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Suecia honra a Palestina

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Acaba de tener lugar un acontecimiento de trascendental importancia para las relaciones internacionales y para la estabilidad y la justicia en Oriente Medio. El nuevo primer ministro sueco, Stefan Lofven, socialdemócrata, digno sucesor de Olof Palme, ha anunciado que su país reconocerá a Palestina como Estado. Es el primer gran país de la Unión Europea que lo hace, si bien otros lo llevaron a cabo antes de integrarse en ella (Polonia, Rumania, Bulgaria, Hungría, Chequia, Malta, Chipre). A pesar de la labor obstruccionista de los Estados Unidos, 138 Estados de la ONU (el 80% de la población mundial) ya lo han hecho.

A ello hay que sumar otro significativo evento y es que este lunes 13 de octubre, a iniciativa del Partido Laborista, el Parlamento de Westminster votará sobre el posible reconocimiento de Palestina como Estado, al igual que Estocolmo. Aunque no es vinculante para el Gobierno de Su Graciosa Majestad, si el resultado es favorable, impactará. Los representantes de los ciudadanos se pronunciarán sobre un simple enunciado: "Esta Cámara estima que el Gobierno debe reconocer al Estado de Palestina, en paralelo al Estado de Israel". El ministro laborista en la sombra ya había dicho en 2012 que " la estatalidad palestina no es un regalo, sino un derecho que debe ser reconocido".

No lo ve así el Gobierno israelí, que lleva décadas violando el derecho internacional y las resoluciones de Naciones Unidas. En el Reino Unido presiona para que el voto del lunes sea negativo y casi avergüenza comentar su reacción ante la decisión sueca. Avigdor Lieberman, ultraderechista, ministro de Asuntos Exteriores, enemigo del Estado palestino... y de los palestinos, ha reaccionado vulgar y chabacanamente contra el jefe de Gobierno nórdico: "Lofven debe prestar atención a otros conflictos de la región más urgentes (?!)... se precipita en tomar una decisión sin entender el conflicto israelo-palestino" (como si fuera difícil entender la ocupación militar y la conculcación de derechos). Tal vez Lieberman ignore que Stefan Lofven (que obviamente había estudiado el conflicto en profundidad) se había reunido en Ramala en 2012 con el presidente Abas y prometido que cuando llegara al poder reconocería a Palestina.

Todo esto está aconteciendo en un clima permanente mantenido desde hace décadas por sucesivos Gobiernos israelíes, decididos, salvo honrosa excepción, a no permitir el establecimiento de un Estado palestino viable. Todo aquel que genuinamente apoya el fin de la ocupación israelí y la creación de ese Estado viable es automáticamente descalificado como enemigo de Israel y antisemita. Hay en esa línea numerosísimas declaraciones. Basten ahora las realizadas a Radio Israel (4-10-14) por Zvi Mazel, ex embajador en Suecia: "Los socialdemócratas son antiisraelíes. Suecia es uno de los lugares más antisemitas del mundo. El nuevo Gobierno formado por Stefan Lofven odia a Israel". Y lo que para muchos es motivo de elogio y orgullo de la política y cultura suecas, para este señor es causa de preocupación: "Suecia ha acogido 80.000 refugiados árabes en 2014".

Tan sui generis embajador debe sentirse plenamente respaldado por el vergonzoso discurso pronunciado en la Asamblea General de Naciones Unidas (29-9-14) por su primer ministro, Netanyahu, quien calificó al Consejo de Derechos Humanos de "Consejo de los derechos de los terroristas", alegando que la actitud de dicho órgano hacia Istael estaba "prejuiciada" y "arraigada en el resurgir global del antisemitismo". Como "perla", Netanyahu proclamó que las Fuerzas armadas de Israel -que regularmente machacan Gaza, sin contemplación alguna hacia niños que juegan al fútbol, y periódicamente asedian Cisjordania- "constituyen el ejército más moral del mundo". Sin comentarios.

Hablando de moralidad, los laboristas que este lunes 13 votarán a favor en la Cámara de los
Comunes consideran que ello es un deber moral para Gran Bretaña. Yo siempre he pensado que Palestina constituye la causa moral de nuestro tiempo. Estados Unidos debería de una vez por todas rechazar las presiones sionistas domésticas que avergüenzan a tantos ciudadanos y líderes de opinión y dejar de hacer declaraciones sin sentido mientras las colonias judías proliferan en los Territorios Palestinos ocupados (esta misma semana han sido aprobadas otras 2610 viviendas en Givat Hamatos, sureste de Jerusalén) y decidirse a actuar ante la permanente tomadura de pelo de Israel.

Por su parte, la UE continúa con su hipócrita y pasiva actitud. Una vez tras otra, ante las nuevas colonias como las que acaban de anunciarse estos días, Bruselas emite declaraciones similares a esta, recién publicada: "Esta decisión supone otro paso altamente perjudicial que mina las posibilidades de una solución basada en los dos Estados y cuestiona el compromiso de Israel de cara a lograr un acuerdo negociado y pacífico con los palestinos". ¡Pues claro que cuestiona y claro que mina! Pero simultáneamente cuestiona y mina la propia credibilidad de la Unión Europea, credibilidad que tuvo en su día y que ilusionó a tantos, palestinos, europeos y ciudadanos de buena voluntad en 1980 cuando Europa plasmó en la Declaración de Venecia su reconocimiento de los derechos del pueblo palestino y su voluntad de hacer justicia en este tema. Europeos y ciudadanos de buena voluntad continuamos esperando. Pero los palestinos...crecientemente desesperando.

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