Estos días, los reyes están acogiendo al presidente de Israel, Reuven Rivlin, y a su esposa, Nechama Rivlin. Eso supone una importante logística de actos, desplazamientos, visitas y cenas. Y, en el caso de la reina Letizia, de cambios y combinaciones en el vestidor.
La reina parece no tener término medio: si para la cena de gala en el Palacio Real del lunes sacó del armario una falda de hace 13 años y un top de hace 11 de Lorenzo Caprile, para el encuentro en El Pardo se decantó por un vestido nuevo de una diseñadora internacional, Carolina Herrera.
El vestido de la reina, negro, sin mangas y a media pierna, llamó la atención por sus tintineantes lentejuelas y por ser, esta vez sí, de estreno. El modelo de Carolina Herrera, sin embargo, tenía truco. Aunque parecía estar confeccionado con una tela negra de lunares blancos, en realidad esos lunares no eran tales. Son simplemente más lentejuelas, de mayor tamaño, en blanco mate. El vestido, según han explicado fuentes de la firma a Vanitatis, cuesta 890 euros, aunque algunas páginas lo venden hasta por 5.000.
Para acompañar el modelo, la reina se decantó por dos marcas españolas —algo habitual en ella— en sus complementos: zapatos de charol negros de Magrit, una de sus firmas fetiches, y cartera negra de raso de su diseñador de cabecera, Felipe Varela. Como joyas estrella optó por los pendientes de chatones, dos de las más imponentes joyas de pasar.
Curiosamente, el vestido de Letizia ya lo llevó otra persona: su propia diseñadora, Carolina Herrera. La venezolana lo lució —de manga larga y con un escote algo distinto— en una fiesta en su honor en Nueva York, y también se la ha visto con él (bajo una americana, eso sí) en un evento en Madrid.