La comunicación interpersonal es la fuente de la que emana la vida de una pareja. Comunicar significa hacer a otro partícipe de lo que uno tiene, lo que implica interacción, entendimiento, puesta en común, diálogo, estar en contacto, sintonía y vinculación. Mediante el encuentro voluntario, nos abrimos libremente a nuestra pareja, compartimos, expresamos y evolucionamos. La falta de comunicación acaba por diluir el «nosotros» y le da fuerza al «yo» más arrogante y soberbio que sube a un pedestal y desde ahí lanza una mirada despectiva a su alrededor, olvidando que ahí están las personas que le aman y a las que ama.
La vida en pareja nos procura un excelente escenario para nuestro crecimiento porque nos confronta con nuestras sombras. Por sombra entendemos todos aquellos aspectos de nosotros que rechazamos consciente o inconscientemente. Ese rechazo nos lleva a repudiar y a enterrar una parte de nosotros que nos da miedo a aceptar y, por tanto, mostrar. La sombra está compuesta en su mayor parte por deseos reprimidos e impulsos inaceptables. Empleamos una gran cantidad de energía en amordazar y ocultar a esas partes de nosotros que suponen una amenaza a nuestra existencia, y cuanto más la empujamos hacia las profundidades, más posibilidades hay de que esa sombra aparezca de forma exagerada ante la más mínima ocasión.
Hay varios aspectos que delatan la existencia de una sombra no aceptada en nuestra vida. Voy a centrarme en los dos más claros que se aprecian en una relación de pareja. Comenzaremos por las reacciones desproporcionadas. Céntrate en tu vida en pareja y analiza las reacciones desmedidas que sueles tener, en caso de que así sea. ¿Te asombras de lo exageradas que resultan algunas reacciones tuyas cuando surge alguna desavenencia con tu pareja? Ésa es una señal que te indica que has entrado en una zona de ti que no aceptas, que te hace ponerte nervioso y a la defensiva. El otro aspecto tiene que ver con la proyección, que consiste en atribuir a otra persona, a tu pareja, impulsos o deseos que son tuyos y que no están reconocidos ni integrados en ti.
Tanto las reacciones exageradas como las proyecciones pervierten la comunicación en la pareja y bloquean los acuerdos, los consensos y las conciliaciones de posturas. ¿Qué puedes hacer para que estas sombras no nublen tu relación? Simplemente aceptarlas. El trabajo de aceptación de la sombra consiste en darle voz, reconocerla y admitirla como una parte de nosotros. Si canalizas de forma adecuada la expresión e intento de explosión de la sombra, interpretando el mensaje que te trae, de forma paulatina verás cómo irá perdiendo fuerza y acritud hasta que se produzca su integración en ti. El primer paso es reconocer a la sombra y permitirle que se exprese, que se comunique contigo y dejar de luchar para ocultarla.
¿Cuánto daño te ha causado tu sombra no aceptada a tu relación de pareja? ¿Cómo sería la comunicación con tu pareja si la sombra perdiera fuerza en tu vida? Cuando uno no se quiere se suele quedar con lo más negativo para su vida. ¿Desde dónde te comunicas con tu pareja? ¿Qué es lo que más nervioso te pone cuando la conversación con tu pareja sube de tono? ¿Qué dinámica suelen seguir las conversaciones más molestas con tu pareja? ¿Qué emoción no tienes resuelta?
La transparencia y la confianza son las bases de la comunicación sana, que es el tipo de interacción que permite que se puedan abordar de forma constructiva todos los asuntos de la pareja.
Gestos tan sencillos como una sonrisa o el hecho de mirar a tu pareja a los ojos con profundo amor y gran respeto pueden darle un suave nuevo aire a tu comunicación en pareja. Acabo de decir que estos gestos son sencillos, pero a veces no son fáciles, ¿no es así? Hay relaciones de pareja que llevan tiempo de espaldas a la complicidad. Hay relaciones de pareja sonando en sinfonías diferentes con lenguajes musicales opuestos. ¿Qué pasa en algunas relaciones para que el horizonte compartido se quiebre y se desdoble en dos caminos separados y paralelos que no llegan a juntarse? ¿A qué suena tu relación? Si está hecha con las notas del reproche, tu melodía taladra tu vida con el eco del reproche. «¿Dónde estás, mi amor?», se preguntan algunas parejas a sí mismas cuando un día, desconcertadas, toman conciencia de lo lejos que están el uno del otro.
Mírate en un espejo y trata de reconocerte. Este ejercicio es muy potente y te puede remover bastante. ¿A quién ves? ¿Cómo describirías a la persona que ves reflejada en el espejo? ¿Qué espera de la vida? ¿Qué quiere de su relación de pareja? Háblate con honestidad y no dejes de mirarte, aunque te cueste. Cuando hayas contestado a las preguntas cierra los ojos y trae a tu mente la imagen de tu pareja. Imagínala riendo y disfrutando de la vida a tu lado. Imagínala cogiéndote de la mano y paseando juntos. ¿Te resulta complicado generar en tu mente una imagen así? ¿Tan empañada de desencanto está tu relación?
Cuanto mayor sea la falta de comunicación entre los miembros de una pareja más crecerá la desconfianza. ¿Cómo puedes poner fin a esa situación de incomunicación? ¿Cómo puedes dejar de ver a la persona que está a tu lado como el enemigo a derrotar? Si hay algo que constatamos a lo largo de la vida es que nosotros no cambiamos a nadie, pero podemos cambiarnos a nosotros. Todos hemos nacido con el mágico don de poder transformarnos a nosotros mismos. ¿Crees que merece la pena el amor? ¿Quieres recomponer la música de tu corazón?
Sal de la tiranía de tu ego y trata de hallar un lugar común y un espacio compartido para la pareja. No te atrincheres en tu propia postura y visión del mundo, que suele dar lugar a dualidades simplistas que reducen el terreno, remarcan las diferencias, alejan, arruinan el entendimiento y dan al traste con la pareja.
¿Dónde has estado todo este tiempo? ¿De qué te has escondido? ¿Qué aspectos no resueltos has volcado en tu relación de pareja? Sal de esa cueva, no te culpabilices, no escarbes tampoco buscando acusaciones en la otra parte y entrégate al arte de dar, que es lo que nos mantiene vivos en el amor. La ley de dar y recibir, como intercambio dinámico de la comunicación de pareja, es la llave que nos abre a la interacción armoniosa de una vida en pareja plena.
La vida en pareja nos procura un excelente escenario para nuestro crecimiento porque nos confronta con nuestras sombras. Por sombra entendemos todos aquellos aspectos de nosotros que rechazamos consciente o inconscientemente. Ese rechazo nos lleva a repudiar y a enterrar una parte de nosotros que nos da miedo a aceptar y, por tanto, mostrar. La sombra está compuesta en su mayor parte por deseos reprimidos e impulsos inaceptables. Empleamos una gran cantidad de energía en amordazar y ocultar a esas partes de nosotros que suponen una amenaza a nuestra existencia, y cuanto más la empujamos hacia las profundidades, más posibilidades hay de que esa sombra aparezca de forma exagerada ante la más mínima ocasión.
Hay varios aspectos que delatan la existencia de una sombra no aceptada en nuestra vida. Voy a centrarme en los dos más claros que se aprecian en una relación de pareja. Comenzaremos por las reacciones desproporcionadas. Céntrate en tu vida en pareja y analiza las reacciones desmedidas que sueles tener, en caso de que así sea. ¿Te asombras de lo exageradas que resultan algunas reacciones tuyas cuando surge alguna desavenencia con tu pareja? Ésa es una señal que te indica que has entrado en una zona de ti que no aceptas, que te hace ponerte nervioso y a la defensiva. El otro aspecto tiene que ver con la proyección, que consiste en atribuir a otra persona, a tu pareja, impulsos o deseos que son tuyos y que no están reconocidos ni integrados en ti.
Tanto las reacciones exageradas como las proyecciones pervierten la comunicación en la pareja y bloquean los acuerdos, los consensos y las conciliaciones de posturas. ¿Qué puedes hacer para que estas sombras no nublen tu relación? Simplemente aceptarlas. El trabajo de aceptación de la sombra consiste en darle voz, reconocerla y admitirla como una parte de nosotros. Si canalizas de forma adecuada la expresión e intento de explosión de la sombra, interpretando el mensaje que te trae, de forma paulatina verás cómo irá perdiendo fuerza y acritud hasta que se produzca su integración en ti. El primer paso es reconocer a la sombra y permitirle que se exprese, que se comunique contigo y dejar de luchar para ocultarla.
¿Cuánto daño te ha causado tu sombra no aceptada a tu relación de pareja? ¿Cómo sería la comunicación con tu pareja si la sombra perdiera fuerza en tu vida? Cuando uno no se quiere se suele quedar con lo más negativo para su vida. ¿Desde dónde te comunicas con tu pareja? ¿Qué es lo que más nervioso te pone cuando la conversación con tu pareja sube de tono? ¿Qué dinámica suelen seguir las conversaciones más molestas con tu pareja? ¿Qué emoción no tienes resuelta?
La transparencia y la confianza son las bases de la comunicación sana, que es el tipo de interacción que permite que se puedan abordar de forma constructiva todos los asuntos de la pareja.
Gestos tan sencillos como una sonrisa o el hecho de mirar a tu pareja a los ojos con profundo amor y gran respeto pueden darle un suave nuevo aire a tu comunicación en pareja. Acabo de decir que estos gestos son sencillos, pero a veces no son fáciles, ¿no es así? Hay relaciones de pareja que llevan tiempo de espaldas a la complicidad. Hay relaciones de pareja sonando en sinfonías diferentes con lenguajes musicales opuestos. ¿Qué pasa en algunas relaciones para que el horizonte compartido se quiebre y se desdoble en dos caminos separados y paralelos que no llegan a juntarse? ¿A qué suena tu relación? Si está hecha con las notas del reproche, tu melodía taladra tu vida con el eco del reproche. «¿Dónde estás, mi amor?», se preguntan algunas parejas a sí mismas cuando un día, desconcertadas, toman conciencia de lo lejos que están el uno del otro.
Mírate en un espejo y trata de reconocerte. Este ejercicio es muy potente y te puede remover bastante. ¿A quién ves? ¿Cómo describirías a la persona que ves reflejada en el espejo? ¿Qué espera de la vida? ¿Qué quiere de su relación de pareja? Háblate con honestidad y no dejes de mirarte, aunque te cueste. Cuando hayas contestado a las preguntas cierra los ojos y trae a tu mente la imagen de tu pareja. Imagínala riendo y disfrutando de la vida a tu lado. Imagínala cogiéndote de la mano y paseando juntos. ¿Te resulta complicado generar en tu mente una imagen así? ¿Tan empañada de desencanto está tu relación?
Cuanto mayor sea la falta de comunicación entre los miembros de una pareja más crecerá la desconfianza. ¿Cómo puedes poner fin a esa situación de incomunicación? ¿Cómo puedes dejar de ver a la persona que está a tu lado como el enemigo a derrotar? Si hay algo que constatamos a lo largo de la vida es que nosotros no cambiamos a nadie, pero podemos cambiarnos a nosotros. Todos hemos nacido con el mágico don de poder transformarnos a nosotros mismos. ¿Crees que merece la pena el amor? ¿Quieres recomponer la música de tu corazón?
- Mira a tu pareja a los ojos.
- Regálale tu dulzura.
- Arrópale con tu comprensión.
- Sorpréndele con tu sentido del humor.
- Préstale toda tu atención y escucha lo que tenga que decir.
- Abrígale con tu sensibilidad empática.
Sal de la tiranía de tu ego y trata de hallar un lugar común y un espacio compartido para la pareja. No te atrincheres en tu propia postura y visión del mundo, que suele dar lugar a dualidades simplistas que reducen el terreno, remarcan las diferencias, alejan, arruinan el entendimiento y dan al traste con la pareja.
¿Dónde has estado todo este tiempo? ¿De qué te has escondido? ¿Qué aspectos no resueltos has volcado en tu relación de pareja? Sal de esa cueva, no te culpabilices, no escarbes tampoco buscando acusaciones en la otra parte y entrégate al arte de dar, que es lo que nos mantiene vivos en el amor. La ley de dar y recibir, como intercambio dinámico de la comunicación de pareja, es la llave que nos abre a la interacción armoniosa de una vida en pareja plena.