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Ensalada de 'brotes Wert', o la mala educación

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Antes de que la crisis llamara a patadas a nuestra puerta, los brotes verdes pasaban la vida plácidamente en los estantes de los supermercados y entraban en casa envasados al vacío, en especial los días previos a las celebraciones, pero, sobre todo, los de después, cuando el abuso y el arrepentimiento en las mismas han hecho de su consumo el alimento principal del que se sabe culpable. Siempre ha sido así, desde que existen supermercados y el placer de la gula se paga con la penitencia de la ensalada.

Sin embargo, desde que la crisis se instalara en nuestras casas acomodándose junto a nosotros frente al televisor, las cosas han cambiado mucho. Los brotes verdes han dejado de ser lo que eran. Ya no son sólo la rúcula, el canónigo, la hojilla de roble o el germinado; ahora se nos manifiestan con tantas caras y nos tienen tan confundidos, que no sabemos por dónde meterles mano ni cómo clavarles el diente.

Hay tal variedad, que al parecer podríamos llenar cestas enteras, y maravillarnos tanto con los variados matices de verde que presentan como con sus propiedades vigorizantes en la economía y en nuestras vidas. Sin embargo, de entre todos ellos, los que mejor definen el futuro que nos espera con su inclusión en nuestra dieta tal vez sean los brotes Wert, por ser una variedad que condiciona la vida del ciudadano desde el mismo momento de su ingesta. Tan determinantes en su formación, tan decisivos, que se conciben desde ese mismo instante no como inocentes brotes, sino como las raíces que cimentarán la base de su futuro. Y ahí radica su toxicidad, puesto que, si el objetivo es formar ciudadanos educados, sensibles y con espíritu crítico que haga de ellos personas responsables y no manipulables, los brotes Wert se interpretarían como la labor de un jardinero con sensibilidad y generoso, ese arquitecto de lo natural que con primor da forma al árbol desde los primeros tallos; pero viendo la naturaleza de los mismos, más bien parece el trabajo rudo y vasto de un perverso agricultor que pretende afear el huerto de aquel para quien trabaja.

Ya no es la reducción malintencionada de presupuesto para educación o la dialéctica utilizada para justificar el desvío de dinero a colegios privados o concertados, es que con cada nueva noticia se confirma el problema de salud pública en que puede convertirse el consumo descontrolado de brotes Wert. Nada es casual, todo responde a un plan ejecutado con premeditación y alevosía; una cruel hoja de ruta que convierte la formación en una carrera de obstáculos cada vez más difícil de superar y no apta para corredores pertrechados con carteras esmirriadas, y cuya meta es apartar de la educación a quienes no puedan pagársela y formar en mínimos a quienes lo hagan desde la escuela pública. Planes que plantean encarecer o restringir el acceso a la universidad; becarios para suplir la falta de profesores; asignaturas como religión, computables para la nota media, y con estándares de aprendizaje en su currículo como: "Reconoce con asombro y se esfuerza por comprender el origen divino del cosmos y distingue que no proviene del caos o el azar" (BOE 24 de febrero de 2015), ahí es nada; o argumentos que defienden que la Educación Artística distrae de las demás asignaturas..., los del propio ministro Wert. Y no es más que una pequeña muestra, los últimos brotes servidos a través de las noticias. Mientras que algunos colegios británicos ya incorporan la felicidad como asignatura, aquí planteamos que la música distrae de sus obligaciones a los alumnos; la música, el dibujo, la escritura...el arte; la imaginación. Una pequeña muestra, sí, pero que sin dudarlo dibujan el futuro de un árbol muy mal enraizado si su alimentación se basa en ellos.

No sé si habrá alguien que quiera esto para sus hijos. Tal vez la élite burguesa y distante que desea la diferencia; esa que desea para los suyos lo mejor y para el resto lo suficiente, lo justo para que trabajen con docilidad y no puedan cuestionarse la vida. A fin de cuentas, si no puedes pagarte una buena educación, ¿acaso tienes derecho a algo mejor?

La verdad, con brotes así ¿quién quiere enemigos? Yo prefiero los de siempre, los de cocina, los de bolsa y al vacío; esos siempre nos dejarán más llenos, porque son de verdad, porque son sinceros. Y hacer con ellos un plato para compartir; uno de brotes, claro: Ensalada de 'Brotes Wert', tan buena que rebañarás el plato y no dejarás ni uno. Una ensalada 3 estrellas: la térrea suavidad del champiñón, el carácter de la rúcula y la sutil carnosidad del canónigo, en una combinación tan bien avenida que, estos sí, no dejarán ningún paladar descontento.

Que la disfrutes.

NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 100 g de rúcula.

  • 100 g de canónigos.

  • 150 g de champiñón laminado.

  • 40 g de piñones.

  • 2 lonchas de jamón.

  • Sal y pimienta.

  • Aceite de oliva virgen extra.

  • Reducción de vinagre de Módena.


ELABORACIÓN

  1. Limpia bien los champiñones y lamínalos muy finos.

  2. Corta las lonchas de jamón en trocitos y en un poco de aceite, sofríelos hasta dejarlos crujientes.

  3. En el mismo aceite que ha quedado, fríe los piñones hasta tostarlos, cuidando de que no se quemen.

  4. Emplatado: dispón los champiñones en el fondo de una fuente, salpimienta y échale un poquito de reducción de vinagre de Módena y un hilillo de aceite. Dispón por encima los brotes, salpimienta y vuelve a aliñar al gusto. Esparce los piñones y el crujiente de jamón y ralla generosamente queso parmesano.

Espectacular, facilísimo y para no dejar nada en el plato. A disfrutar.


NOTA

Utiliza los brotes que más te gusten, pero la combinación de la rúcula y el canónigo es muy acertada. Unas nueces rotas y unas pasas de corinto acompañan perfectamente con esta ensalada.

MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la elaboración: Verde, Manzanita
Para la degustación: Volando voy, Camarón de la Isla

VINO RECOMENDADO

Pleno, rosado 13. DO Navarra.

DÓNDE COMER

Viste la mesa con un bonito mantel de colores, sirve el vino en buena copa de cristal y los brotes Wert en el medio, para compartir...Verás cómo el color inunda con su luz la cara de los presentes, y hará que brote su sonrisa.

QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

Un paseíllo hasta el supermercado más cercano para surtir tu nevera con nuevos brotes será tarea suficiente para compensar tan ligero bocado.

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