"Sin una cultura de la ética, la humanidad está perdida. Ésta debería basarse en la solidaridad, la educación y las relaciones sociales". Albert Einstein
Viaje al pasado
El tiempo se detiene. ¿Han experimentado ustedes alguna vez esta sensación? Yo sí, fue hace algunos años al visitar Teotihuacán. Allí, uno se puede sentar en lo alto de una de las enormes pirámides y contemplar durante horas los restos de una ciudad majestuosa que llegó a contar, hace más de 1500 años, con una población de cientos de miles de habitantes. La ciudad-estado cayó hace ya mucho, pero es solo ahora que los investigadores obtienen indicios más claros sobre una de las posibles causas que contribuyó al declive de Teotihuacán: la competitividad, esa misma característica que es seña de identidad de muchas sociedades modernas.
Pero dejemos un momento de lado las sociedades pasadas y modernas e intentemos echar una mirada al futuro. Si bien es cierto que existen diferentes opiniones respecto a cómo van a ser las sociedades venideras y las herramientas necesarias para afrontar sus retos, el conocimiento y la tecnología seguirán formando, sin duda, parte importante de ellas. (Imagen: Visita a Teotihuacán. La ciudad-estado pudo caer debido a la competitividad. Foto tomada y retocada por GOG.)
El presente y la cultura de la ética
Podríamos encuadrar el sistema actual dentro de un neoliberalismo caracterizado por cuatro principios: crecimiento, competitividad, globalización y libre mercado. Como comentaba anteriormente, parece que la competitividad pudiera ser una de las causas de la caída de Teotihuacán. De hecho, ya hay muchos autores, como Naomi Klein, que critican duramente la globalización y las sociedades de consumo.
Aunque se han tomado algunas medidas en contra de la crisis económica y política que sufren muchas sociedades modernas, yo me planteo lo siguiente: ¿no estaremos olvidándonos, una vez más, de un ingrediente esencial para afrontar con garantías el futuro?
Mi interpretación es la siguiente: muchas de las sociedades pasadas y modernas han lidiado, sin demasiado éxito, con algo complejo, aunque indispensable: una cultura de la ética. En mi opinión, sin esta cultura va a ser muy difícil resolver definitivamente cuestiones como la abolición de la esclavitud, la explotación y repartición de los recursos naturales o el cambio climático, por poner algunos ejemplos. Y más aún, sin una cultura de la ética, la tecnología se nos podría escapar de las manos. Permítanme hablarles de un lugar llamado Silicon Valley.
Las sociedades del futuro y Silicon Valley
Se han formulado muchas hipótesis acerca de cómo serán las sociedades del futuro. Me gustaría presentarles algunos ejemplos concretos. El Foro Económico Mundial contempla tres posibles escenarios para el panorama socio-político en 2050:
- Ciudades-Estado: donde el poder está descentralizado, el pragmatismo ha ganado al idealismo y los ciudadanos han perdido una identidad nacional para enfocar sus esfuerzos solamente en sus respectivas ciudades.
- e1984: La promesa del big data se ha hecho real. Las amenazas económicas, geopolíticas y cibernéticas se encuentran por todas partes. La colectividad social es el corazón de la sociedad.
- Comunidades Cerradas: El poder gubernamental se ha roto, el poder politico está en manos de los individuos y las organizaciones privadas. Las personas se muestran menos solidarias y cuidan más de sus propios intereses. La tecnología facilita una evaluación y decisión directa de las políticas.
La eminencia en innovación tecnológica Ray Kurzweil se atreve incluso a hacer predicciones detalladas sobre cómo serán los individuos en esas sociedades. Según Kurzweil, en pocas décadas veremos lo siguiente: humanos fusionados con ordenadores de inteligencia artificial (IA). Y esos ordenadores, según Kurzweil, serán incluso más inteligentes que nosotros. Cabe recordar que Kurzweil es el director de la Universidad de la Singularidad, entidad financiada por Google y situada dentro de las instalaciones de la NASA. Lo cierto es que la visión de Kurzweil acaba en un mundo parecido al de Matrix, como él mismo explica. Aunque las predicciones de Kurzweil parezcan de ciencia-ficción, y haya muchas voces que las ponen en duda, hay que reconocer que Kurzweil ha contribuido a algunas de las innovaciones más revolucionarias del siglo XX, y que tiene un apoyo institucional y financiero poderosísimo detrás de él. (Imagen:Peter Diamandis, co-fundador de la Universidad de la Singularidad durante una charla. Fuente: Henk-Jan Winkeldermaat via flickr.com. Licencia: creative commons 2.0.)
"El debate ético es como una piedra en el río, donde el agua pasa de largo. En el siglo XXI las personas serán una mezcla de inteligencia biológica y artificial". Ray Kurzweil
Pero lo cuestión que me gustaría plantear, poniendo la visión de Kurzweil como ejemplo, es la siguiente: ¿deberíamos aceptar todas las tecnologías venideras como algo natural e inevitable, o haría falta pensar mucho más en las consecuencias éticas que éstas implican?
Lo cierto es que las nuevas tecnologías como internet ya están cambiando nuestra forma de vivir, relacionarnos y organizarnos. El periódico alemán Der Spiegel llegaba hace poco a afirmar lo siguiente: "Hasta ahora, sin petróleo y gas la industria no funcionaba. Es por ello que el control de estas materias ha llevado a guerras. El nuevo petróleo de la humanidad se llama Internet y el correspondiente control digital de los ciudadanos".
El lugar donde se cuece ese futuro tecnológico, donde se produce ese nuevo petróleo llamado Internet y información, se llama Silicon Valley. Moises Naím, tras visitar ese lugar en California alababa muchas de las cosas que vio allí, pero también escribía lo siguiente: "En mis conversaciones en Silicon Valley, el ébola, el Estado Islámico o Europa no parecían tener mayor interés para mis interlocutores."
"Los humanos, que están limitados por la evolución biológica, no podrían competir con la inteligencia artificial y quedarían suprimidos". Stephen Hawking
Paul Saffo es profesor de Stanford, de la Universidad de la Singularidad y, además, una de las personas más influyentes en el valle de California. Saffo dice cosas tales como: "Le garantizo que cualquiera que diga que las máquinas no pueden hacer tal cosa o tal otra se va a arrepentir". Todo esto me lleva a pensar que la ética no está en la primera línea de prioridades de aquellos que pretenden modular nuestro futuro desde el valle californiano. Para acabar de confirmarlo, solo hay que escuchar las declaraciones del director del la Universidad de la Singularidad, Ray Kurzweil: "El debate ético es como una piedra en el río, donde el agua pasa de largo". Tal vez por toda esta falta de reflexión ética, haya eminentes científicos como Stephen Hawking, quien llega incluso a catalogar la inteligencia artificial de peligro para la humanidad.
Casualmente, o tal vez no, en los argumentos de Hawkings contra la IA aparece un término que ya hemos mencionado anteriormente, la competitividad: "Los humanos, que están limitados por la evolución biológica, no podrían competir con las máquinas y quedarían suprimidos"
Conclusiones
Parece que algunas de las causas que contribuyeron al declive de civilizaciones pasadas podrían ser reincidentes. Al igual que en Teotihuacán, nosotros vivimos inmersos también en una economía competitiva. Ésta se basa, además, en un crecimiento ininterumpido y en el uso indiscriminado de recursos. Aunque muchas voces claman que esto no es sostenible, podría ser que aún sigamos siendo incapaces de desarrollar un elemento clave para nuestra supervivencia: una cultura ética que regule el devenir de las sociedades.
Mirando al futuro, aunque existen algunas predicciones sobre como serán las sociedades, solo sabemos que la tecnología jugará un papel importante en ellas. Y que algunos de los actores más influyentes en el desarrollo de nuevas tecnologías, quieren hacernos creer que el futuro ha de pasar irremediablemente por el desarrollo de la inteligencia artificial.
También en este caso puede ser que estas personas se estén olvidando, una vez más, de algo crucial, algo que no se consigue con más bits, ordenadores o nanos: la ética. Porque yo me pregunto: ¿qué sabrán la economía competitiva o la inteligencia artificial de solidaridad, compasión, miedo, frustración o libertad? Me temo que poco o nada. Es por todo ello que sigo estando de acuerdo con Einstein: sin ética no hay esperanza para la humanidad.
Nota del autor: infinitas gracias a Aleix Ruiz-Falqués por las correcciones y comentarios.
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