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Confeti

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Lamento no haber podido recibir al nuevo ministro de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad con confeti. El país no está para fiestas. Lamento haber estropeado la operación lavado de cara del PP respecto a su nefasta gestión en políticas de igualdad. Pero sobre todo, lamento el mal inicio del ministro que, ante la tragedia de una tentativa de asesinato y dos asesinatos consumados el mismo día -el lunes pasado-, se despachara con dos tuits y una frase recurrente sobre la importancia que su Gobierno da a la lucha contra la violencia de género.

El señor Alonso no es un recién llegado, no es un experto que el Partido Popular haya fichado para deshacer el desastre que Mato ha dejado tras de sí. Es el jefe de la bancada popular, al que han seguido 186 diputados, es el portavoz del Grupo Parlamentario que ha refrendado las nefastas y peligrosas políticas que, en materia de igualdad, ha llevado a cabo el Gobierno y al que Rajoy recurre para minimizar daños electorales. Es el protagonista del "finiquito en diferido", como diría María Dolores de Cospedal, de las políticas de igualdad: lo que no acabó de eliminar Ana Mato lo hará él. Eso sí, sin perder la sonrisa y con gran despliegue mediático.

La operación lavado de cara pasa por esconder tanto la pésima gestión de los tres años anteriores como su falta de conocimientos sobre las materias que le han encomendado. Porque el ministro Alonso es capaz de decir con tranquilidad que la lucha contra la violencia de género es una prioridad de este Gobierno cuando ha recortado un 33% los presupuestos en igualdad y un 22% en violencia de género. Capaz de afirmar que "hay que seguir sensibilizando, seguir empoderando a las mujeres, seguir haciendo una educación en igualdad (...) a futuro siempre lo importante es educar a las nuevas generaciones y sensibilizar para que la sociedad sea absolutamente intolerante con el maltrato", cuando han eliminado la asignatura de educación para la ciudadanía y la nueva ley de educación ha sacado de las aulas toda la formación en igualdad y en prevención de violencia de género. Incluso es capaz de asegurar que es partidario de comprender y regular el aborto, no de prohibirlo, siendo como es firmante del recurso de inconstitucionalidad de la ley del aborto en vigor.

Lamento que los sectores más retrógrados intenten, incluso en violencia de género, la estrategia de la espuma, que es donde el Partido Popular quiere llevar todos los debates. Lo importante en este terreno es si están protegidas las mujeres víctimas de violencia de género, sus hijos e hijas, y por qué han sido asesinadas este año más de un 30% de las mujeres que habían denunciado, aun habiendo pedido ayuda. Lo importante es saber por qué están fallando los mecanismos de valoración del riesgo, por qué no se han modificado, por qué cada año hay más sobreseimientos y menos órdenes de protección.

Los debates políticos deben ser honestos. Ya no estamos en lo políticamente correcto, estamos en lo socialmente correcto. Como buena parte de la ciudadanía estoy cansada de escuchar frases de argumentario que no se corresponden con ninguna actuación política. Cansada de lo anecdótico mientras los problemas continúan sin solución.

Si el PP ha comenzado la precampaña intentando que unas cuantas sonrisas, un par de tuits y unas frases retóricas sirvan para que les vuelvan a votar; si ésta es la estrategia que Rajoy ha puesto en manos de Alfonso Alonso, es su problema, pero no es lo que necesitan las víctimas de violencia de género. El nuevo ministro tiene la oportunidad de trabajar para mejorar la protección de las mujeres y acabar con la violencia. Ojalá no la desaproveche. La vida de las mujeres, no pasa por estrategias electorales. No estamos para confeti.

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