La crisis ha evidenciado carencias en la denominada "educación financiera", o lo que es lo mismo: el conocimiento por parte de los inversores de las características de los activos financieros y, en particular, de sus riesgos. Las consecuencias negativas no solo las han sufrido los ahorradores, sino también los comercializadores, los asesores y los supervisores. Como reacción, se han puesto en marcha diversas iniciativas que persiguen potenciar la cultura financiera de los ahorradores, dotándoles de conocimientos y herramientas para que puedan adoptar decisiones de inversión bien informadas y, por tanto, adecuadas.
Este es el objetivo de El Ahorrador Inteligente, una nueva obra colectiva de Analistas Financieros Internacionales bajo el sello editorial de Espasa. Como señala Emilio Ontiveros en la introducción, la elaboración de una guía de finanzas personales no encuentra su razón de ser solo en el hecho de que en el origen de la crisis estuvieran implicados productos y servicios financieros más o menos complejos, o porque su gestión y comercialización se hiciera de forma imprudente y en ocasiones violando normas o principios básicos. El fin último de El Ahorrados Inteligente es contribuir a que las finanzas no engañen. A fortalecer la alfabetización financiera. A verificar la calidad de los instrumentos, su adecuación legal y que se ajusten las preferencias y perfiles de los inversores. El objetivo es que el inversor particular pueda llevar a cabo una evaluación correcta de riesgos y rentabilidades, es decir: las recompensas de dichos riesgos. Aun cuando algunos instrumentos, como los derivados financieros, sean considerados "armas de destrucción masiva", es de todo punto conveniente conocerlos para decidir libremente acerca de su utilización.
Compartimos la idea de que se deben evitar los productos o vehículos de inversión que no se adapten al perfil de riesgo de cada uno. Pero corremos el riesgo de que, en una especie de "ley del péndulo", se rechacen alternativas de inversión adecuadas porque no se entienden o porque no se conocen. El rechazo debe venir porque no se ajustan a nuestro nivel de riesgo y no porque no se conozcan.
Las carencias de conocimiento pueden restringir en exceso las alternativas de inversión e impedir obtener rentabilidad a medio y largo plazo. Claro que seguirán existiendo productos sofisticados que deben estar restringidos a profesionales, pero hay una lista muy extensa de activos financieros y de vehículos de inversión que pueden ayudar al ahorrador a obtener una rentabilidad de forma diversificada y reduciendo los riesgos.
A invertir se aprende invirtiendo. Y El Ahorrador Inteligente pretende ser el punto de arranque. La intención no es, en ningún caso, enseñar a ganar dinero. No es un manual de estrategia sino una guía de productos dirigida a quien desea realizar una gestión inteligente de las finanzas personales. Útil para que el lector se atreva, por ejemplo, a comprar un fondo de inversión. O para que la próxima vez que vea una noticia o una campaña comercial relativa a un ETF (Exchange-Traded Fund) le resulte, al menos, un producto conocido y se anime a dar el paso para profundizar en él. O para que tenga criterio a la hora de considerar si un plan de pensiones es o no un producto interesante al que destinar una parte de sus ahorros. O para que conozca las ventajas e inconvenientes de introducir una orden para comprar o vender acciones "a mercado" o "limitada". El objetivo es tratar de aportar las piezas básicas para gestionar el ahorro de las personas y, no menos importante, de quienes dependen de ellas. En definitiva, de fortalecer la alfabetización financiera.
Este es el objetivo de El Ahorrador Inteligente, una nueva obra colectiva de Analistas Financieros Internacionales bajo el sello editorial de Espasa. Como señala Emilio Ontiveros en la introducción, la elaboración de una guía de finanzas personales no encuentra su razón de ser solo en el hecho de que en el origen de la crisis estuvieran implicados productos y servicios financieros más o menos complejos, o porque su gestión y comercialización se hiciera de forma imprudente y en ocasiones violando normas o principios básicos. El fin último de El Ahorrados Inteligente es contribuir a que las finanzas no engañen. A fortalecer la alfabetización financiera. A verificar la calidad de los instrumentos, su adecuación legal y que se ajusten las preferencias y perfiles de los inversores. El objetivo es que el inversor particular pueda llevar a cabo una evaluación correcta de riesgos y rentabilidades, es decir: las recompensas de dichos riesgos. Aun cuando algunos instrumentos, como los derivados financieros, sean considerados "armas de destrucción masiva", es de todo punto conveniente conocerlos para decidir libremente acerca de su utilización.
Compartimos la idea de que se deben evitar los productos o vehículos de inversión que no se adapten al perfil de riesgo de cada uno. Pero corremos el riesgo de que, en una especie de "ley del péndulo", se rechacen alternativas de inversión adecuadas porque no se entienden o porque no se conocen. El rechazo debe venir porque no se ajustan a nuestro nivel de riesgo y no porque no se conozcan.
Las carencias de conocimiento pueden restringir en exceso las alternativas de inversión e impedir obtener rentabilidad a medio y largo plazo. Claro que seguirán existiendo productos sofisticados que deben estar restringidos a profesionales, pero hay una lista muy extensa de activos financieros y de vehículos de inversión que pueden ayudar al ahorrador a obtener una rentabilidad de forma diversificada y reduciendo los riesgos.
A invertir se aprende invirtiendo. Y El Ahorrador Inteligente pretende ser el punto de arranque. La intención no es, en ningún caso, enseñar a ganar dinero. No es un manual de estrategia sino una guía de productos dirigida a quien desea realizar una gestión inteligente de las finanzas personales. Útil para que el lector se atreva, por ejemplo, a comprar un fondo de inversión. O para que la próxima vez que vea una noticia o una campaña comercial relativa a un ETF (Exchange-Traded Fund) le resulte, al menos, un producto conocido y se anime a dar el paso para profundizar en él. O para que tenga criterio a la hora de considerar si un plan de pensiones es o no un producto interesante al que destinar una parte de sus ahorros. O para que conozca las ventajas e inconvenientes de introducir una orden para comprar o vender acciones "a mercado" o "limitada". El objetivo es tratar de aportar las piezas básicas para gestionar el ahorro de las personas y, no menos importante, de quienes dependen de ellas. En definitiva, de fortalecer la alfabetización financiera.