En los primeros 150 números de la revista Empresa Global se han analizado numerosos temas de importancia para la economía y la empresa. Me gustaría aprovechar esta ocasión para reflexionar sobre el mundo hace 150 años y el mundo dentro de 150 años. A mediados del siglo XIX, la mayor economía del mundo no era europea. China, aunque pobre, era la mayor. El Reino Unido era la mayor potencia tecnológica, económica, financiera y naval. Décadas después, Alemania, Japón y Estados Unidos se convirtieron en los focos más dinámicos del planeta. Habría que esperar cien años para presenciar el resurgir de China e India como grandes potencias económicas.
Hoy en día, el mayor dinamismo se concentra en Estados Unidos y Asia, mientras que Europa y América Latina languidecen. África también se encuentra en un momento interesante que puede sentar las bases para el crecimiento de la clase media. Naturalmente, el mundo de la inversión y de las finanzas cada vez gira más en torno a estas regiones dinámicas. La afluencia de capital a Europa en estos momentos se debe puramente a motivos coyunturales, sobre todo de tipo monetario. El dinamismo económico y financiero global gravita alrededor de Asia, donde se generan ingentes beneficios y se acumulan grandes fortunas. Si bien es cierto que las economías asiáticas padecen de numerosos desequilibrios y amenazas, el futuro depende de ellos.
Siempre es arriesgado contemplar escenarios a 150 años, pero hay una serie de realidades que son inevitables. La primera es la transformación demográfica. África y Asia serán sin duda los centros de gravedad. Además, las ciudades crecerán de forma inusitada. La segunda es que los mayores mercados no serán Estados Unidos y Europa, sino también África y Asia. La tercera es que la tecnología y el conocimiento serán claves. Ya lo son hoy, pero la tendencia acelerará la importancia de la educación. Y la cuarta es que la colonización de otros cuerpos celestes será una realidad.
Evidentemente, el horizonte temporal de 150 años es demasiado remoto como para tomar decisiones empresariales. Lo importante es enfocarse en horizontes temporales de cinco a diez años. Pues bien, la economía global verá cambios muy significativos antes del año 2025. Los mercados chino e indio serán mayores que el norteamericano y europeo. Durante los próximos 10 años, el 90 por ciento del crecimiento mundial del consumo se verificará en Asia. Hay que recordar que son los mercados de mayor tamaño los que escriben las reglas de juego, incluyendo certificaciones de productos, regulaciones financieras y todo tipo de parámetros que conforman la competencia en el mercado a nivel global. La moneda china seguramente jugará un papel mucho más importante en las finanzas y el comercio globales en 2025. Y la producción de conocimiento y de tecnología ya no estará monopolizada por europeos y norteamericanos. La empresa tiene que anticiparse a estos cambios, que se producirán en los próximos años, seguramente antes de que se publique el número 250 de Empresa Global. La sociedad también tiene que cambiar. Tenemos que viajar más a países de África y Asia, aprender sobre su cultura y sus aspiraciones, y comenzar ahora a crear oportunidades de negocio. No resulta factible esperar y ver qué ocurre. Resulta esencial prepararse ahora para el torrente de cambio que se avecina durante la próxima década.
Este artículo fue publicado inicialmente en la revista Empresa Global
Hoy en día, el mayor dinamismo se concentra en Estados Unidos y Asia, mientras que Europa y América Latina languidecen. África también se encuentra en un momento interesante que puede sentar las bases para el crecimiento de la clase media. Naturalmente, el mundo de la inversión y de las finanzas cada vez gira más en torno a estas regiones dinámicas. La afluencia de capital a Europa en estos momentos se debe puramente a motivos coyunturales, sobre todo de tipo monetario. El dinamismo económico y financiero global gravita alrededor de Asia, donde se generan ingentes beneficios y se acumulan grandes fortunas. Si bien es cierto que las economías asiáticas padecen de numerosos desequilibrios y amenazas, el futuro depende de ellos.
Siempre es arriesgado contemplar escenarios a 150 años, pero hay una serie de realidades que son inevitables. La primera es la transformación demográfica. África y Asia serán sin duda los centros de gravedad. Además, las ciudades crecerán de forma inusitada. La segunda es que los mayores mercados no serán Estados Unidos y Europa, sino también África y Asia. La tercera es que la tecnología y el conocimiento serán claves. Ya lo son hoy, pero la tendencia acelerará la importancia de la educación. Y la cuarta es que la colonización de otros cuerpos celestes será una realidad.
Evidentemente, el horizonte temporal de 150 años es demasiado remoto como para tomar decisiones empresariales. Lo importante es enfocarse en horizontes temporales de cinco a diez años. Pues bien, la economía global verá cambios muy significativos antes del año 2025. Los mercados chino e indio serán mayores que el norteamericano y europeo. Durante los próximos 10 años, el 90 por ciento del crecimiento mundial del consumo se verificará en Asia. Hay que recordar que son los mercados de mayor tamaño los que escriben las reglas de juego, incluyendo certificaciones de productos, regulaciones financieras y todo tipo de parámetros que conforman la competencia en el mercado a nivel global. La moneda china seguramente jugará un papel mucho más importante en las finanzas y el comercio globales en 2025. Y la producción de conocimiento y de tecnología ya no estará monopolizada por europeos y norteamericanos. La empresa tiene que anticiparse a estos cambios, que se producirán en los próximos años, seguramente antes de que se publique el número 250 de Empresa Global. La sociedad también tiene que cambiar. Tenemos que viajar más a países de África y Asia, aprender sobre su cultura y sus aspiraciones, y comenzar ahora a crear oportunidades de negocio. No resulta factible esperar y ver qué ocurre. Resulta esencial prepararse ahora para el torrente de cambio que se avecina durante la próxima década.
Este artículo fue publicado inicialmente en la revista Empresa Global