Durante la película Yo decido. El Tren de la libertad, una trabajadora social recuerda la historia de una joven embarazada que no tenía el consentimiento de su familia para abortar. Tras mucho sufrimiento fue finalmente un aborto clandestino sin garantías lo que puso fin a ese embarazo y también a la vida de aquella joven sin nombre. La mujer que relata el caso no puede evitar la lágrimas al recordar: "No supimos llegar a ella. No pudimos ayudarla." Ese dolor impregna el plural utilizado hasta trascenderlo. Porque esa mujer ha dejado de hablar de ella misma y del caso vivido. Porque al utilizar el plural ha comenzado a trasladar la impotencia de una sociedad entera y la necesidad, por derecho, de una cobertura que las leyes deben garantizar a las mujeres, tanto para seguir adelante con sus gestaciones como para interrumpirlas cuando así lo desean sin que por ello se jueguen la vida.
Momentos emocionantes como este llenan nuestra película y la convierten en el testimonio histórico de la lucha de distintos colectivos y asociaciones para detener una reforma de ley incomprensible, misógina y retrógrada que anulaba nuestra libertad de decisión. Las mujeres, y entre ellas, nosotras las cineastas, nos alineábamos con un compromiso férreo y contundente, el mismo que había gestado la iniciativa de Tertulia Feminista les Comadres y Mujeres por la Igualdad de Barredos que movilizó a miles de personas desde todos los rincones de este país hasta Madrid para manifestarse el 1 de febrero contra el anteproyecto de ley de Gallardón y la permanencia de la actual Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
La película se estrenó el 10 de julio simultáneamente en 110 salas de toda España, y también inició un recorrido internacional porque ese mismo 1 de febrero distintas ciudades se habían unido a la protesta, haciendo crecer ese clamor social que habíamos iniciado las mujeres indignadas. Tras su estreno el documental se colgó gratuitamente en redes a disposición libre de toda persona que quisiera disfrutarlo. Creíamos que era lo lógico, ya que su misión era convertirse en una herramienta de reflexión y debate para evitar esa reforma de ley. Nosotras mismas, como aquella mujer del documental, y como tantas compañeras de asociaciones y colectivos que habían realizado acciones, habíamos elegido el plural para elevar nuestra voz por encima de nosotras mismas.
El pasado domingo se celebraba el final del verano, la fecha límite colocada por el propio ministro para tramitar su reforma de ley. Nuestra película se presentaba en el Festival de San Sebastián y lo hacía revistiéndose no tanto de evento cinematográfico sino de acontecimiento social. Algunas mujeres asistentes a la proyección en Donosti nos daban las gracias y se comprometían a unirse a la pelea. Seguíamos sumando convicciones y trascendiendo un gesto personal. Y parece que mientras nosotras trascendíamos el ministro tocaba tierra.
A día de la firma de este artículo nos hemos encontrado con la notificación oficial de la retirada de la reforma de ley por aparente falta de consenso y Gallardón ha anunciado su dimisión y su retirada de la política. Realmente podemos considerarlo una victoria de la sociedad en general y de las mujeres en particular.
Nosotras, unidas y en bloque, juntas como nunca, hemos lanzado un poderoso mensaje al Gobierno actual y a todos los que legislen en el futuro: No aceptamos agresiones contra nuestra libertad. Como dice Begoña Piñero, presidenta de las Comadres, somos ciudadanas de primer orden y no necesitamos tutelas sobre nuestro derecho a decidir.
Pero las Angry Women, poderosas y vigilantes, sabemos que no debemos bajar la guardia. Esa visión reaccionaria y caduca que parece haberse venido abajo con la dimisión de Gallardón puede revitalizarse en forma de recurso en el Tribunal Constitucional sobre la actual ley vigente y también sobre la desprotección de las más jóvenes. Efectivamente, hay razones para seguir en alerta. No queremos volver a ser esa profesional que llore ante una cámara lamentándose porque un Gobierno no habilitó los recursos necesarios para salvar la vida y la dignidad de una mujer.
Virginia Yagüe es miembro del Colectivo de Mujeres Cineastas contra la Reforma de la Ley del Aborto firmantes de la película Yo decido. El tren de la libertad.
Momentos emocionantes como este llenan nuestra película y la convierten en el testimonio histórico de la lucha de distintos colectivos y asociaciones para detener una reforma de ley incomprensible, misógina y retrógrada que anulaba nuestra libertad de decisión. Las mujeres, y entre ellas, nosotras las cineastas, nos alineábamos con un compromiso férreo y contundente, el mismo que había gestado la iniciativa de Tertulia Feminista les Comadres y Mujeres por la Igualdad de Barredos que movilizó a miles de personas desde todos los rincones de este país hasta Madrid para manifestarse el 1 de febrero contra el anteproyecto de ley de Gallardón y la permanencia de la actual Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
La película se estrenó el 10 de julio simultáneamente en 110 salas de toda España, y también inició un recorrido internacional porque ese mismo 1 de febrero distintas ciudades se habían unido a la protesta, haciendo crecer ese clamor social que habíamos iniciado las mujeres indignadas. Tras su estreno el documental se colgó gratuitamente en redes a disposición libre de toda persona que quisiera disfrutarlo. Creíamos que era lo lógico, ya que su misión era convertirse en una herramienta de reflexión y debate para evitar esa reforma de ley. Nosotras mismas, como aquella mujer del documental, y como tantas compañeras de asociaciones y colectivos que habían realizado acciones, habíamos elegido el plural para elevar nuestra voz por encima de nosotras mismas.
El pasado domingo se celebraba el final del verano, la fecha límite colocada por el propio ministro para tramitar su reforma de ley. Nuestra película se presentaba en el Festival de San Sebastián y lo hacía revistiéndose no tanto de evento cinematográfico sino de acontecimiento social. Algunas mujeres asistentes a la proyección en Donosti nos daban las gracias y se comprometían a unirse a la pelea. Seguíamos sumando convicciones y trascendiendo un gesto personal. Y parece que mientras nosotras trascendíamos el ministro tocaba tierra.
A día de la firma de este artículo nos hemos encontrado con la notificación oficial de la retirada de la reforma de ley por aparente falta de consenso y Gallardón ha anunciado su dimisión y su retirada de la política. Realmente podemos considerarlo una victoria de la sociedad en general y de las mujeres en particular.
Nosotras, unidas y en bloque, juntas como nunca, hemos lanzado un poderoso mensaje al Gobierno actual y a todos los que legislen en el futuro: No aceptamos agresiones contra nuestra libertad. Como dice Begoña Piñero, presidenta de las Comadres, somos ciudadanas de primer orden y no necesitamos tutelas sobre nuestro derecho a decidir.
Pero las Angry Women, poderosas y vigilantes, sabemos que no debemos bajar la guardia. Esa visión reaccionaria y caduca que parece haberse venido abajo con la dimisión de Gallardón puede revitalizarse en forma de recurso en el Tribunal Constitucional sobre la actual ley vigente y también sobre la desprotección de las más jóvenes. Efectivamente, hay razones para seguir en alerta. No queremos volver a ser esa profesional que llore ante una cámara lamentándose porque un Gobierno no habilitó los recursos necesarios para salvar la vida y la dignidad de una mujer.
Virginia Yagüe es miembro del Colectivo de Mujeres Cineastas contra la Reforma de la Ley del Aborto firmantes de la película Yo decido. El tren de la libertad.
YO DECIDO. EL TREN DE LA LIBERTAD from Yo Decido El Tren de la Libertad on Vimeo.