Bolivia se ha convertido en el primer país en legalizar el trabajo infantil, hasta tal punto que permite trabajar a niños a partir de los 10 años y con restricciones mínimas. Mientras, mi hijo de 10 años fue reprendido en su colegio de Nueva York cuando jugaba a "Verdad o Reto" porque había desafiado a un compañero a tocarle el trasero a una chica de clase. Esto nunca ocurrió porque el compañero de mi hijo entró en pánico. No obstante, el director del colegio reunió a los dos niños en su despacho y les explicó que podría convocar a la policía ya que un acto de acoso sexual podría haber ocurrido.
En La Paz, la capital de Bolivia, el mismo día que se había aprobado la nueva ley de trabajo infantil, yo me encontraba fotografiando un carnaval y su gente disfrazada cuando me crucé con el presidente, Evo Morales. Posó para mí con un niño en brazos.
La ironía es una herramienta muy útil, sobre todo cuando uno busca tener una perspectiva diferente sobre un tema en concreto. En este caso, la ironía viene bien para diseccionar algunos problemas sociales. El trabajo infantil sigue siendo considerado un fenómeno social y político en lugar de uno económico, tal y como presencié en la televisión boliviana esa misma noche. En el programa argumentaban que el índice de pobreza en Bolivia podía disminuir con la ayuda de los niños.
Hablar de acoso sexual a un niño de 10 años es absurdo. Es demasiado pronto para que puedan siquiera considerar tal cosa.
En La Paz, existe un suburbio fascinante llamado El Alto. El nivel de pobreza aquí se funde con la arquitectura andina, la cultura Cholita y el rastro más grande del mundo donde puedes encontrar cualquier cosa imaginable, desde un pingüino en una nevera hasta secreción de caracol.
Gran parte de este centro urbano, compuesto por más de un millón de amerindios, está formado por trabajadores migrantes que llegaron hasta aquí buscando labrarse un futuro mejor. Las "Cholitas" son mujeres Aymara, conocidas por romper barreras sociales. Me pregunto qué piensan ellas sobre el trabajo infantil y si creen que sus hijos están acosando sexualmente a sus amigas cada vez que se burlan de ellas.
La ética de trabajo para los amerindios contrasta drásticamente con la nuestra. Su noción de juego infantil también es diferente. Históricamente, los niños bolivianos han trabajado la tierra y la mayoría de sus padres provienen de pueblos mineros y zonas rurales.
Aunque la vida en la ciudad y en gran parte de las zonas rurales ya no es la misma, los niños deben ir al colegio y tienen derecho a una educación vivan donde vivan y al margen de su estatus económico. Nunca deberían ser explotados económicamente, ya que uno de los mejores regalos de la vida es poder ser niño y jugar.
Hace poco, el comité noruego de los Premios Nobel anunció los ganadores del Premio de la Paz de 2014. Fueron Kailash Satyarthi y Malala Yousafzay quienes han luchado contra la represión de los niños y jóvenes, y por el derecho de todos los niños a la educación. Enhorabuena.
En La Paz, la capital de Bolivia, el mismo día que se había aprobado la nueva ley de trabajo infantil, yo me encontraba fotografiando un carnaval y su gente disfrazada cuando me crucé con el presidente, Evo Morales. Posó para mí con un niño en brazos.
La ironía es una herramienta muy útil, sobre todo cuando uno busca tener una perspectiva diferente sobre un tema en concreto. En este caso, la ironía viene bien para diseccionar algunos problemas sociales. El trabajo infantil sigue siendo considerado un fenómeno social y político en lugar de uno económico, tal y como presencié en la televisión boliviana esa misma noche. En el programa argumentaban que el índice de pobreza en Bolivia podía disminuir con la ayuda de los niños.
Hablar de acoso sexual a un niño de 10 años es absurdo. Es demasiado pronto para que puedan siquiera considerar tal cosa.
En La Paz, existe un suburbio fascinante llamado El Alto. El nivel de pobreza aquí se funde con la arquitectura andina, la cultura Cholita y el rastro más grande del mundo donde puedes encontrar cualquier cosa imaginable, desde un pingüino en una nevera hasta secreción de caracol.
Gran parte de este centro urbano, compuesto por más de un millón de amerindios, está formado por trabajadores migrantes que llegaron hasta aquí buscando labrarse un futuro mejor. Las "Cholitas" son mujeres Aymara, conocidas por romper barreras sociales. Me pregunto qué piensan ellas sobre el trabajo infantil y si creen que sus hijos están acosando sexualmente a sus amigas cada vez que se burlan de ellas.
La ética de trabajo para los amerindios contrasta drásticamente con la nuestra. Su noción de juego infantil también es diferente. Históricamente, los niños bolivianos han trabajado la tierra y la mayoría de sus padres provienen de pueblos mineros y zonas rurales.
Aunque la vida en la ciudad y en gran parte de las zonas rurales ya no es la misma, los niños deben ir al colegio y tienen derecho a una educación vivan donde vivan y al margen de su estatus económico. Nunca deberían ser explotados económicamente, ya que uno de los mejores regalos de la vida es poder ser niño y jugar.
Hace poco, el comité noruego de los Premios Nobel anunció los ganadores del Premio de la Paz de 2014. Fueron Kailash Satyarthi y Malala Yousafzay quienes han luchado contra la represión de los niños y jóvenes, y por el derecho de todos los niños a la educación. Enhorabuena.