Mensaje del rey de España, Nochebuena 2013. Cada noche del 24 de diciembre un señor nos habla a través de la tele desde su cálido despacho. Al día siguiente, incluso varios días después -por ejemplo, hoy-, en tertulias y en columnas de opinión analistas políticos, muchos y muy buenos periodistas, enormes blogueros, ¡hasta lingüistas! tratan de desentrañar los significados que urden la trama de sus palabras. ¿Por qué? Porque es Juan Carlos, El Rey.
Yo, a Su Majestad, por su 74 cumpleaños, le regalo el análisis fonético y lingüístico de su bonito mensaje navideño.
Plano semántico
Lo que esperábamos: crisis, ay qué pena, solidaridad con los parados, agradecer a las víctimas del terrorismo, la familia. Unidad, comunidad. Luchemos todos para mejorar la gran nación unida y libre -¿a qué me suena esto?- que es España, recuperemos la confianza. Innovación, competitividad.
Ah, y que de este sillón no me mueve ni dios.
Plano fonético
Si yo fuera el rey de un país y llevara casi cuarenta años dando discursos por Navidad y otras fechas señaladas sabría hablar. Bien, sabría hablar bien. Juan Carlos sabe hablar en el sentido del desarrollo del lenguaje humano, pero su habla no tiene la majestuosidad que se espera de la Corona.
Voz
La voz de el rey se mantiene firme a pesar de la edad: los armónicos demuestran que sus pliegues vocales cierran bien y que no hay signos de fatiga vocal. Si acaso una ligera inflamación y distensión laríngea, como al día siguiente de una fiesta, le provocan esos finales crepitantes [audio] típicos del que se acaba de levantar.
Su tono, 146 Hz de media, es normal para un hombre de su edad -el envejecimiento hace que la voz de los hombres se agudice y la de las mujeres se agrave-.
El intervalo de frecuencias entre el tono más agudo y el más grave es muy estrecho: solo 135 Hz. Eso nos muestra a el rey como una persona poco dinámica, que no se mueve. Es solo una fachada, todos sabemos que cuando la cosa le interesa, bien que se mueve.
Su timbre es oscuro: proviene de una laringe muy baja y laxa en el cuello y sus órganos articulatorios están inactivos cuando habla, como si hablara con la boca pequeña. ¿Será que esconde su verdadero yo? Sí, seguro que preferiría dar un mensaje de Navidad más alegre, con matasuegras, zambomba y gorro de Papá Noel ¡que corran las gambas y el champán!, y no esta matraca que le hacen leer y que tanto le aburre.
Articulación
El rey habla con una articulación de perfil bajo. ¿Es eso lo que queremos para España? ¿Hasta cuándo permitiremos que la marca España sea la chapuza? Su Majestad vocaliza como si tuviera una cáscara de plátano en el paladar.
El rey es un gran deportista, y un gran deportista se caracteriza por una perfecta coordinación de movimientos. ¿Entonces por qué es tan mala la coordinación de sus movimientos articulatorios? Es que no se esfuerza, Majestad, no se aplica, y así no vamos a ningún lado.
Para mejorar su habla, el rey necesita motivación para el cambio, ser consciente de sus fallos, autocrítica, esfuerzo y decisión, ¡igual que para mejorar el país!
Las -a- finales le suenan como si fuera sueco [audio] porque no mueve los labios con la fuerza suficiente, parece que le pesan las mejillas -de ahí su expresión de cariacontecido- o que se ha entrenado para no enseñar los dientes.
Las consonantes -r- en contacto con otra consonante no existen. ¿Qué es eso de 'democacia' [audio], 'gacias' [audio] o 'compotamiento' [audio]? Es verdad que la articulación de la -r- es complicada: la punta de la lengua debe estar relajada para golpear la arruga del paladar mientras que el cuerpo -también de la lengua- debe estar tenso. En su caso todo está flácido, y así no se puede.
Las consonantes nasales -n- o -m- están desnasalizadas: el velo del paladar no baja a tiempo y el chorro de aire no puede salir por la nariz. Así, 'jóvenes' suena 'jóvedes' [audio], 'profesional', 'profesiodal' [audio] y 'somos', 'sobos' [audio], entre otras. Hay que mover el diafragma, Majestad, sacar más aire al hablar.
Si domina la vela, la moto o las tablas de esquí, ¿cómo no va a ser capaz de dominar su lengua [audio] ?
Prosodia y entonación
Es aburrida, monótona, fútil. Las inflexiones tonales, las pausas y los pocos recursos de énfasis están preparados al milímetro, subo aquí, bajo allá, aquí me paro, y la imagen que proyecta es la de un hablante que no siente ninguna implicación emocional en su discurso. Lo que lee en el tele-prompter ni le va ni le viene, o le da tanta vergüenza que hace como si nada. Es una entonación tan poco auténtica que un análisis más detallado no aportaría gran cosa. Me lo ahorro.
La calidad
Lo que más me irrita -como fonetista, como espectadora, como ciudadana y como española- es que no nos sublevemos en masa contra los que hacen tan mal una parte tan importante de su trabajo. Durante años se ha repetido un mantra: es que el rey se crió en varias lenguas y por eso el español no lo habla bien, es que en casa hablan en inglés, y cuánto ha mejorado. Son paños calientes.
Es inadmisible que el rey de un país, un hombre culto, ducho en los negocios y en el deporte, un hombre de mundo que lleva casi cuarenta años dando discursos, aún no se haya dignado a aprender a hablar en público, ¿acaso no nos lo merecemos?
Feliz cumpleaños, Majestad.
Yo, a Su Majestad, por su 74 cumpleaños, le regalo el análisis fonético y lingüístico de su bonito mensaje navideño.
Plano semántico
Lo que esperábamos: crisis, ay qué pena, solidaridad con los parados, agradecer a las víctimas del terrorismo, la familia. Unidad, comunidad. Luchemos todos para mejorar la gran nación unida y libre -¿a qué me suena esto?- que es España, recuperemos la confianza. Innovación, competitividad.
Ah, y que de este sillón no me mueve ni dios.
Plano fonético
Si yo fuera el rey de un país y llevara casi cuarenta años dando discursos por Navidad y otras fechas señaladas sabría hablar. Bien, sabría hablar bien. Juan Carlos sabe hablar en el sentido del desarrollo del lenguaje humano, pero su habla no tiene la majestuosidad que se espera de la Corona.
Voz
La voz de el rey se mantiene firme a pesar de la edad: los armónicos demuestran que sus pliegues vocales cierran bien y que no hay signos de fatiga vocal. Si acaso una ligera inflamación y distensión laríngea, como al día siguiente de una fiesta, le provocan esos finales crepitantes [audio] típicos del que se acaba de levantar.
Su tono, 146 Hz de media, es normal para un hombre de su edad -el envejecimiento hace que la voz de los hombres se agudice y la de las mujeres se agrave-.
El intervalo de frecuencias entre el tono más agudo y el más grave es muy estrecho: solo 135 Hz. Eso nos muestra a el rey como una persona poco dinámica, que no se mueve. Es solo una fachada, todos sabemos que cuando la cosa le interesa, bien que se mueve.
Su timbre es oscuro: proviene de una laringe muy baja y laxa en el cuello y sus órganos articulatorios están inactivos cuando habla, como si hablara con la boca pequeña. ¿Será que esconde su verdadero yo? Sí, seguro que preferiría dar un mensaje de Navidad más alegre, con matasuegras, zambomba y gorro de Papá Noel ¡que corran las gambas y el champán!, y no esta matraca que le hacen leer y que tanto le aburre.
Articulación
El rey habla con una articulación de perfil bajo. ¿Es eso lo que queremos para España? ¿Hasta cuándo permitiremos que la marca España sea la chapuza? Su Majestad vocaliza como si tuviera una cáscara de plátano en el paladar.
El rey es un gran deportista, y un gran deportista se caracteriza por una perfecta coordinación de movimientos. ¿Entonces por qué es tan mala la coordinación de sus movimientos articulatorios? Es que no se esfuerza, Majestad, no se aplica, y así no vamos a ningún lado.
Para mejorar su habla, el rey necesita motivación para el cambio, ser consciente de sus fallos, autocrítica, esfuerzo y decisión, ¡igual que para mejorar el país!
Las -a- finales le suenan como si fuera sueco [audio] porque no mueve los labios con la fuerza suficiente, parece que le pesan las mejillas -de ahí su expresión de cariacontecido- o que se ha entrenado para no enseñar los dientes.
Las consonantes -r- en contacto con otra consonante no existen. ¿Qué es eso de 'democacia' [audio], 'gacias' [audio] o 'compotamiento' [audio]? Es verdad que la articulación de la -r- es complicada: la punta de la lengua debe estar relajada para golpear la arruga del paladar mientras que el cuerpo -también de la lengua- debe estar tenso. En su caso todo está flácido, y así no se puede.
Las consonantes nasales -n- o -m- están desnasalizadas: el velo del paladar no baja a tiempo y el chorro de aire no puede salir por la nariz. Así, 'jóvenes' suena 'jóvedes' [audio], 'profesional', 'profesiodal' [audio] y 'somos', 'sobos' [audio], entre otras. Hay que mover el diafragma, Majestad, sacar más aire al hablar.
Si domina la vela, la moto o las tablas de esquí, ¿cómo no va a ser capaz de dominar su lengua [audio] ?
Prosodia y entonación
Es aburrida, monótona, fútil. Las inflexiones tonales, las pausas y los pocos recursos de énfasis están preparados al milímetro, subo aquí, bajo allá, aquí me paro, y la imagen que proyecta es la de un hablante que no siente ninguna implicación emocional en su discurso. Lo que lee en el tele-prompter ni le va ni le viene, o le da tanta vergüenza que hace como si nada. Es una entonación tan poco auténtica que un análisis más detallado no aportaría gran cosa. Me lo ahorro.
La calidad
Lo que más me irrita -como fonetista, como espectadora, como ciudadana y como española- es que no nos sublevemos en masa contra los que hacen tan mal una parte tan importante de su trabajo. Durante años se ha repetido un mantra: es que el rey se crió en varias lenguas y por eso el español no lo habla bien, es que en casa hablan en inglés, y cuánto ha mejorado. Son paños calientes.
Es inadmisible que el rey de un país, un hombre culto, ducho en los negocios y en el deporte, un hombre de mundo que lleva casi cuarenta años dando discursos, aún no se haya dignado a aprender a hablar en público, ¿acaso no nos lo merecemos?
Feliz cumpleaños, Majestad.