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El triunfador, el pacificador y el alma de la fiesta: cómo el orden de nacimiento afecta a tu personalidad

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Te vas de viaje familiar con tus hermanos. ¿Con cuál de estos tres casos te identificas más?

  1. Lo has estado planeando todo durante varias semanas: has reservado el hotel, los restaurantes, le has cambiado el aceite al coche, le has llenado el depósito de gasolina y has fijado las paradas durante el viaje.


  2. Te has levantado con prisas por la mañana, intentando guardar las cosas en la maleta lo más rápido posible, todo en el último momento. Al final has echado comida para picotear y algo de ropa al azar. Si te toca conducir, confías en poder encontrar una gasolinera cercana, porque llevas el depósito medio vacío.


  3. ¿Un viaje en familia? ¡Suena divertido! Te dejas llevar por el momento sin preparar más equipaje que tus bromas y unas cuantas anécdotas divertidas. Disfrutas de la comida que llevan tus hermanos mayores y, a mitad de camino, te das cuenta de que quizás debas comprarte un abrigo más apropiado para el tiempo que va a hacer al llegar a tu destino.


Si te identificas con el primero, probablemente eres el mayor.

Si el segundo caso te describe bien, puede que seas el mediano.

Si el tercer caso te resulta más familiar, entonces posiblemente eres el pequeño de la familia.

El orden de la familia importa

Algunos investigadores creen que el orden de nacimiento es tan importante como el sexo de los niños y casi tanto como la genética, poniendo de nuevo sobre la mesa el debate sobre lo innato y lo adquirido. Por mi experiencia como educadora e investigadora, sé que no existen dos niños que compartan los "mismos padres", aunque vivan en la misma familia. ¿Por qué? Porque los padres se comportan de manera diferente con cada hijo, y dos niños nunca adoptan el mismo papel dentro de una familia. Por ejemplo, si tú eres el niño que se ocupa de cuidar de sus hermanos, ya te quedas con ese rol, mientras que tu hermano cogerá otro, quizás el del triunfador.

Somos padres diferentes con cada hijo

Como padre, te acuerdas bien de tu primer hijo: es al que has observado en su cuna para asegurarte de que respiraba, es al bebé al que has dado el pecho y/o el biberón. Ese niño es el único que disfrutará de la atención de sus padres completamente para él solo; los demás, sin embargo, tendrán una atención compartida.

Si lo piensas bien, el hijo mayor aterriza en una familia de adultos orgullosos de cada progreso y temerosos por cualquier error potencial. El mediano suele ser dominado por el mayor, que sabe más y se equivoca menos. Y para cuando llega el tercero, los padres ya están agotados, y menos dispuestos a controlar al milímetro los cuidados de su hijo. Ahí ya has aprendido que tu bebé no se va a romper y, por lo tanto, puedes ser más flexible tanto en tu atención como en la disciplina. Como consecuencia, el niño aprende antes a cautivar y a divertir.

El triunfador, el pacificador y el alma de la fiesta

Mientras que el mayor está programado para buscar la excelencia, el mediano crece siendo el conciliador, y el pequeño trata de captar la atención de los demás. Descubrimos que el orden de nacimiento es una potente variable que afecta a la personalidad.

El mayor, el triunfador

El primer hijo probablemente tendrá más en común con otros primogénitos que con sus propios hermanos y hermanas. Ya que han contado con todo el control y la atención de sus padres primerizos, son muy responsables, educados, cuidadosos e inspiran confianza. Son una versión reducida de sus propios progenitores.

Si eres el primogénito, probablemente seas el pequeño genio que busca la aprobación de la gente, que domina y que es súper perfeccionista. Puede que estudies carreras que impliquen liderazgo, como Derecho, Medicina o Dirección de Empresas. Al ser un mini-padre, intentas controlar a tus hermanos. El problema es que cuando llega el segundo bebé, también experimentas un sentimiento de pérdida. Es como si al perder tu trono familiar, también perdieras ese lugar especial que te ofrecía el hecho de ser el único. Ahora tienes que compartir toda esa atención que anteriormente solo tú acaparabas.

El mediano, el pacificador

Si eres el mediano, probablemente seas comprensivo, colaborador y flexible, aunque también competitivo. Te preocupas por que se haga justicia. De hecho, como hijo mediano, puede que te hagas con un pequeño círculo de amigos íntimos que sean como tus primos. Es ahí donde encontrarás esa atención que posiblemente te falte en tu familia. Como hijo mediano, te sentirías bien en compañía de importantes presidentes de los Estados Unidos y de celebridades de la talla de Abraham Lincoln, John F. Kennedy, Winston Churchill, Bill Gates, Donald Trump o Steve Forbes. Aunque tu despegue se haga esperar, al final te harás un hueco en una carrera de poder que te permita desarrollar tus habilidades de negociación... y lograr esa ansiada atención.

Tú y tu hermano mayor no tendréis éxito en los mismos ámbitos. Los rasgos de personalidad que te definen como hermano mediano son lo contrario de los que definen a tu hermano mayor o al pequeño. Pero esas habilidades sociales que has aprendido siendo el mediano (de negociación y de búsqueda de una estructura familiar) te pueden preparar para tu papel como emprendedor en un contexto más amplio.

El hermano pequeño, el alma de la fiesta

Si eres el chiquitín, tus padres ya tienen confianza en su rol como cuidadores, y, por tanto, son más indulgentes y no prestan tanta atención a tus movimientos, como hacían con tus hermanos mayores. Asimismo, aprendes rápido a cautivar a la gente desplegando todos tus encantos y simpatía.

Como eres el más pequeño, tienes más libertad que tus hermanos y, en cierto sentido, eres más independiente. Al ser el menor, tienes mucho en común con el mayor de tus hermanos, pues a ambos os han hecho sentir especiales y respaldados. Tu rango de influencia se extiende a toda tu familia, que te apoya tanto emocional como físicamente. De ahí que experimentes esa sensación de seguridad.

Probablemente no te sorprenda descubrir que los hijos pequeños a menudo encuentran su lugar en algo relacionado con el entretenimiento, trabajando como actores, cómicos, escritores, directores, etc. También son buenos médicos y maestros. Ya que tus padres se han mostrado más relajados y tolerantes contigo, sientes que tienes libertad para seguir tu propio camino con un estilo original. Eres el enano de la familia, te cargan con menos responsabilidades.

El lobo solitario, el hijo único

Si eres hijo único, has crecido rodeado de adultos, por lo que puede que tengas buenas dotes de comunicación y seas más maduro. Esto te permite ganar en inteligencia. Al haber pasado tanto tiempo solo, sacas recursos de donde no los hay, eres creativo y confías en tu independencia. Si eres hijo único, tendrás mucho en común con los que son primogénitos, así como con los pequeños de la familia.

Padres, conoced a vuestros hijos

El análisis final va dedicado a los padres. Es importante que conozcáis bien a vuestros hijos. Más que el orden de nacimiento, lo que de verdad importa es crear un entorno positivo, seguro, sano y estimulante. Si entendéis la personalidad única y el comportamiento de vuestros hijos, podréis crear una atmósfera que trate de sacar lo mejor de ellos. Comprender que el primogénito se siente más responsable te puede ayudar a entender que quizás debas aligerar su carga; por otra parte, si reconoces que el pequeño disfruta de un ambiente más relajado e indulgente, intentarás estar más atento a su disciplina.

Los niños necesitan que se les anime a encontrar su destino. Independientemente del rol que tus hijos tengan dentro de la familia, tú, como padre, tienes la misión de apoyarles en su trayectoria individual.

Traducción de Marina Velasco Serrano

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