Sánchez pidió compatibilidad para cobrar como tertuliano y como profesor
Alguien ha dicho esta semana que el PSOE vive su particular "Tiempo de silencio"; que muchos asisten atónitos a esta nueva etapa del socialismo de Pedro Sánchez, pero que todos callan y que como en el cuento de Hans Christian Andersen "El traje del nuevo emperador", nadie se atreve a decir que el Rey va desnudo. Será porque aún no han pasado los 100 días de gracia; será porque creen que disparar contra el nuevo secretario general es un suicidio colectivo o será por una especie de abulia colectiva...
Pero pocos se atreven a decir en público lo que cuentan en privado: que el socialismo del "sálvame", el "telepromter", la obsesión por la imagen y la ausencia de contenidos les dejará por debajo de los 80 escaños; que la dirección federal es de las más flojas que se recuerdan -pese a que Zapatero dejó el listón bien bajo-; que las intervenciones del secretario general defraudan; que el primer Comité Federal de la era Sánchez fue un desastre; que el número uno no convence, que el dos flojea y que al tres ni se le conoce; que falta reposo, estudio, un proyecto y un relato y que sobran genialidades y declaraciones de pasillo.
Pero esta semana se ha empezado a romper la barrera del sonido. Y no sólo por la ocurrencia, luego matizada, del secretario general de proponer funerales de Estado para las víctimas de la violencia machista, también por su propuesta de hacer incompatible la actividad parlamentaria con cualquier otra actividad remunerada, incluida la docencia y la participación en medios de comunicación, conferencias o seminarios si estos están remunerados. La iniciativa ya ha sido registrada en el Congreso en forma de proposición no de ley, y el número uno del PSOE anuncia que si el PP no la respalda, él la convertirá en obligatoria para los socialistas. Y la decisión ha provocado una convulsión general.
Primero porque la Comisión del Estatuto del Diputado del Congreso ya ha concedido para esta Legislatura la compatibilidad de algunas actividades privadas de sus señorías que, en la mayoría de los casos de los socialistas, es la docencia. Segundo, porque la decisión tomada por el secretario general no afecta a los miembros de su Ejecutiva que no sean parlamentarios. Y tercero porque el propio Sánchez solicitó el año pasado a la Cámara Baja compatibilidad para dar clases en la Universidad privada Camilo José Cela y para participar en tertulias de radio y televisión, dos actividades por las que él sí recibió la remuneración que ahora quiere prohibir.
Claro, quienes se proponen decir grandes cosas, están obligados a practicarlas. Y como en el caso del nuevo líder del PSOE no ha sido así en el pasado, sus propios correligionarios se han encargado de echar un vistazo a su declaración de intereses y actividades del Congreso. Y en ella aparece que por acuerdo plenario de fecha 14 de marzo de 2013 se le concedió permiso para ejercer a cambio de remuneración como profesor asociado, a tiempo parcial, en la citada Universidad privada. Con la misma fecha, se le autorizó la compatibilidad con retribución para la producción y creación literaria y para participar en medios de comunicación y cursos en universidades percibiendo indemnización a cambio.
Alguien ha dicho esta semana que el PSOE vive su particular "Tiempo de silencio"; que muchos asisten atónitos a esta nueva etapa del socialismo de Pedro Sánchez, pero que todos callan y que como en el cuento de Hans Christian Andersen "El traje del nuevo emperador", nadie se atreve a decir que el Rey va desnudo. Será porque aún no han pasado los 100 días de gracia; será porque creen que disparar contra el nuevo secretario general es un suicidio colectivo o será por una especie de abulia colectiva...
Pero pocos se atreven a decir en público lo que cuentan en privado: que el socialismo del "sálvame", el "telepromter", la obsesión por la imagen y la ausencia de contenidos les dejará por debajo de los 80 escaños; que la dirección federal es de las más flojas que se recuerdan -pese a que Zapatero dejó el listón bien bajo-; que las intervenciones del secretario general defraudan; que el primer Comité Federal de la era Sánchez fue un desastre; que el número uno no convence, que el dos flojea y que al tres ni se le conoce; que falta reposo, estudio, un proyecto y un relato y que sobran genialidades y declaraciones de pasillo.
Pero esta semana se ha empezado a romper la barrera del sonido. Y no sólo por la ocurrencia, luego matizada, del secretario general de proponer funerales de Estado para las víctimas de la violencia machista, también por su propuesta de hacer incompatible la actividad parlamentaria con cualquier otra actividad remunerada, incluida la docencia y la participación en medios de comunicación, conferencias o seminarios si estos están remunerados. La iniciativa ya ha sido registrada en el Congreso en forma de proposición no de ley, y el número uno del PSOE anuncia que si el PP no la respalda, él la convertirá en obligatoria para los socialistas. Y la decisión ha provocado una convulsión general.
Primero porque la Comisión del Estatuto del Diputado del Congreso ya ha concedido para esta Legislatura la compatibilidad de algunas actividades privadas de sus señorías que, en la mayoría de los casos de los socialistas, es la docencia. Segundo, porque la decisión tomada por el secretario general no afecta a los miembros de su Ejecutiva que no sean parlamentarios. Y tercero porque el propio Sánchez solicitó el año pasado a la Cámara Baja compatibilidad para dar clases en la Universidad privada Camilo José Cela y para participar en tertulias de radio y televisión, dos actividades por las que él sí recibió la remuneración que ahora quiere prohibir.
Claro, quienes se proponen decir grandes cosas, están obligados a practicarlas. Y como en el caso del nuevo líder del PSOE no ha sido así en el pasado, sus propios correligionarios se han encargado de echar un vistazo a su declaración de intereses y actividades del Congreso. Y en ella aparece que por acuerdo plenario de fecha 14 de marzo de 2013 se le concedió permiso para ejercer a cambio de remuneración como profesor asociado, a tiempo parcial, en la citada Universidad privada. Con la misma fecha, se le autorizó la compatibilidad con retribución para la producción y creación literaria y para participar en medios de comunicación y cursos en universidades percibiendo indemnización a cambio.
registro_intereses_diputado_381.pdf by El Huffington Post