
El domingo era liberado de su "prisión de oro" en el hotel Ritz-Carlton de Riad —la capital de Arabia Saudita—, el príncipe Al Waleed bin Talal. Estaba recluido desde el pasado mes de noviembre junto con otros 700 príncipes y empresarios saudíes acusados de corrupción por el príncipe heredero y el hombre que está revolucionando el país, Mohammed Bin Salman.
Al Waleed es el dueño de uno de los holding accionariales más importantes del mundo, a través de su empresa de inversión Kingdom Holding Co. Según parece, este y otros príncipes y empresarios habrían llegado a un acuerdo y pagarían 100.000 millones de dólares a las arcas públicas sauditas para evitar el juicio por corrupción y poder salir en libertad.
El príncipe saudita en libertad es uno de los accionistas más importantes de compañías como Twitter, Citigroup, Disneyland Paris y es el dueño del hotel Savoy de Londres. Se estima que su fortuna alcanza los 17.000 millones de dólares. En el mundo de los negocios era conocido como el Warren Buffet árabe y entre sus caprichos se encuentran un Boing 747 y un Airbus A380 por el que pagó 215 millones de euros, más la adaptación a sus gustos, como los 200 kilos de oro distribuidos dentro del avión en diferentes decoraciones. En 2015 decidió donar su fortuna íntegra a la caridad. Aún así, su nombre era el primero de la lista de los "presuntamente corruptos" de Arabia Saudita y por ello fue encarcelado en el Hotel Ritz de Riad. Según sus primeras declaraciones a Reuters " todo está aclarado y se trataba de un malentendido".
Bin Salman, el príncipe heredero de Arabia Saudí, está convulsionando Oriente Medio con sus medidas anticorrupción, anunciando que las mujeres pueden conducir y que se abrirán los cines próximamente en un país en el que casi todo estaba prohibido y las mujeres son relegadas a un segundo plano.