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¿Quién se lucra con nuestros datos?

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El pasado 21 de octubre la Comisión de Libertades Civiles del Parlamento Europeo adoptó su posición respecto a la reforma del marco europeo de privacidad y protección de datos personales. A instancias de Jan-Philipp Albrecht, eurodiputado del grupo Verdes/ALE y responsable del informe parlamentario sobre el Reglamento de Protección de Datos, el Parlamento enmendó la propuesta legislativa original de la Comisión Europea haciéndola incluso más restrictiva: multas de hasta el 5% de su facturación global a las empresas que incumplan la ley (cuando la propuesta original era de 2%); una articulación efectiva del derecho al olvido en forma de un derecho a borrar aquello que es publicado en redes sociales; y exigiendo que las empresas obtengan el consentimiento explícito de sus usuarios antes de recolectar información personal.

La intensidad y ferocidad del lobby contra la reforma de la Directiva de Protección de Datos y el nuevo Reglamento da dimensión de la importancia de esta difícil victoria para aquellos que creemos que la defensa de la privacidad es fundamental para la democracia y para el correcto funcionamiento de los mercados. Google tiene más gente haciendo lobby a la Comisión que empleados tiene la Comisión trabajando en las nuevas leyes, el Gobierno estadounidense se ha implicado directamente en influenciar a los ejecutivos europeos y, no hay por qué negarlo, ha resultado difícil explicar al gran público la importancia de lo que se está discutiendo en Bruselas.

La posición del Parlamento no hubiese sido la misma si no fuese por Edward Snowden - excontratista de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA), hoy asilado en Rusia. Muchas certezas incómodas tenemos hoy gracias a Snodwen. Hoy sabemos que aquello que conocen Google, Facebook, Microsoft o Twitter sobre nosotros también lo saben las agencias de espionaje de Europa y Estados Unidos. Sabemos que existe una vigilancia masiva e indiscriminada de nuestras telecomunicaciones y de las de nuestros líderes políticos. Sabemos, en definitiva, que mientras nos explicaban que necesitábamos más seguridad nos estaban quitando derechos.

Sin embargo, las nuevas reglas de privacidad todavía no son efectivas ni es seguro que lo vayan a ser pronto. Se abren dos escenarios que serán utilizados por quienes no quieren mayor protección de los datos personales. Por un lado, el Parlamento y el Consejo Europeo -en presencia de la Comisión- entrarán ahora en negociaciones a puerta cerrada, conocidas como trílogos en la jerga comunitaria, de los cuales es difícil adivinar el resultado. Si la posición del Parlamento respecto a las nuevas reglas de privacidad es conocida y ha sido debatida ante la luz pública, no sabemos cual es la posición de los Estados. Todo parece indicar que Londres quiere dilatar la discusión para así poder relajar las reglas, pero ¿cuál es la posición de las demás capitales? ¿Qué opina el Gobierno de Rajoy?

Por otro lado, las negociaciones abiertas entre la Unión Europea y Estados Unidos por un Tratado de Libre Comercio (TLC) amenazan el marco europeo de privacidad si se acaba incluyendo la libre circulación de datos personales en el mismo. Esta es la pretensión de Estados Unidos, pero sorprendentemente también del Gobierno alemán, que no abandona la ambigüedad en el debate sobre privacidad.

Las grandes corporaciones, el Gobierno estadounidense y también sus aliados europeos, pretenderán usar estos dos escenarios, trílogos y el TLC, para rebajar las reglas de privacidad. Ante ello debemos exigir más política con luces y taquígrafos que reflejen el debate público. El Partido Verde Europeo ha pedido la suspensión de las negociaciones del TLC con Estados Unidos precisamente porque no quiere que sea un nuevo ACTA, que unos pocos negocien a escondidas los derechos de muchos.

El Parlamento Europeo se ha mostrado nuevamente como el organismo más transparente y representativo del entramado institucional comunitario. El déficit democrático viene en este momento dado por la falta de transparencia de los ejecutivos europeos, capaces de decir una cosa en público y hacer otra a puertas cerradas, y de los acuerdos intergubernamentales. Es fundamental que los parlamentos estatales ejerzan su poder de control respecto a sus ejecutivos para auditar y debatir qué posición efectiva defenderán los Gobiernos europeos respecto a la protección de datos en los próximos meses.

La democracia no puede existir sin privacidad. La privacidad es la piedra fundamental de la libertad de expresión, de la libertad de organización y de la proposición de alternativas políticas. Hoy, agencias de espionaje como la NSA pero también el español CNI tienen suficiente información como para poner o sacar actores políticos a placer. ¿Qué es lo que nos garantiza que no lo hacen, hicieron o harán? Necesitamos control público, transparencia y protección de nuestros datos personales para poner equilibrio en la balanza de la seguridad y la privacidad.

Las leyes de privacidad de la Unión Europea son consideradas, por ONGs y expertos de todo el mundo, como la vara que fija el estándar global de privacidad. Lo que Bruselas decida influenciará al resto del planeta, que copiará o se inspirará en la legislación europea para el desarrollo de sus propias leyes. Por nuestra democracia, y por la privacidad de todo el mundo, es fundamental que la Unión Europea haga las cosas bien y refuerce su marco de privacidad. Estemos atentos.

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