pero su última victoria ya data de la Eurocopa de 1988 en su propio país. Desde entonces hubo un empate en el Mundial de 1994 seguido por las derrotas en la Eurocopa de 2008 y el Mundial de 2010.

La derrota por 1-5 con la que España debutó frente a Holanda fue la mayor derrota de un vigente campeón en la historia de los Mundiales, superando la derrota de Alemania ante Francia por 3-6 en el partido por el tercer puesto de 1958. Además, fue la más abultada sufrida por España en partido oficial desde el mencionado 1-6 ante la anfitriona Brasil, en la liguilla de los cuatro mejores de 1950. Desde entonces, España había encajado solo una vez 5 o más goles, en un amistoso ante Escocia en Madrid, perdido por 2-6 en 1963, curiosamente también un 13 de junio, al igual que la goleada sufrida en Brasil. Sin duda fue una dulce venganza para Holanda por la final perdida en el Mundial anterior y por el mítico 12-1 de España ante Malta, que dejó a Holanda sin plaza para la Eurocopa de 1984, sus únicos dos cruces oficiales a lo largo de la historia.

Este artículo se publicó originalmente en el blog del autor y en la columna del autor en el blog de sociología y actualidad Ssociólogos.


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