"La diferencia entre Julio César y yo es que él se cubrió con la toga cuando lo atacaron, yo saco la espada y mato a Bruto". Así se expresaba Jean Marie Le Pen, líder y fundador del partido de extrema derecha francés Frente Nacional (FN), en 1998, cuando su lugarteniente y entonces sucesor, Bruno Mégret, encabezó una reforma programática fallida que terminó en una escisión con connotaciones de crisis familiar, ya que la hija mayor de Le Pen y su marido la secundaron.
Ahora, el enfrentamiento es con su hija menor, Marine. La tensión venía fraguándose desde hace unos años, cuando ella le sucedió al frente del FN en 2011 y emprendió una vía de modernización y moderación del partido. Pero las continuas salidas de tono de su padre con mensajes muy políticamente incorrectos, de carácter antisemita o islamófobo, generaban intensas polémicas que se convertían en continuos contratiempos para sus objetivos.
La gota que colmó el vaso de la crisis padre-hija fueron unas recientes declaraciones de aquel a la publicación de extrema derecha Rivarol en las que de nuevo mencionaba -lo que ya le costó antaño algún disgusto con la Justicia- que las cámaras de gas de los nazis fueron "un detalle de la historia", además de mostrar sus simpatías por el mariscal Pétain que rigió los destinos de la Francia ocupada por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. De nuevo la polémica estaba servida, lo que podía mermar la exitosa carrera política de Marine que, desde que sucedió a Jean Marie, moderando el tono del mensaje político, aumentó su techo electoral en las elecciones de 2012 al lograr el 17,9 por ciento de los votos y consiguió que fuera el partido más votado en las elecciones europeas de 2014; sin contar que los sondeos le siguen augurando buenos resultados para las próximas elecciones departamentales y las presidenciales de 2017. Marine no podía mirar para otro lado ante las declaraciones de su padre, se juega mucho en los próximos comicios, por lo que empezó por obligarle a retirar su candidatura a uno de los departamentos del sudeste francés para terminar destituyéndole como presidente honorífico y suspendiéndole temporalmente de militancia.
La reacción del furibundo Jean Marie no se hizo esperar. Se le había prohibido acudir a la manifestación del 1 de mayo ante la estatua de Juana de Arco en París, pero lo incumplió, y además intentó arrebatarle el protagonismo a su hija. La ha repudiado públicamente, y ha manifestado que le da vergüenza que lleve su apellido, que desea que pierda las elecciones y que su destitución es una "felonía". A sus 86 años, Jean Marie se siente robado. Él, que fue el fundador del FN en 1972 y poco a poco fue creándole un hueco en la escena política francesa, llegando a disputarle la presidencia de la república a Jacques Chirac en 2002, su mayor éxito electoral. Se llama a sí mismo el "alma" del FN, "un hombre del pueblo" -en contraposición a su hija a la que considera una "burguesa"- que de un partido de nostálgicos del petainsimo, la Argelia francesa, poujadistas, neofascistas de Ordre Nouveau y la extrema derecha maurrasiana, supo ganarse el voto de los marginados por las "elites cosmopolitas" de izquierda y derecha, hasta consquistar electoralmente los feudos tradicionales obreros del partido comunista.
Antes de fundar el FN, ya era un político con cierto recorrido: había sido el diputado más joven francés en 1956, con 28 años, cuando apoyaba al populista Tixier-Vignancour. Así mismo se había creado una pequeña aureola entre el electorado nacionalista tras, se supone, colaborar con la Resistencia en la Segunda Guerra Mundial siendo aún muy joven, combatir en la guerra de Vietnam y en Argelia como paracaidista, y también a los estudiantes izquierdistas en su época universitaria, en una de cuyas peleas perdió un ojo.
Es curioso que casi todos los políticos con devaneos autoritarios intenten convertir su liderazgo en una dinastía. Ahí están los casos de la "monarquía comunista" de Corea del Norte, de los Assad en Siria o los intentos fallidos de Mubarak en Egipto, Saddam Hussein en Irak o Gadafi en Libia. En el caso del FN y los Le Pen, la política siempre ha sido un asunto familiar: es el único partido europeo cuya cúpula siempre ha estado vinculada a una misma familia. La del FN siempre estuvo dirigida por Jean Marie Le Pen y sus próximos, ya fueran sus hijas, sus respectivas parejas, y ahora también una nieta. Con lo cual cualquier crisis política también ha sido familiar.
Uno de los primeros escándalos político-familiar de los Le Pen se produjo antes de las elecciones de 1987, cuando tras un divorcio dramático de Jean Marie con su esposa Pierrette, ésta posó desnuda en Playboy como venganza. El divorcio se produjo tras abandonarle aquella con el periodista al que Jean Marie había encargado escribir su biografía.
El siguiente escándalo fue el ya mencionado de 1998, cuando su hija Marie-Caroline, con quien las relaciones ya eran frías tras el divorcio de sus padres, apoyó la secesión de Mégret junto a su marido, Philippe Olivier, también dirigente del FN. Las relaciones padre-hija quedaron rotas para siempre. Jean Marie la repudió porque ella prefería seguir antes a su marido que a su padre.
Tras los no tan buenos resultados electorales de 2007, empieza a ascender en el FN la figura de Marine, vicepresidenta desde 2002 y militante desde 1986, uno de los buenos momentos del partido, cuando contaba dieciocho años. En la cúpula del FN conoció a quienes fueron sus dos primeros maridos y a su actual pareja, Louis Aliot, que es vicepresidente del partido. El "concubino", según Jean Marie Le Pen, que encabeza el grupo "socialo-gaullista" que rodean a Marine, que dirigen el "complot" contra él y que están "dinamitando" el FN desde 2012, en que empezaron las tensiones Jean Marie-Marine.
Al culebrón familiar de los Le Pen se ha unido en los últimos años una nueva estrella ascendente. Se trata de Marion Maréchal-Le Pen, de veintiséis años, la nieta favorita de Jean Marie, hija de Yann Le Pen y, como no podía ser de otra forma, de un exdirigente de las juventudes del FN. Es la diputada más joven de la historia republicana. al alcanzar su escaño a los veintidós años. Se la considera futura líder de la formación y, por ello, rival de Marine. Forma parte del ala nacional-conservadora, más cercana al abuelo, que la que pretende que el FN no sea "ni de izquierdas ni de derechas", de Marine, Aliot y Florian Philippot, el ideólogo del cambio de imagen del FN que procede de las filas del antiguo ministro socialista Jean Pierre Chevénement.
Realmente no hay grandes diferencias ideológicas entre las distintas "familias" del FN, con respecto a sus puntos básicos programáticos en lo que se refiere a frenar la inmigración, el euroescepticismo, el nacionalismo, la islamofobia, el conservadurismo, la tradición católica, el liberalismo económico, a tener un gobierno fuerte para una "Francia sin control" traicionada por "elites inútiles, simpatizar con la Rusia de Putin... Lo que cambian son las formas. Marine siempre se alejó de las frases polémicas filonazis de su padre, aunque éste, dado su conservadurismo y su ultraliberalismo económico, que conlleva la reducción del Estado a su mínima expresión, tiene más que ver con la rancia extrema derecha de siempre que con los fascismos de los años treinta. Marine quiere leyes que frenen la inmigración, pero nunca dirá, como su padre, que el primer ministro Manuel Valls, nacido en España, "es francés desde hace treinta años y yo desde hace mil años. ¿Cuál es el vínculo real de Valls con Francia?". Marine condenó tajantemente la matanza de Anders Brievik en Noruega, mientras su padre intentó explicarla por la "inmigración masiva". Marine arremete contra los que critican al FN, pero no diría, como Jean Marie con respecto al cantante Patrick Bruel, de origen judío, que con ellos podría organizar una "hornada".
Marine, ante los sondeos, ha visto que moderando sus postulados, incluido el euroescepticismo, puede robarle votos a la derecha del expresidente Nicolas Sarkozy quien, ante la amenaza, ha llegado a decir como desprestigio que el programa económico del FN es de "extrema izquierda".
Marine se ha propuesto "desendemoniar" el FN, por lo que toda intervención de su padre que recuerde a la Segunda Guerra Mundial y al nazismo le hacen perder votos. Ha introducido en su discurso valores del republicanismo, como la laicidad, y la cuestión identitaria la convierte en una defensa de la cultura huyendo de alusiones étnicas. Quiso cambiarle el nombre al partido porque lo considera estigmatizado, a lo que se opuso su padre. Marine considera un "insulto" que se considere al FN de extrema derecha. Quiere que el FN deje de ser el partido antisistema de la época del "menhir" (su padre), para convertirse en una fuerza asentada en el sistema y con posibilidades de gobernar. De alguna manera, seguir el ejemplo de la Alianza Nacional italiana, que del neofascismo pasó a la derecha radical y a formar parte del Gobierno.
La crisis político-familiar va a mermar sus posiblidades. En alguna encuesta se apunta que el 69 por cien de los franceses no ve al FN como fuerza capaz de gobernar Francia. Sin contar que en otras, como la realizada por la Facultad de Ciencias Políticas de París, el 78 por cien lo considera un partido de extrema derecha, el 60 por cien un peligro para la democracia, y el 61, que es xenófobo. Ahora bien, lo curioso de la encuesta es que el 52 por cien de los franceses quieren restablecer la pena de muerte, el 41 piensa que el Islam es una religión violenta e intolerante, y el 78 quiere "un verdadero jefe que establezca el orden"; criterios en plena consonancia con el progama del FN, y que además un 32 por cien desea que Marine Le Pen tenga "cierta influencia" en la vida política francesa.
Pese a los cambios que quiere imprimirle Marine, va a seguir teniendo enfrente a Jean Marie. Sus partidarios, con Rivarol a la cabeza, la acusan de haber cometido una "infame traición" y de ser una "hija indigna, Judas femenina". Jean Marie Le Pen -a quien tuve la ocasión de entrevistar en dos ocasiones, una en su pueblo natal bretón de La Trinité-sur Mer, donde tradicionalmente daba cada mes de agosto el primer mitin del curso político, y otra en Madrid, apoyando electoralmente a Blas Piñar- es un hombre altivo y orgulloso, bravucón, amante de los baños de masas, encantado de haberse conocido... No se lo va a poner fácil a su hija. Dice que Marine le quiere muerto, pero que no va a contar con su colaboración para ello y que el cadáver sigue coleando. En alguna ocasión, refiriéndose al disidente Bruno Mégret, dijo que él, como Magallanes, si su segundo se le sublevaba, lo colgaba de la garrucha.
En este drama político-familiar tenemos todos los elementos de las tragedias clásicas y del mejor teatro de Shakespeare: apasionados amores y odios paterno-filiales, ansias de poder, deslealtades, venganzas, hijas repudiadas, reyes destronados... Como un nuevo Rey Lear, Jean Marie se apresta a recuperarle el trono a su hija. El culebrón no ha hecho más que empezar. Shakespeare habría disfrutrado en el París de los Le Pen.
Ahora, el enfrentamiento es con su hija menor, Marine. La tensión venía fraguándose desde hace unos años, cuando ella le sucedió al frente del FN en 2011 y emprendió una vía de modernización y moderación del partido. Pero las continuas salidas de tono de su padre con mensajes muy políticamente incorrectos, de carácter antisemita o islamófobo, generaban intensas polémicas que se convertían en continuos contratiempos para sus objetivos.
La gota que colmó el vaso de la crisis padre-hija fueron unas recientes declaraciones de aquel a la publicación de extrema derecha Rivarol en las que de nuevo mencionaba -lo que ya le costó antaño algún disgusto con la Justicia- que las cámaras de gas de los nazis fueron "un detalle de la historia", además de mostrar sus simpatías por el mariscal Pétain que rigió los destinos de la Francia ocupada por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. De nuevo la polémica estaba servida, lo que podía mermar la exitosa carrera política de Marine que, desde que sucedió a Jean Marie, moderando el tono del mensaje político, aumentó su techo electoral en las elecciones de 2012 al lograr el 17,9 por ciento de los votos y consiguió que fuera el partido más votado en las elecciones europeas de 2014; sin contar que los sondeos le siguen augurando buenos resultados para las próximas elecciones departamentales y las presidenciales de 2017. Marine no podía mirar para otro lado ante las declaraciones de su padre, se juega mucho en los próximos comicios, por lo que empezó por obligarle a retirar su candidatura a uno de los departamentos del sudeste francés para terminar destituyéndole como presidente honorífico y suspendiéndole temporalmente de militancia.
La reacción del furibundo Jean Marie no se hizo esperar. Se le había prohibido acudir a la manifestación del 1 de mayo ante la estatua de Juana de Arco en París, pero lo incumplió, y además intentó arrebatarle el protagonismo a su hija. La ha repudiado públicamente, y ha manifestado que le da vergüenza que lleve su apellido, que desea que pierda las elecciones y que su destitución es una "felonía". A sus 86 años, Jean Marie se siente robado. Él, que fue el fundador del FN en 1972 y poco a poco fue creándole un hueco en la escena política francesa, llegando a disputarle la presidencia de la república a Jacques Chirac en 2002, su mayor éxito electoral. Se llama a sí mismo el "alma" del FN, "un hombre del pueblo" -en contraposición a su hija a la que considera una "burguesa"- que de un partido de nostálgicos del petainsimo, la Argelia francesa, poujadistas, neofascistas de Ordre Nouveau y la extrema derecha maurrasiana, supo ganarse el voto de los marginados por las "elites cosmopolitas" de izquierda y derecha, hasta consquistar electoralmente los feudos tradicionales obreros del partido comunista.
Antes de fundar el FN, ya era un político con cierto recorrido: había sido el diputado más joven francés en 1956, con 28 años, cuando apoyaba al populista Tixier-Vignancour. Así mismo se había creado una pequeña aureola entre el electorado nacionalista tras, se supone, colaborar con la Resistencia en la Segunda Guerra Mundial siendo aún muy joven, combatir en la guerra de Vietnam y en Argelia como paracaidista, y también a los estudiantes izquierdistas en su época universitaria, en una de cuyas peleas perdió un ojo.
Es curioso que casi todos los políticos con devaneos autoritarios intenten convertir su liderazgo en una dinastía. Ahí están los casos de la "monarquía comunista" de Corea del Norte, de los Assad en Siria o los intentos fallidos de Mubarak en Egipto, Saddam Hussein en Irak o Gadafi en Libia. En el caso del FN y los Le Pen, la política siempre ha sido un asunto familiar: es el único partido europeo cuya cúpula siempre ha estado vinculada a una misma familia. La del FN siempre estuvo dirigida por Jean Marie Le Pen y sus próximos, ya fueran sus hijas, sus respectivas parejas, y ahora también una nieta. Con lo cual cualquier crisis política también ha sido familiar.
Uno de los primeros escándalos político-familiar de los Le Pen se produjo antes de las elecciones de 1987, cuando tras un divorcio dramático de Jean Marie con su esposa Pierrette, ésta posó desnuda en Playboy como venganza. El divorcio se produjo tras abandonarle aquella con el periodista al que Jean Marie había encargado escribir su biografía.
El siguiente escándalo fue el ya mencionado de 1998, cuando su hija Marie-Caroline, con quien las relaciones ya eran frías tras el divorcio de sus padres, apoyó la secesión de Mégret junto a su marido, Philippe Olivier, también dirigente del FN. Las relaciones padre-hija quedaron rotas para siempre. Jean Marie la repudió porque ella prefería seguir antes a su marido que a su padre.
Tras los no tan buenos resultados electorales de 2007, empieza a ascender en el FN la figura de Marine, vicepresidenta desde 2002 y militante desde 1986, uno de los buenos momentos del partido, cuando contaba dieciocho años. En la cúpula del FN conoció a quienes fueron sus dos primeros maridos y a su actual pareja, Louis Aliot, que es vicepresidente del partido. El "concubino", según Jean Marie Le Pen, que encabeza el grupo "socialo-gaullista" que rodean a Marine, que dirigen el "complot" contra él y que están "dinamitando" el FN desde 2012, en que empezaron las tensiones Jean Marie-Marine.
Al culebrón familiar de los Le Pen se ha unido en los últimos años una nueva estrella ascendente. Se trata de Marion Maréchal-Le Pen, de veintiséis años, la nieta favorita de Jean Marie, hija de Yann Le Pen y, como no podía ser de otra forma, de un exdirigente de las juventudes del FN. Es la diputada más joven de la historia republicana. al alcanzar su escaño a los veintidós años. Se la considera futura líder de la formación y, por ello, rival de Marine. Forma parte del ala nacional-conservadora, más cercana al abuelo, que la que pretende que el FN no sea "ni de izquierdas ni de derechas", de Marine, Aliot y Florian Philippot, el ideólogo del cambio de imagen del FN que procede de las filas del antiguo ministro socialista Jean Pierre Chevénement.
Realmente no hay grandes diferencias ideológicas entre las distintas "familias" del FN, con respecto a sus puntos básicos programáticos en lo que se refiere a frenar la inmigración, el euroescepticismo, el nacionalismo, la islamofobia, el conservadurismo, la tradición católica, el liberalismo económico, a tener un gobierno fuerte para una "Francia sin control" traicionada por "elites inútiles, simpatizar con la Rusia de Putin... Lo que cambian son las formas. Marine siempre se alejó de las frases polémicas filonazis de su padre, aunque éste, dado su conservadurismo y su ultraliberalismo económico, que conlleva la reducción del Estado a su mínima expresión, tiene más que ver con la rancia extrema derecha de siempre que con los fascismos de los años treinta. Marine quiere leyes que frenen la inmigración, pero nunca dirá, como su padre, que el primer ministro Manuel Valls, nacido en España, "es francés desde hace treinta años y yo desde hace mil años. ¿Cuál es el vínculo real de Valls con Francia?". Marine condenó tajantemente la matanza de Anders Brievik en Noruega, mientras su padre intentó explicarla por la "inmigración masiva". Marine arremete contra los que critican al FN, pero no diría, como Jean Marie con respecto al cantante Patrick Bruel, de origen judío, que con ellos podría organizar una "hornada".
Marine, ante los sondeos, ha visto que moderando sus postulados, incluido el euroescepticismo, puede robarle votos a la derecha del expresidente Nicolas Sarkozy quien, ante la amenaza, ha llegado a decir como desprestigio que el programa económico del FN es de "extrema izquierda".
Marine se ha propuesto "desendemoniar" el FN, por lo que toda intervención de su padre que recuerde a la Segunda Guerra Mundial y al nazismo le hacen perder votos. Ha introducido en su discurso valores del republicanismo, como la laicidad, y la cuestión identitaria la convierte en una defensa de la cultura huyendo de alusiones étnicas. Quiso cambiarle el nombre al partido porque lo considera estigmatizado, a lo que se opuso su padre. Marine considera un "insulto" que se considere al FN de extrema derecha. Quiere que el FN deje de ser el partido antisistema de la época del "menhir" (su padre), para convertirse en una fuerza asentada en el sistema y con posibilidades de gobernar. De alguna manera, seguir el ejemplo de la Alianza Nacional italiana, que del neofascismo pasó a la derecha radical y a formar parte del Gobierno.
La crisis político-familiar va a mermar sus posiblidades. En alguna encuesta se apunta que el 69 por cien de los franceses no ve al FN como fuerza capaz de gobernar Francia. Sin contar que en otras, como la realizada por la Facultad de Ciencias Políticas de París, el 78 por cien lo considera un partido de extrema derecha, el 60 por cien un peligro para la democracia, y el 61, que es xenófobo. Ahora bien, lo curioso de la encuesta es que el 52 por cien de los franceses quieren restablecer la pena de muerte, el 41 piensa que el Islam es una religión violenta e intolerante, y el 78 quiere "un verdadero jefe que establezca el orden"; criterios en plena consonancia con el progama del FN, y que además un 32 por cien desea que Marine Le Pen tenga "cierta influencia" en la vida política francesa.
Pese a los cambios que quiere imprimirle Marine, va a seguir teniendo enfrente a Jean Marie. Sus partidarios, con Rivarol a la cabeza, la acusan de haber cometido una "infame traición" y de ser una "hija indigna, Judas femenina". Jean Marie Le Pen -a quien tuve la ocasión de entrevistar en dos ocasiones, una en su pueblo natal bretón de La Trinité-sur Mer, donde tradicionalmente daba cada mes de agosto el primer mitin del curso político, y otra en Madrid, apoyando electoralmente a Blas Piñar- es un hombre altivo y orgulloso, bravucón, amante de los baños de masas, encantado de haberse conocido... No se lo va a poner fácil a su hija. Dice que Marine le quiere muerto, pero que no va a contar con su colaboración para ello y que el cadáver sigue coleando. En alguna ocasión, refiriéndose al disidente Bruno Mégret, dijo que él, como Magallanes, si su segundo se le sublevaba, lo colgaba de la garrucha.
En este drama político-familiar tenemos todos los elementos de las tragedias clásicas y del mejor teatro de Shakespeare: apasionados amores y odios paterno-filiales, ansias de poder, deslealtades, venganzas, hijas repudiadas, reyes destronados... Como un nuevo Rey Lear, Jean Marie se apresta a recuperarle el trono a su hija. El culebrón no ha hecho más que empezar. Shakespeare habría disfrutrado en el París de los Le Pen.