Túnez, cuatro mujeres, dos de ellas muy jóvenes: la que identifica a los votantes y la que les entrega la papeleta de voto con las listas de los partidos.
La tercera es una mujer madura, presidenta de la mesa que, ahora, abre la urna en la que contará y escrutará -ante los representantes de los partidos y los observadores de la Unión Europea- las 492 papeletas de los votos emitidos.
Mientras vacía la urna, se palpa la emoción de todos los presentes en este aula de primaria, descascarillada pero llena de colores.
Un minuto -exactamente- antes del cierre, llega una mujer vestida de gris y falda larga con su hijo pequeño de la mano y, ¡al fin!, vota.
El escrutinio dura 4 horas. Un trabajo minucioso, hecho con rigor y con todo cariño, a pesar de una jornada de 12 horas ininterrumpidas para las tres responsables de la mesa electoral.
Es la esperanza de la democracia en un otoño tunecino que, esta vez sí, suena a primavera.