El pasado año, Barhuze se encontraba trabajando al lado del río de su pequeña aldea cuando le picó, sin darse apenas cuenta, una mosca tse-tse, transmisora del parásito de la enfermedad del sueño también conocida como tripanosomiasis africana.
Este pescador de 34 años, con nombre ficticio, no prestó demasiada atención a esa picadura ni a la fiebre leve, ni a los dolores musculares y de cabeza que sucedieron; lo asoció a un principio de gripe o resfriado. Con el tiempo, los síntomas se fueron agravando de forma gradual. Los dolores de cabeza eran cada vez más intensos y frecuentes, se encontraba muy cansado y le costaba seguir con sus tareas habituales. Había incluso momentos en que no recordaba hechos recientes y mostraba síntomas de desorientación. Sus trastornos del ritmo del sueño y los cambios de humor, típicos síntomas de la fase neurológica de la enfermedad y que le dan nombre a la misma, repercutían cada vez más en las relaciones familiares y amistosas. Nadie entendía el origen de esos cambios.
Por suerte, Barhuze fue tratado en una de las campañas de diagnóstico de la enfermedad del sueño llevadas a cabo por diversas ONG. Sus síntomas eran claros y su residencia, la República Democrática del Congo, uno de los países subsaharianos donde la enfermedad es endémica y donde se notifican anualmente el 66% de los casos, daba pistas evidentes de su infección. Tras el doloroso diagnóstico de la punción lumbar que permitió saber si el parásito había traspasado la barrera hematoencefálica y accedido al sistema nervioso, comenzó su tratamiento. Barhuze tendrá que hacerse revisiones durante el siguiente año y finalmente podrá declararse totalmente curado.
La enfermedad del sueño o tripanosomiasis africana es una de las 17 enfermedades tropicales que la Organización Mundial de la Salud (OMS) cataloga como olvidadas debido a la falta de investigación y a la escasa atención que reciben por parte de la industria farmacéutica y de los gobiernos de los países desarrollados. Cada año, millones de personas están expuestas a esta enfermedad en los 36 países del África subsahariana donde es endémica.
Los síntomas del primer estadio de la enfermedad son difusos y poco específicos: fiebres leves, dolores de cabeza y de articulaciones y cansancio, entre otros. Por lo general, si no es diagnosticada y tratada en este estadio, el parásito pasa al sistema nervioso central mostrando síntomas más evidentes de afectación neurológica, sueño y debilidad hasta desembocar en un coma y la muerte del paciente.
Ya que el tratamiento es distinto para el primer y segundo estadio, debe identificarse con exactitud en qué situación se encuentra el paciente una vez es diagnosticado. Para ello hay que verificar si el parásito ha accedido al sistema nervioso central mediante una punción lumbar, un método de diagnóstico extremadamente doloroso que requiere personal y equipo especializados.
Reivindicando el diagnóstico precoz y el desarrollo de tratamientos orales
Hasta hace bien poco, el tratamiento utilizado era con fármacos desarrollados en los años 20 y 40 del siglo pasado, con graves efectos adversos que producían incluso la muerte en algunos casos. Muchos pacientes se veían obligados a abandonar los tratamientos por no poder soportarlos o por la falta de acceso a un centro hospitalario. Desde 2009, gracias a la iniciativa de la organización sin ánimo de lucro DNDi, se usa la combinación de Nifurtimox y Eflornitina (NECT por sus siglas en inglés). Ésta permite reducir la duración del tratamiento de 14 a 10 días. Sin embargo, la vía de administración utilizada sigue siendo la intravenosa, con varias dosis diarias, lo que hace imprescindible la hospitalización.
El caso de Barhuze fue diagnosticado y tratado a tiempo. No tuvieron la misma suerte muchos de los 30.000 casos de enfermedad del sueño estimados anualmente. La falta de métodos de diagnóstico rápidos, así como de tratamientos accesibles y seguros, dificulta cada vez más la erradicación de esta enfermedad, que año tras año amenaza a 70 millones de personas.
Gracias a las campañas de diagnóstico precoz y a los programas de control se ha podido disminuir los casos: de los 40.000 que se notificaron en los años 80 a los menos de 7.000 que se notificaron el pasado 2011. La OMS estima que el número real de casos no detectados asciende aún a 30.000 (frente a los 300.000 en 1988). Por todo ello, varias ONG, entre ellas Farmamundi, piden y reclaman más investigación en enfermedades tropicales olvidadas como la enfermedad del sueño. Apoyan la investigación de métodos diagnósticos simplificados que se puedan integrar y faciliten las campañas de diagnóstico. Asimismo, reivindican el desarrollo de tratamientos orales y seguros para la fase avanzada de la enfermedad del sueño.
Este pescador de 34 años, con nombre ficticio, no prestó demasiada atención a esa picadura ni a la fiebre leve, ni a los dolores musculares y de cabeza que sucedieron; lo asoció a un principio de gripe o resfriado. Con el tiempo, los síntomas se fueron agravando de forma gradual. Los dolores de cabeza eran cada vez más intensos y frecuentes, se encontraba muy cansado y le costaba seguir con sus tareas habituales. Había incluso momentos en que no recordaba hechos recientes y mostraba síntomas de desorientación. Sus trastornos del ritmo del sueño y los cambios de humor, típicos síntomas de la fase neurológica de la enfermedad y que le dan nombre a la misma, repercutían cada vez más en las relaciones familiares y amistosas. Nadie entendía el origen de esos cambios.
Por suerte, Barhuze fue tratado en una de las campañas de diagnóstico de la enfermedad del sueño llevadas a cabo por diversas ONG. Sus síntomas eran claros y su residencia, la República Democrática del Congo, uno de los países subsaharianos donde la enfermedad es endémica y donde se notifican anualmente el 66% de los casos, daba pistas evidentes de su infección. Tras el doloroso diagnóstico de la punción lumbar que permitió saber si el parásito había traspasado la barrera hematoencefálica y accedido al sistema nervioso, comenzó su tratamiento. Barhuze tendrá que hacerse revisiones durante el siguiente año y finalmente podrá declararse totalmente curado.
La enfermedad del sueño o tripanosomiasis africana es una de las 17 enfermedades tropicales que la Organización Mundial de la Salud (OMS) cataloga como olvidadas debido a la falta de investigación y a la escasa atención que reciben por parte de la industria farmacéutica y de los gobiernos de los países desarrollados. Cada año, millones de personas están expuestas a esta enfermedad en los 36 países del África subsahariana donde es endémica.
Los síntomas del primer estadio de la enfermedad son difusos y poco específicos: fiebres leves, dolores de cabeza y de articulaciones y cansancio, entre otros. Por lo general, si no es diagnosticada y tratada en este estadio, el parásito pasa al sistema nervioso central mostrando síntomas más evidentes de afectación neurológica, sueño y debilidad hasta desembocar en un coma y la muerte del paciente.
Ya que el tratamiento es distinto para el primer y segundo estadio, debe identificarse con exactitud en qué situación se encuentra el paciente una vez es diagnosticado. Para ello hay que verificar si el parásito ha accedido al sistema nervioso central mediante una punción lumbar, un método de diagnóstico extremadamente doloroso que requiere personal y equipo especializados.
Reivindicando el diagnóstico precoz y el desarrollo de tratamientos orales
Hasta hace bien poco, el tratamiento utilizado era con fármacos desarrollados en los años 20 y 40 del siglo pasado, con graves efectos adversos que producían incluso la muerte en algunos casos. Muchos pacientes se veían obligados a abandonar los tratamientos por no poder soportarlos o por la falta de acceso a un centro hospitalario. Desde 2009, gracias a la iniciativa de la organización sin ánimo de lucro DNDi, se usa la combinación de Nifurtimox y Eflornitina (NECT por sus siglas en inglés). Ésta permite reducir la duración del tratamiento de 14 a 10 días. Sin embargo, la vía de administración utilizada sigue siendo la intravenosa, con varias dosis diarias, lo que hace imprescindible la hospitalización.
El caso de Barhuze fue diagnosticado y tratado a tiempo. No tuvieron la misma suerte muchos de los 30.000 casos de enfermedad del sueño estimados anualmente. La falta de métodos de diagnóstico rápidos, así como de tratamientos accesibles y seguros, dificulta cada vez más la erradicación de esta enfermedad, que año tras año amenaza a 70 millones de personas.
Gracias a las campañas de diagnóstico precoz y a los programas de control se ha podido disminuir los casos: de los 40.000 que se notificaron en los años 80 a los menos de 7.000 que se notificaron el pasado 2011. La OMS estima que el número real de casos no detectados asciende aún a 30.000 (frente a los 300.000 en 1988). Por todo ello, varias ONG, entre ellas Farmamundi, piden y reclaman más investigación en enfermedades tropicales olvidadas como la enfermedad del sueño. Apoyan la investigación de métodos diagnósticos simplificados que se puedan integrar y faciliten las campañas de diagnóstico. Asimismo, reivindican el desarrollo de tratamientos orales y seguros para la fase avanzada de la enfermedad del sueño.