¿Está bien la presidenta del Parlament? "Todo lo bien que se puede estar en una situación como esta". ¿Tranquila? "Sí". Esto confesaba a El HuffPost una de las personas más cercanas a Carme Forcadell a las puertas del Tribunal Supremo. Ella acababa de cruzar el umbral. Dentro la esperaba el juez Pablo Llarena, quien la interroga después de que el Fiscal General se querellará contra ella, todos los miembros del cesado Govern y los integrantes de la Mesa por rebelión, sedición y malversación.
Hoy es el turno de Forcadell y los cinco miembros de la Mesa (Lluís Maria Corominas, Lluís Guinó, Ramona Barrufet, Anna Simó y Joan Josep Nuet). El Supremo no les resulta extraño, ya lo visitaron la semana pasada pero se pospuso la declaración. Mientras volvían hace siete días a Barcelona se enteraron de que Oriol Junqueras y otros siete exconsellers eran enviados por la Audiencia Nacional a la cárcel. Hoy ella llega con la duda de si volverá a la capital condal esta tarde o saldrá en un furgón hacia Alcalá Meco.
Madrid se ha levantado muy frío. Este jueves es muy especial para los habitantes de la capital, tienen fiesta por ser el día de la Almudena -la patrona de la ciudad a la que se consagra su catedral-. Pero hoy el Supremo no se ha tomado semana caribeña y se ha convertido en el escenario de ese culebrón jurídico político que vive España. Hoy no tocaba ni Bruselas, ni el Palau, ni el Congreso, ni el Senado. Total protagonismo matutino para ese palacete casi grisáceo, imponente y coqueto, todo muy francés (la plaza en la que está se llama Villa de París y su vecino es el Instituto Français).
Pero eso no es una historia de amor. Un centenar de personas han esperado a Forcadell y los miembros de la Mesa para apoyarles, a la vez que se han concentrado algunos manifestantes con banderas de España. El momento de más tensión ha sido cuando ha llegado la presidenta del Parlament, que ha sido recibida por un pequeño grupo con gritos de "No nos engañan, Cataluña es España", "Catalanidad es hispanidad", "Fascistas a prisión". Frente de ellos, separados por un nutrido grupo de policías, los concentrados 'indepes' les ha contestado "No estáis solos", "Libertad para los presos políticos" y "Els carrers seran sempre nostres". Los agentes de seguridad se han llevado rápidamente a los pocos que portaban banderas españolas con el lema "Viva la unidad de España". No querían lío.
Tensión en las puertas del Supremo pic.twitter.com/zE4eIcwXg2
— ElhuffPostPolitica (@HuffPostPolitic) 9 de noviembre de 2017
SIN PASEÍLLO... PERO MUCHAS CARAS CONOCIDAS
Forcadell y el resto de los miembros de la Mesa han evitado el 'paseíllo', como si hicieron Junqueras y los consellers cesados que acudieron a la Audiencia la semana pasada. Han preferido una llegada rápida en coche y saludo al aire. Los cámaras disparaban y las teles buscaban el mejor plano. Y es que este culebrón se ha convertido también en un gran fenómeno mediático: directos de los programas, declaraciones paralelas, codazos entre periodistas... Todo aderezado con gritos de manifestantes afectados por la estafa de Forum-Afinsa, que quieren salir en todos los planos porque dicen que nadie les hace caso.
Decenas de cargos públicos, diputados y parlamentarios se han acercado hasta las puertas del Supremo para apoyar a los citados por el juez. Hoy el PDeCAT ha sido el que ha enviado la delegación más grande: Marta Pascal, Carles Campuzano, Ferran Bel, Jordi Xuclà, Josep Lluis Cleries, David Bonheví, Lourdes Ciuró... Pero también han acudido, por parte de ERC, las diputadas Teresa Jordá y Ester Capella. Hasta se ha visto al dimitido líder de Podem, Albano Dante Fachin, y al futuro candidato de Catalunya En Comú, Xavi Domènech. Muchos lazos amarillos en las solapas
Entre los concentrados se amontonaban las conversaciones. Denuncias por el tratamiento judicial de los querellados... y teorías de todo tipo sobre si habrá cárcel y su impacto en la vida política. Un dirigente del PDeCAT contaba por lo bajo que lo último que le había llegado, dentro de este capítulo patrio de House of cards, es que Maza había sido tan duro, en complicidad con un sector del PP, para que caiga Mariano Rajoy.
Minutos más tarde, mientras Forcadell declaraba dentro, independentistas, policías, periodistas, manifestantes con la bandera de España y cámaras estaban codo con codo en la cafetería El Supremo entre churros, tostadas de tomate y pinchos de tortilla. En los bares no hay fronteras.