A estas alturas de mi bregar en y por la vida, me niego a sucumbir al orden criminal que los poderes financieros y especulativos están sometiendo al mundo. No se han atrevido a llevarlo a cabo y presentarlo en sociedad hasta hace unos años, pero ahora, dueños de los medios de comunicación y de los aparatos de propaganda mundiales, han logrado la mendaz identificación en muchas mentes de su "orden" con una sacra palabra que, según ellos, es la única que garantiza seguridad y bienestar: "sistema". Para los amos explotadores del mundo fuera del sistema (su sistema) no hay salvación. Pues bien, precisamente por eso me declaro abiertamente antisistema, anti-su-sistema.
Su sistema de alienación de la humanidad de cada ser humano y principalmente de sus derechos más fundamentales y elementales instaura un sistema de hambre, explotación, pauperización y precarización de la mayor parte de la población a manos de una minoría cada vez más rica y acaparadora de los recursos naturales más necesarios en su propio beneficio. A través de este "juego" de explotación y rapacidad pretenden aniquilar los derechos humanos, el estado de bienestar conseguido con la sangre, el sudor y las lágrimas de muchas personas heroicas, así como las libertades cívicas. Para ello corrompen, manipulándolos, el lenguaje y las palabras más fundamentales sobre las que se sustenta la dignidad humana, como "libertad", "justicia", "trabajo", "paz", etc.
¿Qué hacer entonces? El orden que impone el sistema es violento (se suele hablar de él como "violencia estructural") y no conoce otro medio que la violencia. Desde el ámbito de mi conciencia ética personal y social me parecen insuficientes e ineficaces algunos medios usuales de protesta (manifestación, concentración, escrito de repulsa, etc.), pues la violencia estructural ha de combatirse con una contraviolencia constante y contundente basada en la resistencia pacifica.
Una gota de agua es una nadería, pero muchos y muchas podemos formar un maremoto capaz de derribar el menor vestigio de un sistema que decide cada día cuántos y quiénes van a morir de hambre o quedarse sin vivienda o sin trabajo en el mundo o en un determinado país. Nos quieren inculcar en muchos de los medios de comunicación que el enemigo a combatir es la inmigración "ilegal" y el "terrorismo" yihadista, ocultándonos que el principal enemigo común es la oligarquía financiera que monopoliza los beneficios y privatiza los recursos y los servicios.
¿Qué hacer, entonces? Cuando me preguntan si he conseguido "los objetivos" tras permanecer 23 meses (03.06.2013 a 30.04.2015) apostado cada mañana en el portal de la vivienda de la Consejera de Educación del Gobierno de Aragón, suelo responder que así he conseguido al menos algo muy importante: hacer coincidir en mí cada día lo que pienso, lo que quiero, lo que hago y lo que debo. Y por coherencia con ello, decido también seguir luchando mediante fórmulas de contraviolencia diaria que molesten y hagan daño a los servidores y lacayos locales del sistema basadas en la resistencia pacífica y la desobediencia civil. Nada tengo que perder, esa es mi arma más poderosa y liberadora. Y continuaré diariamente esa lucha contra el sistema de recortes y demolición de los derechos y libertades.
Desde este lunes 1 de junio de 2015, todas las mañanas, de 11 a 13 horas, de lunes a viernes, estoy manifestando públicamente en la calle mi rechazo a los deshumanizadores recortes de los derechos y las libertades por parte del Gobierno español, presidido por Mariano Rajoy.
Me manifiesto cívica y pacíficamente siempre, en silencio, portando solo un cartel que denuncia el actual estado de cosas y expresa mi apuesta incondicional por que otro mundo es posible, un mundo justo, libre, no-violento, donde se hagan cada día más efectivos los derechos humanos (vivienda, trabajo, educación, sanidad, asistencia a la dependencia, pensiones, etc.), donde no impere la ley de los recortes en detrimento solo de quienes cada vez tienen menos, en beneficio de quienes cada vez son más ricos.
Me manifiesto frente a la casa del actual delegado del Gobierno de España en Aragón, Gustavo Alcalde Sánchez.
Si un día me echan de allí, volveré cívica y pacíficamente al día siguiente. Si un día me multan, volveré cívica y pacíficamente al día siguiente.
Como escribí en mi blog el 2 de junio de 2013, víspera del primer día de protesta en el portal de la consejera de Educación:
Nada tengo ahora que añadir.
Su sistema de alienación de la humanidad de cada ser humano y principalmente de sus derechos más fundamentales y elementales instaura un sistema de hambre, explotación, pauperización y precarización de la mayor parte de la población a manos de una minoría cada vez más rica y acaparadora de los recursos naturales más necesarios en su propio beneficio. A través de este "juego" de explotación y rapacidad pretenden aniquilar los derechos humanos, el estado de bienestar conseguido con la sangre, el sudor y las lágrimas de muchas personas heroicas, así como las libertades cívicas. Para ello corrompen, manipulándolos, el lenguaje y las palabras más fundamentales sobre las que se sustenta la dignidad humana, como "libertad", "justicia", "trabajo", "paz", etc.
¿Qué hacer entonces? El orden que impone el sistema es violento (se suele hablar de él como "violencia estructural") y no conoce otro medio que la violencia. Desde el ámbito de mi conciencia ética personal y social me parecen insuficientes e ineficaces algunos medios usuales de protesta (manifestación, concentración, escrito de repulsa, etc.), pues la violencia estructural ha de combatirse con una contraviolencia constante y contundente basada en la resistencia pacifica.
Una gota de agua es una nadería, pero muchos y muchas podemos formar un maremoto capaz de derribar el menor vestigio de un sistema que decide cada día cuántos y quiénes van a morir de hambre o quedarse sin vivienda o sin trabajo en el mundo o en un determinado país. Nos quieren inculcar en muchos de los medios de comunicación que el enemigo a combatir es la inmigración "ilegal" y el "terrorismo" yihadista, ocultándonos que el principal enemigo común es la oligarquía financiera que monopoliza los beneficios y privatiza los recursos y los servicios.
¿Qué hacer, entonces? Cuando me preguntan si he conseguido "los objetivos" tras permanecer 23 meses (03.06.2013 a 30.04.2015) apostado cada mañana en el portal de la vivienda de la Consejera de Educación del Gobierno de Aragón, suelo responder que así he conseguido al menos algo muy importante: hacer coincidir en mí cada día lo que pienso, lo que quiero, lo que hago y lo que debo. Y por coherencia con ello, decido también seguir luchando mediante fórmulas de contraviolencia diaria que molesten y hagan daño a los servidores y lacayos locales del sistema basadas en la resistencia pacífica y la desobediencia civil. Nada tengo que perder, esa es mi arma más poderosa y liberadora. Y continuaré diariamente esa lucha contra el sistema de recortes y demolición de los derechos y libertades.
Desde este lunes 1 de junio de 2015, todas las mañanas, de 11 a 13 horas, de lunes a viernes, estoy manifestando públicamente en la calle mi rechazo a los deshumanizadores recortes de los derechos y las libertades por parte del Gobierno español, presidido por Mariano Rajoy.
Me manifiesto cívica y pacíficamente siempre, en silencio, portando solo un cartel que denuncia el actual estado de cosas y expresa mi apuesta incondicional por que otro mundo es posible, un mundo justo, libre, no-violento, donde se hagan cada día más efectivos los derechos humanos (vivienda, trabajo, educación, sanidad, asistencia a la dependencia, pensiones, etc.), donde no impere la ley de los recortes en detrimento solo de quienes cada vez tienen menos, en beneficio de quienes cada vez son más ricos.
Me manifiesto frente a la casa del actual delegado del Gobierno de España en Aragón, Gustavo Alcalde Sánchez.
Si un día me echan de allí, volveré cívica y pacíficamente al día siguiente. Si un día me multan, volveré cívica y pacíficamente al día siguiente.
Como escribí en mi blog el 2 de junio de 2013, víspera del primer día de protesta en el portal de la consejera de Educación:
"Los seres vivos no pueden vivir sin agua, pues morirían. Los seres vivos no pueden vivir sin aire, pues morirían. Las personas y las sociedades no podemos permitir que conculquen nuestra libertad y nuestros derechos, pues, en tal caso, nos demos o no nos demos cuenta de ello, estamos muriendo por dentro".
Nada tengo ahora que añadir.