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¿Crisis humanitaria o crisis de valores?

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Basta ya de mirar hacia otro lado. La Unión Europea no puede continuar con sus políticas de control de fronteras sin tener en cuenta las graves tragedias humanitarias que se están produciendo a sus puertas, concretamente en el Mar Mediterráneo, un cementerio donde miles de personas ven ahogadas sus esperanzas en busca de un lugar donde poder vivir en paz y donde sus derechos humanos no sean violados.

Miles de personas que huyen de graves conflictos y violaciones de derechos humanos en países como Siria, Eritrea y Afganistán no tienen más opción que arriesgar su vida cruzando el Mediterráneo de manera irregular para acceder a Europa. Son personas refugiadas.

Este drama no es nuevo. Las sucesivas tragedias en el Mediterráneo, y sobre todo la gestión y el tratamiento de esta crisis humanitaria por parte de la Unión Europea, están poniendo de relieve el erróneo e insolidario enfoque de las políticas de migración y asilo europeas centradas en la puesta en marcha de medidas cuyo único objetivo es el blindaje de su bienestar.

Entre tanto, como solución, la UE solo contempla medidas coercitivas y policiales, así como convenios para externalizar sus fronteras, poniendo en grave riesgo el derecho de asilo. En el marco de esta estrategia, la UE estudia la posibilidad de financiar operaciones de vigilancia fronteriza y salvamento en países de tránsito como Túnez y Egipto, donde la eficiencia de sus medios es muy cuestionable, el respeto de los derechos humanos relativo y cuentan con inexistentes sistemas de acceso al derecho de asilo. Todo ello evidencia que la prioridad está centrada en alejar el problema y no en atender a los seres humanos. ¿Estamos ante una crisis humanitaria o ante una crisis de valores?

El domingo teníamos noticia de la peor tragedia migratoria de la historia reciente en el Mediterráneo: más de 900 desaparecidos. Las cifras son alarmantes. En lo que llevamos de año, ya podemos contabilizar un número de fallecidos diez veces más alto que el mismo periodo del 2014, un año que se convirtió en el más mortífero para el drama de la inmigración, con más de 3500 personas ahogadas en el Mediterráneo.

La Unión Europea no puede seguir poniendo en marcha políticas desacertadas e insuficientes, blindando sus fronteras ante el drama de las migraciones forzadas. El fin de la operación Mare Nostrum, asumida unilateralmente por Italia, que logró rescatar a casi 190.000 personas durante 2014, fue relevada por la raquítica Operación Tritón de FRONTEX dotada con un presupuesto muy inferior y que únicamente se limita a vigilar la frontera de la Unión Europea en el Mediterráneo para evitar las entradas irregulares y no al rescate de vidas humanas. No podemos olvidar que el deber de socorro es un deber jurídico prioritario y que hoy por hoy se están incumpliendo los Tratados del Derecho Internacional del mar.

Desde España, el presidente del Gobierno ha instado a la Unión Europea a buscar soluciones ante este drama humano. Mientras, nuestro país sigue cosechando una enorme falta de crédito, tanto en el ámbito europeo como internacional, en materia de políticas migratorias y de control de fronteras llevando a cabo devoluciones ilegales y violando la normativa nacional, europea e internacional en materia de derechos humanos y derecho de asilo.

Ayer se celebraba en Luxemburgo una reunión de urgencia de donde han salido 10 propuestas que hasta el momento solo son una declaración de intenciones, poco precisas y donde se echa en falta un compromiso para abordar las causas que provocan los desplazamientos forzosos de miles y miles de seres humanos que se ven obligados a abandonar sus hogares huyendo del horror y la miseria, la mayoría de ellas personas refugiadas, con las que la UE tiene un compromiso ineludible.

Desde CEAR exigimos a los responsables de la Unión Europea y de los Estados miembro medidas más coordinadas y coherentes con la realizad a la que estamos asistiendo, tales como:

  • La puesta en marcha de una nueva política europea de asilo e inmigración que priorice a las personas respetando los derechos humanos.

  • La puesta en marcha de una operación coordinada y sólida de rescate y salvamento inmediato en aplicación de los Tratados del Derecho Internacional del mar, priorizando el deber de socorro.

  • Habilitar vías legales y seguras para las personas refugiadas e inmigrantes que huyen de conflictos y graves violaciones de derechos humanos a través de la puesta en marcha de programas conjuntos de reasentamiento, garantizando el acceso al procedimiento de protección internacional por vía diplomática y en frontera y reconsiderando las políticas de visados con los países que están generando estos flujos de seres humanos. Así como la puesta en práctica de la Directiva de Protección Temporal que pueda dar acogida durante un tiempo a las personas que se ven obligadas a huir.

  • Centrar el esfuerzo en abordar las causas que están provocando el desplazamiento forzoso de las personas refugiadas.


¿Dónde está la Europa de los valores, los derechos y las libertades? ¿Dónde está el compromiso con el asilo y las personas refugiadas? ¿Cuántas muertes más hacen falta para que aquellos que deciden las políticas migratorias en el marco europeo sientan la responsabilidad de las mismas y actúen en consecuencia?

No se trata de muertes fruto de la mala suerte o del destino, son tragedias tan lamentables como evitables, pero para ello la UE tiene que humanizar sus políticas migratorias. Yo no quiero ser cómplice de este drama humanitario, ¿y tú?

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