¿Qué quiere Podemos? ¿Acabar solo con la corrupción de la clase política o llevar a cabo una serie de cambios para que esta sociedad sea un poco más agradable y justa?; ¿o quizá transformar radicalmente la sociedad y el modelo del poder político?
Si se tratase de la primera opción, fracasaría; porque muchos -incluidos los líderes o las caras visibles de Podemos- sabemos que no se puede acabar con la corrupción manteniendo el mismo modelo político/económico neoliberal, ya que esta es una de las características principales de este modelo.
Si su objetivo es la segunda opción, mejorar un poco nuestras vidas para que sean algo más agradables, se trataría de un objetivo muy modesto que no se correspondería con todo lo que viene representando Podemos: a movimientos de protesta y mareas durante los últimos cuatro años, además de a todos aquellos movimientos de cambio, de progreso y de izquierdas que llevan en marcha desde hace décadas, desde antes de la Transición.
Si el objetivo es la tercera opción, se trata de una tarea muy difícil, y necesita de mucho trabajo por parte de numerosos colectivos sociales durante años. Habría que entrar, valientemente y con claridad, en batallas verdaderas en muchos terrenos, con todo lo que conlleva el término "batalla".
A mi entender, este es el objetivo real de Podemos, a pesar de los momentos simpáticos, escenificados en algún plató de televisión por parte de algunos de sus representantes, en los que moderaban/suavizaban su objetivo.
En este caso, el peligro principal que puede hacer que Podemos fracase en esta tarea histórica y necesaria, desde mi punto de vista, es la burocracia, crear su propia burocracia.
Este peligro no está lejos, está ya a las puertas. Y por supuesto, la clase política y económica que tiene el poder en la actualidad hará todo lo posible para construir esta tumba para Podemos y sus objetivos, ayudando a formalizar un colectivo llamado "burocracia interna" de Podemos que concentre el poder dentro de esta formación.
Para ser más claros: hará todo lo posible para que Podemos se parezca cada vez más a los demás partidos. Unos partidos políticos creados a través del casamiento entre intereses económicos y financieros, familias, burocracia política e intereses sectoriales.
El momento actual es clave para formalizar esta burocracia o para enfrentarse a ella; Podemos es una fuerza política emergente, que crece rápido, que consigue entrar en las instituciones -parlamentos y ayuntamientos-, que se prepara para la batalla de las elecciones generales, con diputados y concejales que comienzan a tener cierta fama; son enormes la furia y la energía de estos momentos en los ambientes cercanos a los líderes y a las personas de su confianza que empiezan a ocupar puestos importantes. Estas últimas son quienes llevan ahora los papeles, las propuestas, las listas de los afiliados y, lo más importante, dirigen las articulaciones de Podemos, por lo tanto, ganan más poder.
Este control de la burocracia es habitual en todos los partidos, y por ese motivo - y por otros- nunca representarán realmente a los intereses de la mayoría. Pero Podemos tenía otra herramienta que debe proteger: el mecanismo asambleario, los círculos, o lo que la señora Aguirre denominó, por su falta de cultura, "sóviets". Estos círculos no están integrados únicamente por militantes de Podemos, sino que están abiertos a cualquier ciudadano al que le interese estar presente y participar en ellos.
En uno de estos círculos, celebrado a nivel estatal hace unos días, una de esas personas que ha conseguido entrar en el Parlamento de una Comunidad Autónoma importante dijo más o menos lo siguiente: "Los círculos tienen que jugar el papel de puente entre nosotros y la gente".
Podría tratarse de una confusión y corregirse perfectamente. Pero lo preocupante es que este discurso no recibió ni críticas ni rechazo por parte de la mayoría de los presentes. ¿Ser el puente? ¿No vas a estar tú directamente con la gente en la calle? ¿Quién tomará las decisiones?
Se pueden observar tres fases claramente: en un principio, los círculos son abiertos, se discute sobre todo y se toman decisiones. Esto se modifica, y pasan a ser puentes que trasladan la voz de la calle al político profesional o al burócrata. Y esto acabará así: el/la burócrata escuchará lo que quiera, hará lo que quiera, con todo el respeto a la voz de la calle, pero quien decidirá será él/ella.
Lo dicho en ese círculo no es el único síntoma de este peligro, hay otros. Solo mencionaré algunos detalles: imprimir el panfleto publicitario de una revista de Podemos con la cara de Iñigo Errejón leyendo dicha revista; la repetición constante de las frases pronunciadas por los líderes y la puesta en marcha de cierta estrategia de marketing -alternativa, por supuesto- para publicitar los rostros de los líderes como si fueran estrellas. Todos estos aspectos me recuerdan un poco a las fórmulas leninistas de principios del siglo XX y al inicio de la formalización de los hombres cercanos al líder, los burócratas, cuyo mecanismo consiste, en parte, en la adoración absoluta del líder.
Creo que es muy normal, dentro de cualquier estructura nueva, que los que tienen el mando empujen a sus hombres de confianza a que ocupen los núcleos o las articulaciones más importantes. Pero esto tiene que tener un límite y unas herramientas para que no continúe, pues no encaja a largo plazo con el ambicioso objetivo de esta formación política. Se pueden buscar fórmulas para combatir en un terreno hostil con gente al lado que haya sido elegida democráticamente, de las bases, y apoyarse en expertos. Hay que ser consciente de que el burócrata por definición es mediocre y le interesa su puesto más que cualquier otra cosa.
Vamos a dar un pequeño salto; en ese mismo círculo mencionado anteriormente se aplaudieron varias veces a sí mismos. Es decir, los de Podemos se aplaudieron a sí mismos por los logros conseguidos en las últimas elecciones.
A mi parecer, todavía es pronto para esto, pero ese no es el problema principal. El problema es que los logros más importantes conseguidos en estas elecciones -alcanzar los ayuntamientos de Madrid y Barcelona- han sido posibles gracias a las bases y a la gente en la calle, tanto pertenecientes a Podemos como a otras muchas formaciones y colectivos. No han sido campañas exitosas diseñadas por burócratas, sino campañas ciudadanas de verdad, hechas por los propios electores/votantes. Con otras palabras, hechas por gente desconocida a la que se puede considerar que no es de confianza; individuos y colectivos hicieron la campaña de Manuela Carmena y de Ada Colau a través de pequeños detalles, encuentros, diseños de imágenes y carteles, creación de videos, canciones, etc.
Normalmente, el burócrata olvida muy rápido este tipo de realidades, a no ser que haya algún mecanismo que se lo recuerde todo el rato y no le deje tomar decisiones solo.
No quiero ser clásico y retomar un lema antiguo, modificándolo solo un poco, y decir "todo el poder a los círculos". Pero a lo mejor hay que pensar en mecanismos y estructuras que protejan que el poder de la gente no sea robado. Y no es suficiente repetir lo que ha dicho Pablo Iglesias "nosotros hablamos de tú y no de usted". Esto no es garantía de nada; con todo mi respeto y admiración a la revolución cubana y a los logros que consiguió, cualquier niño en la calle podía llamar a Fidel Castro por su nombre y gritarle "Fidel". Lo que no negaba que Fidel tuviera todo el poder y el niño no tuviera nada.
Hace unos años, Fidel dijo en un discurso en la Universidad de la Habana, si recuerdo bien, que el enemigo ya no está en Estados Unidos, no está en el exterior, sino que está dentro, en la burocracia que se formó y controló el sistema. Los allí presentes aplaudieron y nadie le dijo: "Comandante, has tardado mucho en decirlo. Tenías que haber luchado contra esa burocracia que tú formaste desde el comienzo".
Si se tratase de la primera opción, fracasaría; porque muchos -incluidos los líderes o las caras visibles de Podemos- sabemos que no se puede acabar con la corrupción manteniendo el mismo modelo político/económico neoliberal, ya que esta es una de las características principales de este modelo.
Si su objetivo es la segunda opción, mejorar un poco nuestras vidas para que sean algo más agradables, se trataría de un objetivo muy modesto que no se correspondería con todo lo que viene representando Podemos: a movimientos de protesta y mareas durante los últimos cuatro años, además de a todos aquellos movimientos de cambio, de progreso y de izquierdas que llevan en marcha desde hace décadas, desde antes de la Transición.
Si el objetivo es la tercera opción, se trata de una tarea muy difícil, y necesita de mucho trabajo por parte de numerosos colectivos sociales durante años. Habría que entrar, valientemente y con claridad, en batallas verdaderas en muchos terrenos, con todo lo que conlleva el término "batalla".
A mi entender, este es el objetivo real de Podemos, a pesar de los momentos simpáticos, escenificados en algún plató de televisión por parte de algunos de sus representantes, en los que moderaban/suavizaban su objetivo.
En este caso, el peligro principal que puede hacer que Podemos fracase en esta tarea histórica y necesaria, desde mi punto de vista, es la burocracia, crear su propia burocracia.
Este peligro no está lejos, está ya a las puertas. Y por supuesto, la clase política y económica que tiene el poder en la actualidad hará todo lo posible para construir esta tumba para Podemos y sus objetivos, ayudando a formalizar un colectivo llamado "burocracia interna" de Podemos que concentre el poder dentro de esta formación.
Para ser más claros: hará todo lo posible para que Podemos se parezca cada vez más a los demás partidos. Unos partidos políticos creados a través del casamiento entre intereses económicos y financieros, familias, burocracia política e intereses sectoriales.
El momento actual es clave para formalizar esta burocracia o para enfrentarse a ella; Podemos es una fuerza política emergente, que crece rápido, que consigue entrar en las instituciones -parlamentos y ayuntamientos-, que se prepara para la batalla de las elecciones generales, con diputados y concejales que comienzan a tener cierta fama; son enormes la furia y la energía de estos momentos en los ambientes cercanos a los líderes y a las personas de su confianza que empiezan a ocupar puestos importantes. Estas últimas son quienes llevan ahora los papeles, las propuestas, las listas de los afiliados y, lo más importante, dirigen las articulaciones de Podemos, por lo tanto, ganan más poder.
Este control de la burocracia es habitual en todos los partidos, y por ese motivo - y por otros- nunca representarán realmente a los intereses de la mayoría. Pero Podemos tenía otra herramienta que debe proteger: el mecanismo asambleario, los círculos, o lo que la señora Aguirre denominó, por su falta de cultura, "sóviets". Estos círculos no están integrados únicamente por militantes de Podemos, sino que están abiertos a cualquier ciudadano al que le interese estar presente y participar en ellos.
En uno de estos círculos, celebrado a nivel estatal hace unos días, una de esas personas que ha conseguido entrar en el Parlamento de una Comunidad Autónoma importante dijo más o menos lo siguiente: "Los círculos tienen que jugar el papel de puente entre nosotros y la gente".
Podría tratarse de una confusión y corregirse perfectamente. Pero lo preocupante es que este discurso no recibió ni críticas ni rechazo por parte de la mayoría de los presentes. ¿Ser el puente? ¿No vas a estar tú directamente con la gente en la calle? ¿Quién tomará las decisiones?
Se pueden observar tres fases claramente: en un principio, los círculos son abiertos, se discute sobre todo y se toman decisiones. Esto se modifica, y pasan a ser puentes que trasladan la voz de la calle al político profesional o al burócrata. Y esto acabará así: el/la burócrata escuchará lo que quiera, hará lo que quiera, con todo el respeto a la voz de la calle, pero quien decidirá será él/ella.
Lo dicho en ese círculo no es el único síntoma de este peligro, hay otros. Solo mencionaré algunos detalles: imprimir el panfleto publicitario de una revista de Podemos con la cara de Iñigo Errejón leyendo dicha revista; la repetición constante de las frases pronunciadas por los líderes y la puesta en marcha de cierta estrategia de marketing -alternativa, por supuesto- para publicitar los rostros de los líderes como si fueran estrellas. Todos estos aspectos me recuerdan un poco a las fórmulas leninistas de principios del siglo XX y al inicio de la formalización de los hombres cercanos al líder, los burócratas, cuyo mecanismo consiste, en parte, en la adoración absoluta del líder.
Creo que es muy normal, dentro de cualquier estructura nueva, que los que tienen el mando empujen a sus hombres de confianza a que ocupen los núcleos o las articulaciones más importantes. Pero esto tiene que tener un límite y unas herramientas para que no continúe, pues no encaja a largo plazo con el ambicioso objetivo de esta formación política. Se pueden buscar fórmulas para combatir en un terreno hostil con gente al lado que haya sido elegida democráticamente, de las bases, y apoyarse en expertos. Hay que ser consciente de que el burócrata por definición es mediocre y le interesa su puesto más que cualquier otra cosa.
Vamos a dar un pequeño salto; en ese mismo círculo mencionado anteriormente se aplaudieron varias veces a sí mismos. Es decir, los de Podemos se aplaudieron a sí mismos por los logros conseguidos en las últimas elecciones.
A mi parecer, todavía es pronto para esto, pero ese no es el problema principal. El problema es que los logros más importantes conseguidos en estas elecciones -alcanzar los ayuntamientos de Madrid y Barcelona- han sido posibles gracias a las bases y a la gente en la calle, tanto pertenecientes a Podemos como a otras muchas formaciones y colectivos. No han sido campañas exitosas diseñadas por burócratas, sino campañas ciudadanas de verdad, hechas por los propios electores/votantes. Con otras palabras, hechas por gente desconocida a la que se puede considerar que no es de confianza; individuos y colectivos hicieron la campaña de Manuela Carmena y de Ada Colau a través de pequeños detalles, encuentros, diseños de imágenes y carteles, creación de videos, canciones, etc.
Normalmente, el burócrata olvida muy rápido este tipo de realidades, a no ser que haya algún mecanismo que se lo recuerde todo el rato y no le deje tomar decisiones solo.
No quiero ser clásico y retomar un lema antiguo, modificándolo solo un poco, y decir "todo el poder a los círculos". Pero a lo mejor hay que pensar en mecanismos y estructuras que protejan que el poder de la gente no sea robado. Y no es suficiente repetir lo que ha dicho Pablo Iglesias "nosotros hablamos de tú y no de usted". Esto no es garantía de nada; con todo mi respeto y admiración a la revolución cubana y a los logros que consiguió, cualquier niño en la calle podía llamar a Fidel Castro por su nombre y gritarle "Fidel". Lo que no negaba que Fidel tuviera todo el poder y el niño no tuviera nada.
Hace unos años, Fidel dijo en un discurso en la Universidad de la Habana, si recuerdo bien, que el enemigo ya no está en Estados Unidos, no está en el exterior, sino que está dentro, en la burocracia que se formó y controló el sistema. Los allí presentes aplaudieron y nadie le dijo: "Comandante, has tardado mucho en decirlo. Tenías que haber luchado contra esa burocracia que tú formaste desde el comienzo".