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La educación es uno de los sectores clave para el desarrollo. Un grupo de niños en su aula, una tienda de campaña en un campo de desplazados internos en Nigeria.
Muchos millones de los niños más vulnerables del mundo siguen enfrentándose a una muerte evitable, viven sin agua potable ni inodoros y no pueden ir a la escuela.
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que han marcado las pautas del desarrollo de los últimos quince años, han dejado a muchos de estos niños al margen. A menudo, las dificultades y desigualdades que han afrontado en su día a día han quedado ocultas en las estadísticas nacionales, que han mostrado un progreso solo experimentado por algunos sectores de la sociedad.
Sin embargo, los últimos quince años también nos han enseñado que las desventajas y la desigualdad de oportunidades no son inevitables.
La experiencia ha demostrado que la construcción de un mundo más pacífico, próspero y sostenible comienza con una inversión inteligente en la infancia. Especialmente en los niños más desfavorecidos y marginados.
Del 13 al 16 de julio los líderes mundiales se reúnen en Addis Abeba para la Tercera Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo. En la cumbre, se analizarán las formas de financiar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el programa que sustituirá a los Objetivos de Desarrollo de Milenio, que concluyen a finales de 2015.
Invertir más en la infancia y hacerlo de manera más inteligente, sobre todo en la población infantil más marginada, debe estar en el centro de los debates. Sin una inversión bien orientada, la supervivencia y el futuro de los niños estarán en juego. Pero también lo estarán la prosperidad y seguridad del propio futuro.
No invertir en infancia de una manera equitativa afecta a las economías y a la estabilidad social a nivel mundial. Por ejemplo, las estimaciones del Instituto de Desarrollo de Ultramar, UNICEF y otros indican que:
• Las consecuencias de la violencia física, psicológica y sexual contra los niños tienen un impacto económico a nivel mundial y costes de más de 7000 millones de dólares.
• La probabilidad de conflictos aumentó más del doble, hasta cerca del 10%, cuando las desigualdades se multiplicaron por dos en los países de ingresos medios y bajos.
• La reducción de las muertes de niños en un 5% -de madres con bajo nivel educativo- puede traducirse en un aumento del 8% del producto interior bruto diez años después.
Para lograr los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenibles se requiere un gasto adecuado, especialmente en los sectores que pueden ofrecer un impacto económico y cerrar brechas de equidad. A nivel mundial, algunos de estos sectores, como la nutrición, la protección infantil y el desarrollo infantil temprano, han sufrido históricamente un déficit de financiación.
Por eso es de vital importancia que la inversión en infancia se dirija a ámbitos clave, que impliquen importantes beneficios para los niños y el conjunto de la sociedad. En el caso de España, se debe apostar por invertir en:
• Políticas y programas de protección social dirigidos a la infancia y las familias.
• Servicios de calidad y una educación inclusiva e integradora, priorizando las áreas de atención a la primera infancia y garantizando el acceso a servicios básicos como la sanidad y la educación.
• Políticas de cooperación internacional al desarrollo, focalizando los ODS en los sectores con mayor impacto en la infancia.
Pero gastar más dinero no va a lograr los objetivos de desarrollo por sí solo. La inversión debe asignarse de forma que permita a los Gobiernos, organizaciones privadas, aliados internacionales y organizaciones no gubernamentales trabajar mejor y juntos para llegar a los niños.
Además, la inversión debe dirigirse concretamente a los niños más vulnerables y a los programas que impulsen la equidad. Para ello, es fundamental aumentar la transparencia y contar con datos -desagregados por género y edad- relativos a la inversión destinada a la protección y realización de los derechos de los niños. La mejora en la disponibilidad y acceso a los datos y estadísticas no solo permite medir los progresos logrados en la aplicación de los ODM, también es fundamental para garantizar que nadie se queda atrás.
La reunión en Addis Abeba es un encuentro histórico. Las decisiones que allí se tomen influirán para que los esfuerzos para construir un mundo mejor triunfen. Estos esfuerzos deben comenzar con una inversión inteligente en la infancia para que todos los niños tengan la oportunidad de sobrevivir, desarrollarse y contribuir a la paz y prosperidad del mundo.
Para España supone una oportunidad única: la de ser un país amigo de la infancia que apueste por la protección de todos los niños, en todas partes. Desde UNICEF pedimos un Pacto de Estado por la Infancia que nos comprometa a todos y que precisa del apoyo de las fuerzas sociales, políticas y económicas de nuestro país. Hacerlo realidad está al alcance de la mano.