La irrupción de Estado Islámico (EI) en la escena internacional nos ha hecho ver publicados numerosos artículos advirtiendo de la amenaza que supone para Oriente Medio y Europa. Pero, ¿qué sucede con Asia y Pacífico? El grupo integrista que aspira a unificar el Islam se ha fijado en una zona donde encontramos importantísimas poblaciones musulmanas, como Indonesia, Malasia o Filipinas.
Si en España en su momento se habló mucho de cuando el EI mencionó la recuperación de Al-Andalus, en China saltaron las alarmas en julio, cuando el semanario de Hong Kong, Phoenix Weekly, publicó un discurso del líder islamista, Abu Bakr al-Baghdadi, donde la República Popular estaba el primero en una lista de 20 países considerados enemigos por la organización.
La televisión china CCTV informa sobre los avances del EI en Oriente Medio.
El EI incorporaba a su retórica la situación de los uigures musulmanes en la conflictiva región de Xinjiang; y donde Beijing no duda en exhibir la amenaza del integrismo como una justificación para su política de mano dura. Recientemente, Wu Sike, enviado especial de China para Oriente Medio, afirmó que había alrededor de un centenar de miembros de esta minoría luchando en Irak y en Siria.
Para algunos analistas, el potencial del ISIS para organizar células en Xinjiang aún es muy limitado. Tal y como nos ha recordado recientemente Nicolás de Pedro, investigador del CIDOB, pese a que realmente ha aumentado la conflictividad en la región este año, Beijing sigue exagerando los vínculos entre las organizaciones extremistas uigures (en especial el Movimiento Islámico del Turkestán Oriental) y los grupos islamistas extranjeros. Aunque también apunta que la preocupación por la presencia de militantes uigures en Siria es real.
Otra zona de Asia donde también preocupan las acciones del EI es en el Sudeste asiático. También parece que a día de hoy, este grupo integrista tiene una capacidad limitada para actuar. Pero como nos recordaba un artículo de la revista Foreign Affairs, los Gobiernos están en alerta por si realmente los terroristas consiguieran arraigarse.
La cadena ABC informó así de las detenciones de presuntos miembros del EI en Australia.
El temor de Gobiernos como Malasia, Indonesia (países mayoritariamente musulmanes) o Filipinas (cuyas islas del sur también tienen importantes porcentajes de población con este credo) es que se repita una situación como la que vivieron a principios de los 90. Entonces, algunos de sus ciudadanos radicalizados en la guerra de Afganistán contra los soviéticos, volvieron para formar grupos extremistas.
La más célebre de estas organizaciones fue Jamaah Islamiya, tristemente célebre por el atentado de Bali en 2002 donde murieron 202 personas. De momento, Singapur, Malasia, Filipinas e Indonesia han reconocido que algunos de sus ciudadanos han viajado a Oriente Medio para luchar al lado del ISIS. Aunque de momento son solo unas decenas, y no se puede hablar de un reclutamiento masivo.
Otro Gobierno en el Pacífico que ha lanzado una alerta sobre el EI ha sido Australia. A mediados de septiembre incluso realizaron una redada a mediados de septiembre para desbaratar un complot en Sydney.
Recuerdo a las víctimas del atentado de Bali en 2002. Fuente: Wikimedia.
Según el Foreign Affairs, el ISIS ha podido realizar estos reclutamientos a través de clérigos radicales que se han visto atraídos por su discurso apocalíptico sobre la batalla del final de los tiempos. El texto también apunta a que en estos países ha habido tradicionalmente una interpretación muy sectaria del Islam suní, marginando al chiismo (por ejemplo, está prohibido en Malasia).
Sin embargo, de momento todo son indicios que podrían configurar un escenario futuro: el EI aún no tiene poder para ser una gran amenaza en otras partes de Asia más allá de Oriente Medio.
Conviene recordar que buena parte del éxito de estos integristas en Irak ha sido su alianza con grupos sunitas, hartos del Gobierno chiita. En el caso del Sudeste Asiático, las organizaciones islamistas autóctonas como Jemaah Islamiyah o Majelis Mujahidin han mostrado su rechazo a las acciones de EI.
Si en España en su momento se habló mucho de cuando el EI mencionó la recuperación de Al-Andalus, en China saltaron las alarmas en julio, cuando el semanario de Hong Kong, Phoenix Weekly, publicó un discurso del líder islamista, Abu Bakr al-Baghdadi, donde la República Popular estaba el primero en una lista de 20 países considerados enemigos por la organización.
La televisión china CCTV informa sobre los avances del EI en Oriente Medio.
El EI incorporaba a su retórica la situación de los uigures musulmanes en la conflictiva región de Xinjiang; y donde Beijing no duda en exhibir la amenaza del integrismo como una justificación para su política de mano dura. Recientemente, Wu Sike, enviado especial de China para Oriente Medio, afirmó que había alrededor de un centenar de miembros de esta minoría luchando en Irak y en Siria.
Para algunos analistas, el potencial del ISIS para organizar células en Xinjiang aún es muy limitado. Tal y como nos ha recordado recientemente Nicolás de Pedro, investigador del CIDOB, pese a que realmente ha aumentado la conflictividad en la región este año, Beijing sigue exagerando los vínculos entre las organizaciones extremistas uigures (en especial el Movimiento Islámico del Turkestán Oriental) y los grupos islamistas extranjeros. Aunque también apunta que la preocupación por la presencia de militantes uigures en Siria es real.
Otra zona de Asia donde también preocupan las acciones del EI es en el Sudeste asiático. También parece que a día de hoy, este grupo integrista tiene una capacidad limitada para actuar. Pero como nos recordaba un artículo de la revista Foreign Affairs, los Gobiernos están en alerta por si realmente los terroristas consiguieran arraigarse.
La cadena ABC informó así de las detenciones de presuntos miembros del EI en Australia.
El temor de Gobiernos como Malasia, Indonesia (países mayoritariamente musulmanes) o Filipinas (cuyas islas del sur también tienen importantes porcentajes de población con este credo) es que se repita una situación como la que vivieron a principios de los 90. Entonces, algunos de sus ciudadanos radicalizados en la guerra de Afganistán contra los soviéticos, volvieron para formar grupos extremistas.
La más célebre de estas organizaciones fue Jamaah Islamiya, tristemente célebre por el atentado de Bali en 2002 donde murieron 202 personas. De momento, Singapur, Malasia, Filipinas e Indonesia han reconocido que algunos de sus ciudadanos han viajado a Oriente Medio para luchar al lado del ISIS. Aunque de momento son solo unas decenas, y no se puede hablar de un reclutamiento masivo.
Otro Gobierno en el Pacífico que ha lanzado una alerta sobre el EI ha sido Australia. A mediados de septiembre incluso realizaron una redada a mediados de septiembre para desbaratar un complot en Sydney.
Recuerdo a las víctimas del atentado de Bali en 2002. Fuente: Wikimedia.
Según el Foreign Affairs, el ISIS ha podido realizar estos reclutamientos a través de clérigos radicales que se han visto atraídos por su discurso apocalíptico sobre la batalla del final de los tiempos. El texto también apunta a que en estos países ha habido tradicionalmente una interpretación muy sectaria del Islam suní, marginando al chiismo (por ejemplo, está prohibido en Malasia).
Sin embargo, de momento todo son indicios que podrían configurar un escenario futuro: el EI aún no tiene poder para ser una gran amenaza en otras partes de Asia más allá de Oriente Medio.
Conviene recordar que buena parte del éxito de estos integristas en Irak ha sido su alianza con grupos sunitas, hartos del Gobierno chiita. En el caso del Sudeste Asiático, las organizaciones islamistas autóctonas como Jemaah Islamiyah o Majelis Mujahidin han mostrado su rechazo a las acciones de EI.