La primera de las tres grandes dará comienzo este sábado junto a las apacibles aguas de San Remo. La habitual meta de La Classicissima es el escenario elegido para dar la salida a la 98 edición del Giro de Italia, que se acerca a la costa azul para teñir de rosa las carreteras que bordean el mar de Liguria.
Dicen los que han visto mucho ciclismo, los que ya veían el paso de los corredores desde las cunetas de las carreteras rotas, con pretiles de piedra y sin pintura acrílica, que el Giro de Italia es la carrera más hermosa, la más dura y la más auténtica. La más hermosa, quizás porque el pelotón avanza arropado por las ruinas imperiales de occidente, por las villas renacentistas de los Medici y el barroco de Bernini; la más dura, por sus cumbres nevadas, por temibles puertos llenos de historias de grandes duelos convertidos en leyenda, como la de Bartali y Coppi, erigidos en héroes de una Italia dividida; la más auténtica, quizás porque se mantiene fiel a su estilo después de 100 años, con sus emboscadas de finales nerviosos, con las volatas para velocistas puros combinadas con etapas de alta montaña y con la pasión de los tifosi que viven con devoción su carrera nacional.
El recorrido
La edición de este año cuenta con 3481 km divididos en 21 etapas entre las que destacan una contrarreloj por equipos, una individual y 5 etapas de alta montaña. 7 serán los finales en alto y 7 las etapas llanas para velocistas. La organización ha decidido concentrar la dureza en la tercera semana, con algún aperitivo en los primeros 15 días. La primera llegada en alto será en la 5ª etapa, con final en un puerto de segunda categoría, el Abetone. El siguiente final en alto llega en la 8ª etapa, un final más exigente en medio de los Apeninos, con la ascensión a la estación de esquí de Campitello Matese. La contrarreloj por equipos, de 60 km, dará paso a la última semana de competición, donde se concentran las jornadas más duras, primero con el paso por los temidos Dolomitas, después con la llegada a los Alpes y a un lugar asociado a la épica del ciclismo, Sestriere.
El domingo 24 de mayo tendrá lugar la primera de las grandes batallas: 3 puertos dolomíticos con final en Madonna di Campligio, una ascensión de 15 km donde en 1999 ganó un héroe trágico vestido de rosa, Marco Pantani. Tras una jornada de descanso, la etapa 16ª, con final en Aprica, presenta 5 puertos entre los que se encuentra el terrible Mortirolo con sus 12,4 km y rampas del 18%. Los puertos encandenados vuelven en las jornadas de los Alpes, 19ª y 20ª. El viernes 29 una de las etapas reinas: 236 km con 4 ascensiones, las 3 últimas de primera categoría, finalizando en el Cervinia, a 2.000 m de altitud, en homenaje a los 150 años de la conquista el monte Cervino. Finalmente, el sábado 30 el pelotón ascenderá otro de los colosos de este año, el Colle delle Finestre, cima Coppi de esta edición con sus 2178 m. de altitud y 19 km de longitud de los cuales 8 km se harán sobre un firme de tierra. El final de etapa será en el mítico Sestriere, donde Claudio Chiapucci escribió su página más dorada en 1992, dejándonos la imagen para el recuerdo de sus brazos alzados y su mirada al cielo, llorando de dolor.
La carrera finalizará en las calles de Milán el 31 de mayo y un nuevo ganador escribirá su nombre en el trofeo senza fine.
Los favoritos
Un nombre destaca por encima del resto entre la nómina de aspirantes a ganar la ronda italiana. Alberto Contador (Tinkoff) opta a llevarse su segundo Giro; el primero fue en 2008, una victoria inesperada que le obligó a interrumpir sus vacaciones en la playa para batirse en las gélidas cotas frente al atormentado Ricardo Riccó. En realidad, hubo un segundo Giro, el de 2011, una edición durísima que el español ganó brillantemente en la carretera por delante de Michele Scarponi y Vincenzo Nibali, pero que perdió en los despachos del TAS debido al conocido caso del clembuterol, ocurrido 10 meses antes, durante el Tour de Francia.
En el ciclismo moderno, donde las fuerzas se miden por vatios y la biomecánica condiciona el rendimiento, es del todo inusual que un corredor manifieste su intención de ganar dos vueltas grandes en el mismo año. Eso es lo que se ha propuesto Alberto Contador con el Giro y el Tour, una apuesta arriesgada en la que pocos confían y que hace frotarse las manos a sus máximos rivales en el mes de julio, Froome, Nibali y Quintana, ausentes todos ellos en la carrera italiana.
Dicen algunos que no es posible ganar Giro y Tour de manera consecutiva, aunque los precedentes existen. Solo 6 privilegiados han logrado a lo largo de la historia la doble corona y no es casualidad que sus nombres formen parte del panteón ciclista: Coppi, Anquetil, Merckx, Hinault, Induráin y Pantani, el último en conseguirlo, hace ya 17 años. "Muchísima gente lo cree imposible, y yo creo que no lo es. Lo voy a intentar porque creo que las cosas son imposibles hasta que alguien las consigue y ese es mi desafío para este año", ha dicho Contador.
Frente a él Richi Porte (Sky), ganador esta temporada de la Paris-Niza, Volta a Cataluña y Giro del Trentino; Rigoberto Urán (Etixx), segundo en las dos últimas ediciones; y Fabio Aru (Astana), tercero el año pasado, se presentan como sus máximos rivales, a los que se une un elenco de outsiders que protagonizarán el espectáculo de este Giro 2015: Domenico Pozzovivo (AG2R), Diego Ulissi (Lampre), Igor Antón (Movistar), Ilnur Zakarin (Katusha), Van Den Broeck (Lotto-Soudal), Ryder Hesjedal (Cannondale), Michael Matthews y Simon Gerrans (Orica) o Damiano Cunego (Nippo).
El otro gran atractivo del Giro serán las volatas, las llegadas masivas donde los protagonistas son los locos de los desarrollos imposibles. André Greipel (Lotto-Soudal) encabeza la nómina de sprinters donde reaparece Tom Boonem (Etixx), recuperado de su caída en la Paris-Niza, y donde figuran velocistas como Luka Mezgec (Giant), Elia Viviani (Sky), Sacha Modolo (Lampre), Grega Bole (CCC) o el incombustible Alessandro Petacchi (Southeast), último superviviente de la década de los noventa que, a sus 41 años, quizás nos conceda a los nostálgicos el regalo de una última victoria.
Dicen los que han visto mucho ciclismo, los que ya veían el paso de los corredores desde las cunetas de las carreteras rotas, con pretiles de piedra y sin pintura acrílica, que el Giro de Italia es la carrera más hermosa, la más dura y la más auténtica. La más hermosa, quizás porque el pelotón avanza arropado por las ruinas imperiales de occidente, por las villas renacentistas de los Medici y el barroco de Bernini; la más dura, por sus cumbres nevadas, por temibles puertos llenos de historias de grandes duelos convertidos en leyenda, como la de Bartali y Coppi, erigidos en héroes de una Italia dividida; la más auténtica, quizás porque se mantiene fiel a su estilo después de 100 años, con sus emboscadas de finales nerviosos, con las volatas para velocistas puros combinadas con etapas de alta montaña y con la pasión de los tifosi que viven con devoción su carrera nacional.
El recorrido
La edición de este año cuenta con 3481 km divididos en 21 etapas entre las que destacan una contrarreloj por equipos, una individual y 5 etapas de alta montaña. 7 serán los finales en alto y 7 las etapas llanas para velocistas. La organización ha decidido concentrar la dureza en la tercera semana, con algún aperitivo en los primeros 15 días. La primera llegada en alto será en la 5ª etapa, con final en un puerto de segunda categoría, el Abetone. El siguiente final en alto llega en la 8ª etapa, un final más exigente en medio de los Apeninos, con la ascensión a la estación de esquí de Campitello Matese. La contrarreloj por equipos, de 60 km, dará paso a la última semana de competición, donde se concentran las jornadas más duras, primero con el paso por los temidos Dolomitas, después con la llegada a los Alpes y a un lugar asociado a la épica del ciclismo, Sestriere.
El domingo 24 de mayo tendrá lugar la primera de las grandes batallas: 3 puertos dolomíticos con final en Madonna di Campligio, una ascensión de 15 km donde en 1999 ganó un héroe trágico vestido de rosa, Marco Pantani. Tras una jornada de descanso, la etapa 16ª, con final en Aprica, presenta 5 puertos entre los que se encuentra el terrible Mortirolo con sus 12,4 km y rampas del 18%. Los puertos encandenados vuelven en las jornadas de los Alpes, 19ª y 20ª. El viernes 29 una de las etapas reinas: 236 km con 4 ascensiones, las 3 últimas de primera categoría, finalizando en el Cervinia, a 2.000 m de altitud, en homenaje a los 150 años de la conquista el monte Cervino. Finalmente, el sábado 30 el pelotón ascenderá otro de los colosos de este año, el Colle delle Finestre, cima Coppi de esta edición con sus 2178 m. de altitud y 19 km de longitud de los cuales 8 km se harán sobre un firme de tierra. El final de etapa será en el mítico Sestriere, donde Claudio Chiapucci escribió su página más dorada en 1992, dejándonos la imagen para el recuerdo de sus brazos alzados y su mirada al cielo, llorando de dolor.
La carrera finalizará en las calles de Milán el 31 de mayo y un nuevo ganador escribirá su nombre en el trofeo senza fine.
Los favoritos
Un nombre destaca por encima del resto entre la nómina de aspirantes a ganar la ronda italiana. Alberto Contador (Tinkoff) opta a llevarse su segundo Giro; el primero fue en 2008, una victoria inesperada que le obligó a interrumpir sus vacaciones en la playa para batirse en las gélidas cotas frente al atormentado Ricardo Riccó. En realidad, hubo un segundo Giro, el de 2011, una edición durísima que el español ganó brillantemente en la carretera por delante de Michele Scarponi y Vincenzo Nibali, pero que perdió en los despachos del TAS debido al conocido caso del clembuterol, ocurrido 10 meses antes, durante el Tour de Francia.
En el ciclismo moderno, donde las fuerzas se miden por vatios y la biomecánica condiciona el rendimiento, es del todo inusual que un corredor manifieste su intención de ganar dos vueltas grandes en el mismo año. Eso es lo que se ha propuesto Alberto Contador con el Giro y el Tour, una apuesta arriesgada en la que pocos confían y que hace frotarse las manos a sus máximos rivales en el mes de julio, Froome, Nibali y Quintana, ausentes todos ellos en la carrera italiana.
Dicen algunos que no es posible ganar Giro y Tour de manera consecutiva, aunque los precedentes existen. Solo 6 privilegiados han logrado a lo largo de la historia la doble corona y no es casualidad que sus nombres formen parte del panteón ciclista: Coppi, Anquetil, Merckx, Hinault, Induráin y Pantani, el último en conseguirlo, hace ya 17 años. "Muchísima gente lo cree imposible, y yo creo que no lo es. Lo voy a intentar porque creo que las cosas son imposibles hasta que alguien las consigue y ese es mi desafío para este año", ha dicho Contador.
Frente a él Richi Porte (Sky), ganador esta temporada de la Paris-Niza, Volta a Cataluña y Giro del Trentino; Rigoberto Urán (Etixx), segundo en las dos últimas ediciones; y Fabio Aru (Astana), tercero el año pasado, se presentan como sus máximos rivales, a los que se une un elenco de outsiders que protagonizarán el espectáculo de este Giro 2015: Domenico Pozzovivo (AG2R), Diego Ulissi (Lampre), Igor Antón (Movistar), Ilnur Zakarin (Katusha), Van Den Broeck (Lotto-Soudal), Ryder Hesjedal (Cannondale), Michael Matthews y Simon Gerrans (Orica) o Damiano Cunego (Nippo).
El otro gran atractivo del Giro serán las volatas, las llegadas masivas donde los protagonistas son los locos de los desarrollos imposibles. André Greipel (Lotto-Soudal) encabeza la nómina de sprinters donde reaparece Tom Boonem (Etixx), recuperado de su caída en la Paris-Niza, y donde figuran velocistas como Luka Mezgec (Giant), Elia Viviani (Sky), Sacha Modolo (Lampre), Grega Bole (CCC) o el incombustible Alessandro Petacchi (Southeast), último superviviente de la década de los noventa que, a sus 41 años, quizás nos conceda a los nostálgicos el regalo de una última victoria.