Finalmente, la Ley de Propiedad Intelectual entrará en vigor el 1 de enero de 2015 y con ella una Tasa Google, que ha generado una intensa controversia, tal como sucedió en otros países europeos en años recientes.
La prensa escrita busca desde hace tiempo la forma de ganar dinero en internet. Algunos ofrecen contenido de pago, otros combinan suscripción papel y digital, algunos abandonaron totalmente la versión impresa, otros han cerrado. En general, la prensa no se preparó a tiempo para el cambio y puede que haya perdido el tren. El bajón en ventas y en ingresos publicitarios es crítico para muchas empresas de prensa, y en algunos casos, amenaza incluso su supervivencia.
Mediante la publicidad dirigida, Google convirtió la búsqueda en internet y otros servicios aparentemente gratuitos en máquinas de hacer dinero. La publicidad responde a las búsquedas, al perfil y a las actividades del usuario. En general es discreta, a veces brilla por su ausencia.
Recibo las alertas de Google por correo electrónico sin publicidad alguna. Los enlaces me llevan directamente a la página de los medios de comunicación, sin intermediarios, con su propia comunicación comercial. Es como escuchar la tertulia del desayuno en la radio, cuando comentan los titulares de la prensa; la emisora de radio puede insertar cuñas publicitarias, pero si quiero leer el artículo completo tengo que adquirir el periódico con toda su publicidad.
¿Perjudica Google a la prensa saqueando, como se alega, su propiedad intelectual y mermando sus ingresos al dirigir a los usuarios hacia sus artículos? Si fuera así, los medios de comunicación escrita se habrían desmarcado hace tiempo de la indexación de Google. En cambio, los lobbies de los medios de comunicación de masa quieren que Google comparta sus ingresos con los medios en declive.
El proteccionismo y las barreras pueden frenar la innovación. Es como tratar de prohibir la imprenta de Gutenberg con el fin de proteger a los escribas, o proponer medidas para detener la revolución industrial en el interés del comercio equino.
¿Hay algo que proteger? Sí. Todos reconocemos los nobles objetivos de los medios de comunicación que incluyen difundir información, alimentar el debate público mediante el análisis, la crítica y la opinión, y facilitar una mayor transparencia y escrutinio de los asuntos de interés público. Estas son funciones del periodismo. Por ello el Consejo de Europa, con sus 47 estados miembros y más de 820 millones de habitantes, considera los medios de comunicación una piedra angular de la democracia y pugna por preservar su independencia y pluralismo.
A lo largo del tiempo, las empresas de comunicación han agregado alrededor del periodismo profesional otros contenidos y, sobre el conjunto, han desarrollado un modelo de negocio. Pero la tendencia actual es de disgregar los tipos de contenido mediante servicios a la carta, blogs, redes sociales, tribunas de denuncias anónimas, comunicación de la sociedad civil y una variedad de plataformas para la distribución de contenido, sea profesional o no. Se trata de una nueva concepción de los medios de comunicación de masa.
Ante los problemas, la prensa pide a gobiernos y legisladores una "Lex Google" (apoyándose en los derechos de autor) o una "Tasa Google" para redistribuir la riqueza. En realidad, la pregunta que hay que hacer es: ¿hay que ayudar a las empresas de medios de comunicación o habría que apoyar al periodismo en su transición hacia nuevos modelos de funcionamiento?
¿Cuál es la mejor estrategia? La prudencia es una buena consejera. Los políticos deberían avanzar con precaución para evitar consecuencias indeseables. ¿Qué pasaría si Google dejase de repertoriar los medios de comunicación de masas españoles? Y si la Tasa Google subvenciona a la prensa, ¿servirá de incentivo o revulsivo para el empleo de periodistas profesionales? ¿Reclamarán a continuación los lobbies una "Tasa Twitter"?
La función de gobernantes y legisladores no es proteger modelos de negocio obsoletos. En cambio, el Estado puede -incluso debe- apoyar servicios esenciales para la comunidad, servicios de interés público, que las fuerzas de mercado no garantizarán. En nuestro caso, el servicio esencial no es la empresa prensa sino el periodismo profesional y de calidad. El objetivo debe ser promover y preservar la libertad de expresión y garantizar que la gente pueda recibir información fiable y variada, análisis de calidad y opiniones independientes, capaces de inspirar el debate público pluralista que toda sociedad democrática necesita.
Las dificultades actuales podrían tener un efecto saludable para el periodismo profesional en su conjunto. Disgregado de otros servicios, el periodismo profesional podría atraer nuevas fuentes de ingresos o de financiación. El apoyo al periodismo podría ser una medida temporal, hasta que surjan nuevos modelos de funcionamiento y financiación. Pero sería erróneo vincularlo a tasas o impuestos exigidos a unos u otros operadores de internet.
La respuesta tiene que venir de la mano de la protección y promoción de los valores y sostenibilidad democráticos, fuertemente anclados en los derechos humanos. Hay organizaciones, entre las que se encuentra el Consejo de Europa, con una probada trayectoria en estas lides y que pueden acoger la reflexión.
La prensa escrita busca desde hace tiempo la forma de ganar dinero en internet. Algunos ofrecen contenido de pago, otros combinan suscripción papel y digital, algunos abandonaron totalmente la versión impresa, otros han cerrado. En general, la prensa no se preparó a tiempo para el cambio y puede que haya perdido el tren. El bajón en ventas y en ingresos publicitarios es crítico para muchas empresas de prensa, y en algunos casos, amenaza incluso su supervivencia.
Mediante la publicidad dirigida, Google convirtió la búsqueda en internet y otros servicios aparentemente gratuitos en máquinas de hacer dinero. La publicidad responde a las búsquedas, al perfil y a las actividades del usuario. En general es discreta, a veces brilla por su ausencia.
Recibo las alertas de Google por correo electrónico sin publicidad alguna. Los enlaces me llevan directamente a la página de los medios de comunicación, sin intermediarios, con su propia comunicación comercial. Es como escuchar la tertulia del desayuno en la radio, cuando comentan los titulares de la prensa; la emisora de radio puede insertar cuñas publicitarias, pero si quiero leer el artículo completo tengo que adquirir el periódico con toda su publicidad.
¿Perjudica Google a la prensa saqueando, como se alega, su propiedad intelectual y mermando sus ingresos al dirigir a los usuarios hacia sus artículos? Si fuera así, los medios de comunicación escrita se habrían desmarcado hace tiempo de la indexación de Google. En cambio, los lobbies de los medios de comunicación de masa quieren que Google comparta sus ingresos con los medios en declive.
El proteccionismo y las barreras pueden frenar la innovación. Es como tratar de prohibir la imprenta de Gutenberg con el fin de proteger a los escribas, o proponer medidas para detener la revolución industrial en el interés del comercio equino.
¿Hay algo que proteger? Sí. Todos reconocemos los nobles objetivos de los medios de comunicación que incluyen difundir información, alimentar el debate público mediante el análisis, la crítica y la opinión, y facilitar una mayor transparencia y escrutinio de los asuntos de interés público. Estas son funciones del periodismo. Por ello el Consejo de Europa, con sus 47 estados miembros y más de 820 millones de habitantes, considera los medios de comunicación una piedra angular de la democracia y pugna por preservar su independencia y pluralismo.
A lo largo del tiempo, las empresas de comunicación han agregado alrededor del periodismo profesional otros contenidos y, sobre el conjunto, han desarrollado un modelo de negocio. Pero la tendencia actual es de disgregar los tipos de contenido mediante servicios a la carta, blogs, redes sociales, tribunas de denuncias anónimas, comunicación de la sociedad civil y una variedad de plataformas para la distribución de contenido, sea profesional o no. Se trata de una nueva concepción de los medios de comunicación de masa.
Ante los problemas, la prensa pide a gobiernos y legisladores una "Lex Google" (apoyándose en los derechos de autor) o una "Tasa Google" para redistribuir la riqueza. En realidad, la pregunta que hay que hacer es: ¿hay que ayudar a las empresas de medios de comunicación o habría que apoyar al periodismo en su transición hacia nuevos modelos de funcionamiento?
¿Cuál es la mejor estrategia? La prudencia es una buena consejera. Los políticos deberían avanzar con precaución para evitar consecuencias indeseables. ¿Qué pasaría si Google dejase de repertoriar los medios de comunicación de masas españoles? Y si la Tasa Google subvenciona a la prensa, ¿servirá de incentivo o revulsivo para el empleo de periodistas profesionales? ¿Reclamarán a continuación los lobbies una "Tasa Twitter"?
La función de gobernantes y legisladores no es proteger modelos de negocio obsoletos. En cambio, el Estado puede -incluso debe- apoyar servicios esenciales para la comunidad, servicios de interés público, que las fuerzas de mercado no garantizarán. En nuestro caso, el servicio esencial no es la empresa prensa sino el periodismo profesional y de calidad. El objetivo debe ser promover y preservar la libertad de expresión y garantizar que la gente pueda recibir información fiable y variada, análisis de calidad y opiniones independientes, capaces de inspirar el debate público pluralista que toda sociedad democrática necesita.
Las dificultades actuales podrían tener un efecto saludable para el periodismo profesional en su conjunto. Disgregado de otros servicios, el periodismo profesional podría atraer nuevas fuentes de ingresos o de financiación. El apoyo al periodismo podría ser una medida temporal, hasta que surjan nuevos modelos de funcionamiento y financiación. Pero sería erróneo vincularlo a tasas o impuestos exigidos a unos u otros operadores de internet.
La respuesta tiene que venir de la mano de la protección y promoción de los valores y sostenibilidad democráticos, fuertemente anclados en los derechos humanos. Hay organizaciones, entre las que se encuentra el Consejo de Europa, con una probada trayectoria en estas lides y que pueden acoger la reflexión.