Desde el 3 de julio de 2013, el día de la caída de Mursi, todo iba encaminado hacia este objetivo. Todos los acontecimientos, las decisiones políticas y propagandísticas aumentaban sus posibilidades y reforzaban el estrellato de este general. Hasta que llegó el tercer aniversario de la revolución egipcia.
En algunos lugares públicos se celebró de una forma oficial este aniversario y las estrellas no fueron los llamados "jóvenes de la revolución", sino la policía y el Ejército, así como los miembros de un Gobierno formado por ancianos.
Simultáneamente, en otros espacios públicos, se produjeron enfrentamientos entre jóvenes revolucionarios o islamistas y las fuerzas de seguridad. El sector no islamista de estos manifestantes estaba formado por jóvenes que viven su último intento de suicidio, al menos de poder convertirse en "mártires" de lo que consideran algunos "la revolución fracasada". En estos enfrentamientos murieron 63 personas a manos de las fuerzas de seguridad.
Pero hubo un tercer espacio, no público, sino muy privado, lejos de estos dos espacios públicos, el de la celebración y el de la sangre. Este espacio privado fue el del palacio presidencial y el de la sala de reuniones del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. En menos de 24 horas se dieron dos pasos definitivos para el destino de este país y de este general: el presidente interino asciende al general Al Sisi, otorgándole el grado más alto en el Ejército egipcio, el de mariscal de campo. Pocas horas después, el Consejo militar, presidido por el mismo general, le pide a Al Sisi que acepte la petición del Ejército y del pueblo de presentarse como candidato a las presidenciales y de salvar a la patria.
¿Quién es el general Al Sisi? No sé, no lo sabemos. Se cuenta con pocas informaciones sobre él; que nació en 1954 y se licenció en la Academia Militar en 1977.
¡Qué casualidad! ¡En 1977! El mismo año que se iniciaron las relaciones -demasiado estrechas- entre el Ejército egipcio y Estados Unidos. Él, por supuesto, ha tenido acceso a escuelas militares de Gran Bretaña y de Estados Unidos. No me atrevo a decir que "en las mismas escuelas militares en las que estudiaron los dictadores militares 'clásicos' de América Latina" porque no sé dónde estudiaron estos.
A comienzos de 2010 es el jefe del servicio de espionaje militar. Es decir, un año antes del inicio de la revolución. A pesar de haber sido acusado por parte de activistas y de asociaciones de derechos humanos de ser el responsable de los exámenes de virginidad realizados a chicas en el Museo Egipcio dos meses después del estallido de la revolución, Mursi lo nombra ministro de Defensa en agosto de 2012. Menos de un año después se convierte en el "héroe de la nación" tras el derrocamiento de los Hermanos Musulmanes y del hombre que le nombró ministro de Defensa. El hombre fuerte de Egipto desde ese momento no es solamente un héroe, sino también un Dios en prácticamente todos los medios de comunicación, ya sean oficiales o privados.
No me preguntéis por su programa electoral o por su proyecto político. Nunca ha dicho nada, absolutamente nada, sobre esto. Solo nos habla de amor.
Los discursos de Al Sisi no se salen de estos contenidos: "Estáis en nuestro corazón", "¿No sabéis lo que podemos hacer por vosotros?", "No dormimos por la noche para garantizar vuestra seguridad y vuestra felicidad", "Hasta la última gota de nuestra sangre es por vosotros", "Tenemos que amarnos los unos a los otros", "¿Aceptáis despertaros conmigo a las cinco de la mañana para trabajar juntos y mejorar la vida de los pobres?" Por cierto, cuando dijo esta última frase, entre el público que le estaba escuchando había artistas; artistas que es conocido que toman drogas y beben alcohol, pero gritaron "síííí", a pesar de que a las cinco de la mañana todavía están dedicados a sus faenas particulares.
Estas son las frases de Al Sisi; dichas con un tono de voz suave y una sonrisa nostálgica que recuerda a un cantante llamado Abdel Halim Hafez, el ídolo de las canciones de amor en el cine egipcio en los años 50 y 60.
Abdel Halim no era guapo, pero muchas mujeres se enamoraron de él. Incluso algunas chicas se suicidaron el día que él murió.
¿Ocurrirá lo mismo con Al Sisi? Es probable. Hay muchos famosos e intelectuales, hombres y mujeres, de todas las especialidades, que escribieron o hablaron sobre el amor que ellos y "la patria" sienten por Al Sisi. Hablaron sobre el general como "el macho" a quien "la hembra" -en este caso Egipto- espera. Una periodista escribió sobre él: "Si tú me guiñas un ojo, voy a donde sea". Caricaturistas lo dibujan como a Superman llevando en sus brazos musculosos a una campesina sensual llamada Egipto.
No digáis que me centro demasiado en ámbitos poco serios, hasta el primer ministro, un hombre formal, economista, dijo hace unos días en el Fórum de Davos, que el pueblo, especialmente las mujeres, quiere que el general sea presidente por su atractivo.
Todos hablan de amor: el poder actual, el general, la oposición democrática, incluso algunos comunicados de los Hermanos Musulmanes. Todos inauguran esta época dorada, la época del amor/el sexo colectivo, que solucionará todos nuestros problemas al mezclar la obsesión sexual con la política.
En algunos lugares públicos se celebró de una forma oficial este aniversario y las estrellas no fueron los llamados "jóvenes de la revolución", sino la policía y el Ejército, así como los miembros de un Gobierno formado por ancianos.
Simultáneamente, en otros espacios públicos, se produjeron enfrentamientos entre jóvenes revolucionarios o islamistas y las fuerzas de seguridad. El sector no islamista de estos manifestantes estaba formado por jóvenes que viven su último intento de suicidio, al menos de poder convertirse en "mártires" de lo que consideran algunos "la revolución fracasada". En estos enfrentamientos murieron 63 personas a manos de las fuerzas de seguridad.
Pero hubo un tercer espacio, no público, sino muy privado, lejos de estos dos espacios públicos, el de la celebración y el de la sangre. Este espacio privado fue el del palacio presidencial y el de la sala de reuniones del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. En menos de 24 horas se dieron dos pasos definitivos para el destino de este país y de este general: el presidente interino asciende al general Al Sisi, otorgándole el grado más alto en el Ejército egipcio, el de mariscal de campo. Pocas horas después, el Consejo militar, presidido por el mismo general, le pide a Al Sisi que acepte la petición del Ejército y del pueblo de presentarse como candidato a las presidenciales y de salvar a la patria.
¿Quién es el general Al Sisi? No sé, no lo sabemos. Se cuenta con pocas informaciones sobre él; que nació en 1954 y se licenció en la Academia Militar en 1977.
¡Qué casualidad! ¡En 1977! El mismo año que se iniciaron las relaciones -demasiado estrechas- entre el Ejército egipcio y Estados Unidos. Él, por supuesto, ha tenido acceso a escuelas militares de Gran Bretaña y de Estados Unidos. No me atrevo a decir que "en las mismas escuelas militares en las que estudiaron los dictadores militares 'clásicos' de América Latina" porque no sé dónde estudiaron estos.
A comienzos de 2010 es el jefe del servicio de espionaje militar. Es decir, un año antes del inicio de la revolución. A pesar de haber sido acusado por parte de activistas y de asociaciones de derechos humanos de ser el responsable de los exámenes de virginidad realizados a chicas en el Museo Egipcio dos meses después del estallido de la revolución, Mursi lo nombra ministro de Defensa en agosto de 2012. Menos de un año después se convierte en el "héroe de la nación" tras el derrocamiento de los Hermanos Musulmanes y del hombre que le nombró ministro de Defensa. El hombre fuerte de Egipto desde ese momento no es solamente un héroe, sino también un Dios en prácticamente todos los medios de comunicación, ya sean oficiales o privados.
No me preguntéis por su programa electoral o por su proyecto político. Nunca ha dicho nada, absolutamente nada, sobre esto. Solo nos habla de amor.
Los discursos de Al Sisi no se salen de estos contenidos: "Estáis en nuestro corazón", "¿No sabéis lo que podemos hacer por vosotros?", "No dormimos por la noche para garantizar vuestra seguridad y vuestra felicidad", "Hasta la última gota de nuestra sangre es por vosotros", "Tenemos que amarnos los unos a los otros", "¿Aceptáis despertaros conmigo a las cinco de la mañana para trabajar juntos y mejorar la vida de los pobres?" Por cierto, cuando dijo esta última frase, entre el público que le estaba escuchando había artistas; artistas que es conocido que toman drogas y beben alcohol, pero gritaron "síííí", a pesar de que a las cinco de la mañana todavía están dedicados a sus faenas particulares.
Estas son las frases de Al Sisi; dichas con un tono de voz suave y una sonrisa nostálgica que recuerda a un cantante llamado Abdel Halim Hafez, el ídolo de las canciones de amor en el cine egipcio en los años 50 y 60.
Abdel Halim no era guapo, pero muchas mujeres se enamoraron de él. Incluso algunas chicas se suicidaron el día que él murió.
¿Ocurrirá lo mismo con Al Sisi? Es probable. Hay muchos famosos e intelectuales, hombres y mujeres, de todas las especialidades, que escribieron o hablaron sobre el amor que ellos y "la patria" sienten por Al Sisi. Hablaron sobre el general como "el macho" a quien "la hembra" -en este caso Egipto- espera. Una periodista escribió sobre él: "Si tú me guiñas un ojo, voy a donde sea". Caricaturistas lo dibujan como a Superman llevando en sus brazos musculosos a una campesina sensual llamada Egipto.
No digáis que me centro demasiado en ámbitos poco serios, hasta el primer ministro, un hombre formal, economista, dijo hace unos días en el Fórum de Davos, que el pueblo, especialmente las mujeres, quiere que el general sea presidente por su atractivo.
Todos hablan de amor: el poder actual, el general, la oposición democrática, incluso algunos comunicados de los Hermanos Musulmanes. Todos inauguran esta época dorada, la época del amor/el sexo colectivo, que solucionará todos nuestros problemas al mezclar la obsesión sexual con la política.