Como si no existiera el power point ni las pantallas LCD, el cosmonauta rusa Alexei Leonov, el primer humano que paseó por el espacio en 1965, cerró ayer el Starmus Festival, junto al físico Stephen Hawking, con una 'lección' en la que utilizó una gran pizarra para dibujar lo que fue la carrera espacial ruso-americana y abogó por la continuación de la exploración del Cosmos. Ocurrió dentro del acto 'Leyendas del espacio" que abarrotó el Auditorio de Santa Cruz de Tenerife.
Pertrechado de una tiza, Leonov explicó comó las naves rusas solo permitían a sus tripulantes tener 2,5 segundos para decidir donde aterrizar en la superficie lunar, mientras los americanos disponían de 30 segundos. "Invertimos 10 veces menos que Estados Unidos y encima se murió el ingeniero Sergei Koroliov, que era el padre del programa ruso; muchas adversidades hicieron que no llegáramos a pisar la Luna", recordó.
Mientras hablaba, dibujaba ante cientos de personas las diferentes naves, sus módulos, incluso a los astronautas dentro de ellas, reflejando en sus trazos las dificultades que tuvieron para sobrevivir a la aventura.
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Tras él, el escenario fue ocupado por el físico británico Stephen Hawking, cuya presencia en Starmus fue siempre recibida con grandes aplausos y ovaciones como una gran estrella. En la clausura de Starmus, ayer, no fue diferente.
En esta ocasión, el científico más famoso del mundo se centró en los agujeros negros: "No son tan negros como los pintan, no son prisiones eternas, por ellos se puede salir exterior", señaló, para añadir después que "se podría hacer un agujero negro en el acelerador de partículas LHC" para probar sus teorías. "Igual así me daban el Nobel", ironizó.
A preguntas de unos asistentes -seleccionadas por los organizadores del festival- reconoció que "el gran reto tecnológico pendiente es la fusión nuclear que resuelva el problema de la energía en el planeta y nos solucione los efectos de los gases invernadero.
Su charla ponía el colofón final a un evento que ha contado con más de 800 participantes llegados de todo el mundo (curiosamente, los menos españoles), en los que su promotor, el astrofísico Garik Israelian, ha reunido una vez más a científicos, artistas de primer nivel con un presupuesto exiguo, poco más de 300.000 euros, con los que se ha puesto, no sin grandes dificultades, a Canarias en el centro del interés mundial durante una semana. El Gobierno español sólo participó en la clausura, con la presencia de la secretaria de Estado de Investigación, Carmen Vela.
Durante siete días, no solo Hawing -fue un gran éxito lograr que diera dos conferencias,- sino premios Nobel como John Mather, Harold Kroto o Robert Wilson, y un biólogo de la talla de Richard Dawkins, o uno de los físicos más citados del mundo, John Ellis,se han paseado por el Festival Starmus para dar a conocer sus teorías sobre el origen del Universo, la vida extraterrestre o el futuro del planeta. También se disfrutó de grandes figuras de la música, como el teclista Rick Wakerman, que fue del grupo Yes, o Brian May, ex guitarrista de Queen y astrónomo, implicado en el organización del evento.
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Momento estrella fue la mesa redonda "108 minutos", realizada en la cúpula del Gran Telescopio Canario (en La Palma), que contó con la participación de los Nobel y los viajeros espaciales, y en la que se puso de manifiesto que pocos dudan de la existencia de vida fuera de la Tierra, pero otra cosa es que sea inteligente.
Hawking, que no pudo viajar hasta allí, si estuvo presente y comentó que esa inteligencia "es una posibilidad difícil porque puede estar en un estado de desarrollo bajo" dado que pasó muy poco tiempo en surgir vida en la Tierra "y no sabemos cómo se originó". Kroto, Nobel de Física, apuntó que pudo venir en meteoritos porque en ellos se han encontrado ya muchos de sus ingredientes, por lo que hay que seguir buscando, algo que Mather quiere hace con telescopios espaciales de gran tamaño.
Más difícil parece ser que nos detecten a nosotros, porque como dijo el astronauta del Apolo 7 Walter Cunnigham, "con la era digital cada vez transmitimos menos radiación, parecen ruidos. Israelian propuso entonces enviar 100.000 toneladas de elementos radiactivos al espacio a modo de señal de que estamos aquí.
También se metieron a discutir sobre el cambio climático, y ahí se vió la gran división de opiniones que aún existe, pues mientras Cunningham, su compañero Charlie Duke o Israelian se mostraban reacios a aceptarlo, el resto de los científicos no dudaron en fiarse de los datos que se tienen hasta ahora.
En medio del debate, la voz metálica del sintetizador de Hawking, que mueve con el músculo de su mejilla, se dejó oír para sacar un tema que no quería dejar fuera: la Religión. "La ciencia continuamente responde preguntas que la Religión no ha podido. Aún no hay respuesta sobre el origen del Universo, pero yo establecí un trabajo que puede darla. Sólo podemos buscar explicaciones a través de la ciencia. La Religión podría haber servido para que la gente te comportara mejor, pero no ha sido así", afirmó. "Es un tema que echaba de menos", puntualizó también.
A última hora del sábado, ponentes y participantes dejaban el Hotel Abama, centro de gran parte de las actividades. Ya solo quedan muchas cuentas por hacer y la sensación de que los asistentes a Starmus que se van son un poco más sabios que cuando vinieron.
Pertrechado de una tiza, Leonov explicó comó las naves rusas solo permitían a sus tripulantes tener 2,5 segundos para decidir donde aterrizar en la superficie lunar, mientras los americanos disponían de 30 segundos. "Invertimos 10 veces menos que Estados Unidos y encima se murió el ingeniero Sergei Koroliov, que era el padre del programa ruso; muchas adversidades hicieron que no llegáramos a pisar la Luna", recordó.
Mientras hablaba, dibujaba ante cientos de personas las diferentes naves, sus módulos, incluso a los astronautas dentro de ellas, reflejando en sus trazos las dificultades que tuvieron para sobrevivir a la aventura.
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Tras él, el escenario fue ocupado por el físico británico Stephen Hawking, cuya presencia en Starmus fue siempre recibida con grandes aplausos y ovaciones como una gran estrella. En la clausura de Starmus, ayer, no fue diferente.
En esta ocasión, el científico más famoso del mundo se centró en los agujeros negros: "No son tan negros como los pintan, no son prisiones eternas, por ellos se puede salir exterior", señaló, para añadir después que "se podría hacer un agujero negro en el acelerador de partículas LHC" para probar sus teorías. "Igual así me daban el Nobel", ironizó.
A preguntas de unos asistentes -seleccionadas por los organizadores del festival- reconoció que "el gran reto tecnológico pendiente es la fusión nuclear que resuelva el problema de la energía en el planeta y nos solucione los efectos de los gases invernadero.
Su charla ponía el colofón final a un evento que ha contado con más de 800 participantes llegados de todo el mundo (curiosamente, los menos españoles), en los que su promotor, el astrofísico Garik Israelian, ha reunido una vez más a científicos, artistas de primer nivel con un presupuesto exiguo, poco más de 300.000 euros, con los que se ha puesto, no sin grandes dificultades, a Canarias en el centro del interés mundial durante una semana. El Gobierno español sólo participó en la clausura, con la presencia de la secretaria de Estado de Investigación, Carmen Vela.
Durante siete días, no solo Hawing -fue un gran éxito lograr que diera dos conferencias,- sino premios Nobel como John Mather, Harold Kroto o Robert Wilson, y un biólogo de la talla de Richard Dawkins, o uno de los físicos más citados del mundo, John Ellis,se han paseado por el Festival Starmus para dar a conocer sus teorías sobre el origen del Universo, la vida extraterrestre o el futuro del planeta. También se disfrutó de grandes figuras de la música, como el teclista Rick Wakerman, que fue del grupo Yes, o Brian May, ex guitarrista de Queen y astrónomo, implicado en el organización del evento.
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Momento estrella fue la mesa redonda "108 minutos", realizada en la cúpula del Gran Telescopio Canario (en La Palma), que contó con la participación de los Nobel y los viajeros espaciales, y en la que se puso de manifiesto que pocos dudan de la existencia de vida fuera de la Tierra, pero otra cosa es que sea inteligente.
Hawking, que no pudo viajar hasta allí, si estuvo presente y comentó que esa inteligencia "es una posibilidad difícil porque puede estar en un estado de desarrollo bajo" dado que pasó muy poco tiempo en surgir vida en la Tierra "y no sabemos cómo se originó". Kroto, Nobel de Física, apuntó que pudo venir en meteoritos porque en ellos se han encontrado ya muchos de sus ingredientes, por lo que hay que seguir buscando, algo que Mather quiere hace con telescopios espaciales de gran tamaño.
Más difícil parece ser que nos detecten a nosotros, porque como dijo el astronauta del Apolo 7 Walter Cunnigham, "con la era digital cada vez transmitimos menos radiación, parecen ruidos. Israelian propuso entonces enviar 100.000 toneladas de elementos radiactivos al espacio a modo de señal de que estamos aquí.
También se metieron a discutir sobre el cambio climático, y ahí se vió la gran división de opiniones que aún existe, pues mientras Cunningham, su compañero Charlie Duke o Israelian se mostraban reacios a aceptarlo, el resto de los científicos no dudaron en fiarse de los datos que se tienen hasta ahora.
En medio del debate, la voz metálica del sintetizador de Hawking, que mueve con el músculo de su mejilla, se dejó oír para sacar un tema que no quería dejar fuera: la Religión. "La ciencia continuamente responde preguntas que la Religión no ha podido. Aún no hay respuesta sobre el origen del Universo, pero yo establecí un trabajo que puede darla. Sólo podemos buscar explicaciones a través de la ciencia. La Religión podría haber servido para que la gente te comportara mejor, pero no ha sido así", afirmó. "Es un tema que echaba de menos", puntualizó también.
A última hora del sábado, ponentes y participantes dejaban el Hotel Abama, centro de gran parte de las actividades. Ya solo quedan muchas cuentas por hacer y la sensación de que los asistentes a Starmus que se van son un poco más sabios que cuando vinieron.