Una de las frases que más he escuchado en la última semana es "lamento profundamente los ataques ocurridos en París, ya que nada justifica la violencia", PERO. Se preguntaran qué pinta un pero después de una condena a un atentado terrorista. Ah, ya. Pero los dibujos de la revista Charlie Hebdo resultan, en el mejor de los casos, ofensivos, hirientes, vulgares, racistas, homófobos, islamófobos, misóginos, pornógrafos. "No estoy de acuerdo con esta agresión. PERO sus portadas eran innecesarias. Y hay cosas que deben respetarse. Las instituciones religiosas, sobre todo. Por lo que la crítica o juicio a cualquiera de sus ámbitos son ilícitos, incluso en aquellos Estados considerados laicos".
Si aceptamos que la religión es una esfera de la sociedad en la que la sátira es innecesaria, igual deberíamos cambiar un par de cosas sin importancia. Para empezar, que se censure La vida de Brian. Esos Monty Python son unos blasfemos. Y atención, que John Lennon dijo una vez que los Beatles eran más famosos que el propio Jesucristo. No vuelvan a escucharlo.
Lo siento mucho por Goya, pero esa última etapa de su obra sobre las pinturas negras era obscena, desagradable y se la podías haber ahorrado. Y ese tal Ibn Waaraq, que le cuente a su almohada por qué no es musulmán, pero no al mundo, que su historia es prescindible.
Solicito que jamás se vuelva a emitir en una cadena de radio Like a Virgin. Porque lo de Madonna no tiene justificación alguna: ¿quién le mandaría aparecer crucificada y portando una especie de corona de espinas durante su tour Confessions on the Dance Floor? Lady Gaga y todas estas modernas tampoco se van a librar.
El código Da Vinci nunca debió ser un bestseller. A Houellebecq no deberían dejarle presentar su nueva novela. Los daneses, que se dibujen a sí mismos, y que Magnus Gjoen no sea considerado artista. El que tenga la tentación de leer Los versos satánicos, será amonestado, igual que el que quiera ver Dogma. Su director, Kevin Smith, recibió 30.000 mensajes de odio, pero igual era también por lo soseras de Ben Affleck. Y nada de ver la pasión del cristo de Mel Gibson, por ser considerada antisemita. Por cierto, no, Jesús no es gay, querido Bryan Mcpherson.
La pelicula Water, acusada de mostrar aspectos negativos del hinduismo, no tenía que haberse estrenado. Si no han oído hablar de ella, mejor. Lamento que 2000 asaltantes tomaran las localizaciones destruyendo y quemando el set de rodaje principal en protesta. Pero sobraba. Tanto como Así en el cielo como en la tierra, de José Luis Cuerda. Y es que lo de poner a Bonilla a interpretar a Jesús sí que es pecado. ¿Es que no había otro? Se acabaron también las películas de terror religioso, de esas de cosas diabólicas y demás. Adiós al exorcista. Que quiten, por favor, a la actriz de la casa del terror y la recoloquen en el barco pirata, que da mucho canguelo. Ah, y nadie ama a Laura. Lo siento por ti, bonita.
Para terminar, y ya que nos ponemos, fuera Nietzsche, por esa idea de que Dios ha muerto. Pero peor aún es Darwin, con provocar con la llamada teoría de la evolución.
Que no, que no es que no nos gusten la diversidad de ideas y opiniones, lo políticamente incorrecto, el humor, la sátira o la crítica. Que sí, que somos defensores de la libertad de expresión. Pero el humor, mejor sano, bien blanquito e inmaculado. Hay ciertas cosas que no se tocan. A ver si vamos a ofender a alguien.
Si aceptamos que la religión es una esfera de la sociedad en la que la sátira es innecesaria, igual deberíamos cambiar un par de cosas sin importancia. Para empezar, que se censure La vida de Brian. Esos Monty Python son unos blasfemos. Y atención, que John Lennon dijo una vez que los Beatles eran más famosos que el propio Jesucristo. No vuelvan a escucharlo.
Lo siento mucho por Goya, pero esa última etapa de su obra sobre las pinturas negras era obscena, desagradable y se la podías haber ahorrado. Y ese tal Ibn Waaraq, que le cuente a su almohada por qué no es musulmán, pero no al mundo, que su historia es prescindible.
Solicito que jamás se vuelva a emitir en una cadena de radio Like a Virgin. Porque lo de Madonna no tiene justificación alguna: ¿quién le mandaría aparecer crucificada y portando una especie de corona de espinas durante su tour Confessions on the Dance Floor? Lady Gaga y todas estas modernas tampoco se van a librar.
El código Da Vinci nunca debió ser un bestseller. A Houellebecq no deberían dejarle presentar su nueva novela. Los daneses, que se dibujen a sí mismos, y que Magnus Gjoen no sea considerado artista. El que tenga la tentación de leer Los versos satánicos, será amonestado, igual que el que quiera ver Dogma. Su director, Kevin Smith, recibió 30.000 mensajes de odio, pero igual era también por lo soseras de Ben Affleck. Y nada de ver la pasión del cristo de Mel Gibson, por ser considerada antisemita. Por cierto, no, Jesús no es gay, querido Bryan Mcpherson.
La pelicula Water, acusada de mostrar aspectos negativos del hinduismo, no tenía que haberse estrenado. Si no han oído hablar de ella, mejor. Lamento que 2000 asaltantes tomaran las localizaciones destruyendo y quemando el set de rodaje principal en protesta. Pero sobraba. Tanto como Así en el cielo como en la tierra, de José Luis Cuerda. Y es que lo de poner a Bonilla a interpretar a Jesús sí que es pecado. ¿Es que no había otro? Se acabaron también las películas de terror religioso, de esas de cosas diabólicas y demás. Adiós al exorcista. Que quiten, por favor, a la actriz de la casa del terror y la recoloquen en el barco pirata, que da mucho canguelo. Ah, y nadie ama a Laura. Lo siento por ti, bonita.
Para terminar, y ya que nos ponemos, fuera Nietzsche, por esa idea de que Dios ha muerto. Pero peor aún es Darwin, con provocar con la llamada teoría de la evolución.
Que no, que no es que no nos gusten la diversidad de ideas y opiniones, lo políticamente incorrecto, el humor, la sátira o la crítica. Que sí, que somos defensores de la libertad de expresión. Pero el humor, mejor sano, bien blanquito e inmaculado. Hay ciertas cosas que no se tocan. A ver si vamos a ofender a alguien.