De vivir aún en bandas de cazadores recolectores como lo hacíamos en el paleolítico, todos querríamos tener a atletas como Leo Messi, Cristiano Ronaldo o Usain Bolt de nuestro lado. Varios estudios antropológicos entre los hazda de Tanzania y los aché de Paraguay han demostrado que en aquellas sociedades los hombres prefieren cazar con los que son hábiles porque así tienen más probabilidades de conseguir carne cuando salen en grupo. Es decir, los hazda también eligen a los Ronaldo de la tribu. Tener a los mejores de tu lado te beneficia.
En los juegos de persecución y localización, como es indios y vaqueros o el escondite, detectamos huellas de los orígenes del deporte. Hasta hace bien poco, al igual que la guerra, el éxito en la caza también era fundamental para la supervivencia del grupo. Llegar a casa con alimento conllevaba más dificultades que en el presente, en el que existen supermercados y salarios. Todo lo contrario, en la selva o en la sabana era frecuente regresar a casa con las manos vacías, lo que tenía consecuencias negativas para la continuidad. Por eso los mejores cazadores obtenían gran prestigio en la comunidad.
Desde tiempos remotos, a los humanos nos ha gustado practicar actividades físicas con el objetivo de ganar prestigio. Correr más rápido, arrojar lanzas a distancia o perseguir en carrera eran aptitudes deseadas por todos. Además, los que las poseían adquirían un mayor estatus debido a su importante contribución a la defensa y alimentación. Estos primeros deportistas eran admirados por el grupo porque les ponía en ventaja frente a otros grupos. Con el tiempo se añadieron otras razones culturales, pero parece que este es el origen de nuestra fascinación por deportistas de élite como Messi o Ronaldo.
Pintura de una caza de búfalos, en la región del Sahara de Algeria. Foto: Gruban/Wikimedia Commons.
En los juegos de persecución y localización, como es indios y vaqueros o el escondite, detectamos huellas de los orígenes del deporte. Hasta hace bien poco, al igual que la guerra, el éxito en la caza también era fundamental para la supervivencia del grupo. Llegar a casa con alimento conllevaba más dificultades que en el presente, en el que existen supermercados y salarios. Todo lo contrario, en la selva o en la sabana era frecuente regresar a casa con las manos vacías, lo que tenía consecuencias negativas para la continuidad. Por eso los mejores cazadores obtenían gran prestigio en la comunidad.
Desde tiempos remotos, a los humanos nos ha gustado practicar actividades físicas con el objetivo de ganar prestigio. Correr más rápido, arrojar lanzas a distancia o perseguir en carrera eran aptitudes deseadas por todos. Además, los que las poseían adquirían un mayor estatus debido a su importante contribución a la defensa y alimentación. Estos primeros deportistas eran admirados por el grupo porque les ponía en ventaja frente a otros grupos. Con el tiempo se añadieron otras razones culturales, pero parece que este es el origen de nuestra fascinación por deportistas de élite como Messi o Ronaldo.
Pintura de una caza de búfalos, en la región del Sahara de Algeria. Foto: Gruban/Wikimedia Commons.