La reina Letizia también recicla. Aunque es habitual verla con una nueva prenda de ropa casi cada semana —ya sea un mono de fiesta, un bolso de factura española o incluso algo que clona de su propio vestidor—, la esposa de Felipe VI no duda en rescatar prendas, zapatos y especialmente joyas que ha usado en otros momentos para combinarlas de distintos modos en diversas ocasiones.
Eso hizo la noche del lunes 6 de noviembre, cuando ofreció junto al rey una cena en el Palacio Real en honor del presidente israelí, Reuven Rivlin y su esposa, Nechama Rivlin. Para la ocasión, la reina se decantó por un conjunto antiguo, tanto que es de los primeros que colgó en su real vestidor: una falda que data del año 2004.
En concreto se trataba de un modelo espectacular firmado por Lorenzo Caprile, que tanto y tan bien vistió a la reina cuando no era ni princesa, en los inicios de su relación con don Felipe. Un modelo de flores blancas bordadas sobre fondo negro y que se denomina falda de mantón de Manila, puesto que se realizó con uno de estos mantones como base.
13 años después de estrenarla en una gala de la Hispanic Society en Nueva York en octubre de 2004, la reina rescató la falda, que también había usado en un acto en el Prado en 2006 y en dos cenas de gala en los otoños de 2007 y 2008, y que hasta el momento siempre había combinado con blusas blancas. Esta vez, en cambio, la acompañó de un cuerpo, casi corpiño, también firmado por Caprile y que tenía 11 años: lo estrenó en Luxemburgo en julio de 2006 y sólo había sido usado en aquella ocasión.
Como viene siendo habitual las últimas semanas, la reina ha sido alabada por los medios internacionales por su estilo en el vestir. Y, de nuevo, el diario británico Daily Mailha vuelto a fijarse en los "MUY tonificados" (así, en mayúscula) brazos de la reina. En septiembre, el diario ya dijo de ella que era "una monarca muy musculosa", y en octubre volvieron a destacar sus "esculpidos brazos".
Caprile fue el artífice del que se considera uno de los mejores vestidos de Letizia, el rojo de gasa que lució en su primer gran acto público como pareja de Felipe, la boda de Mary y Federico de Dinamarca, a una semana de su propia boda.
El look de la reina en esta cena kosher ante 130 invitados, en la que se sirvió flor de huevo campero con salmón, merluza con boletus y castañas y, de postre, piña con membrillo y granada, todo elaborado por Ramón Freixa, no quedó ahí. La reina sacó del joyero una de sus joyas preferidas, de las que también usaba con frecuencia cuando era princesa: la tiara floral, que Franco le regaló a la reina Sofía con motivo de su boda, en 1962, y que la infanta Cristina llevó en su propio enlace con Iñaki Urdangarin.
Letizia también apostó por sus nuevas favoritas, las pulseras gemelas de diamantes, de Cartier, dos de las más valiosas joyas de pasar, y por unos pendientes largos de perlas y diamantes, los que llevó la infanta Elena en su boda con Jaime de Marichalar. También llevó la banda turquesa de la orden de Carlos III con el broche de la Flor de Lis, característico de los Borbones.