1. Amistades egoístas. Ya no tienes tiempo para quedadas obligatorias con amigos que no estuvieron ahí cuando los necesitaste. No tienes por qué mantener todas las amistades, especialmente aquellas en las que tú te esforzabas constantemente y no recibías nada a cambio.
2. Velas cuyo olor no te gusta. Existen velas intermedias entre las velas de tres euros que tienen la consistencia de una vieja barra de labios y las lujosas velas Volupsa, de veinticinco euros. Ve a buscarlas.
3. Los lastres emocionales que te impide volver a conocer a alguien. Este es un objetivo ambicioso, pero vale la pena averiguar qué es aquello que te obstaculiza a la hora de conocer gente nueva, o que te está impidiendo olvidar a alguien.
4. Cualquier línea de crédito que todavía esté sujeta a la cuenta bancaria de tus padres. Es comprensible recibir ayuda, o necesitar un avalista cuando estás intentando establecerte en una ciudad nueva, pero ya estás casi lista para cortar ese cordón financiero.
5. Contactos de teléfono que no tienen el nombre real de la persona. Conserva su número pero cambia el nombre. La sensación es agradable, pero si pierdes el teléfono, el primer contacto que alguien ve debería ser un nombre, no "<3amiguitopreferido".
6. Recuerdos de tus ex. Deberías sacar de tu vida las cartas, los mensajes guardados, las ropas viejas y cualquier otro rastro de antiguas relaciones. Ya es bastante complicado tener que dejar atrás los recuerdos; lo último que necesitas es tener sus cosas escondidas en los rincones de tu habitación.
7. Flashes (helados). Tienes, al menos, una amiga que ya tiene niños, así que los flashes volverán a tu vida muy pronto. Por ahora, pasa de la lengua azul.
8. Souvenirs que no sirven para nada. Si tus únicos vasos de chupito o tu manta polar tienen la imagen del puente Golden Gate, todavía te pueden servir. Sin embargo, puedes tirar las baratijas del viaje que hiciste a Italia en 2007 y que acumulan polvo debajo de tu cama.
9. La mayor parte de la deuda de tu tarjeta de crédito que puedas pagar. Esto no quiere decir que seas capaz de deshacerte de tu deuda mágicamente de la noche a la mañana, pero estar al tanto del estado de tu cuenta y marcarte el objetivo de reducir la factura de tu tarjeta de crédito te hará ser más diligente a la hora de controlar tus gastos.
10. Rencor hacia algunos familiares directos por pequeñeces. No necesitas tener una relación estrecha con todos tus familiares, y tampoco tienes por qué salvar las grandes diferencias, pero es hora de olvidar las riñas sin importancia.
11. Sartenes de más de cinco años. La nostalgia que te invade al usar la brillante sartén roja que te compraste el primer año de universidad, cuando aún no tenías tus propios utensilios de cocina, no compensa tener que soportar ese extraño olor a quemado que la sartén desprende cada vez que salteas brócoli.
12. La idea de que para los 25 tienes que estar saliendo con alguien. O para los 35, o a cualquier edad.
13. Las camisetas de grupos que ya no te gustan. Véase también camisetas estampadas con letras ridículamente brillantes y camisetas que cortaste al pasar una fase tardía de Flashdance.
14. Opiniones políticas que solo decías tener por tus padres, o por falta de otra opinión. Proponte el objetivo de formar tus propias opiniones y de aprender a defenderlas.
15. Artículos religiosos que posees por cortesía de las creencias de tu familia o amigos, en lugar de por elección propia. Si no te sientes cómoda deshaciéndote de ellos, al menos podrías esconderlos en lugar de exhibirlos prominentemente.
16. Documentos y archivos que ralentizan tu ordenador. Organízalos en carpetas en tu escritorio, pásalos a una memoria de almacenamiento externo y luego bórralos de tu ordenador. Maravíllate de lo rápido que funciona tu ordenador.
17. Recuerdos que guardas por mera cortesía a personas que ya no están en tu vida. Simplemente no puedes guardar todas las fotos enmarcadas que tus amigos te han regalado. No solo ya no tienes tanta relación con las personas de las fotos, sino que probablemente los marcos que has ido acumulando durante los últimos diez años no se adecuen a la decoración actual de tu habitación.
18. La caja de puros que estabas absolutamente segura de que sería un precioso joyero, pero que terminó cogiendo polvo, vacía y recordándote vagamente al padrino que aparecía en la película Tú a Londres y yo a California que siempre estaba fumando un puro.
19. Gente que mina tu confianza en ti misma, tanto en la vida real como en las redes sociales. No es cuestión de eliminar masivamente a amigos (aunque por favor, hazlo), pero puedes aprender a amar la función bloqueo si estás preparado para dejar de recibir notificaciones de tu ex o de amigos que aparentemente tienen vidas perfectas.
20. El montón de papeles que hay en un rincón de tu habitación que es una combinación de documentos importantes y cupones que se han mezclado con tu correo.
Ordena el montón, guarda los documentos importantes, gástate doce euros en un archivador y disfruta la sensación de superioridad que da la organización.
21. Pendientes sin cierres, calcetines desparejados y cualquier ropa interior que ya no te quede bien.
22. Cualquier cosa que te compraste durante una fase de tu vida que hace tiempo dejaste atrás (p. ej. la época en la que te dio por los discos, en la que decidiste coleccionar libros de poesía antiguos o cuando querías aprender italiano).
23. Tu apego a algún lugar concreto en el que pensabas terminar viviendo. Puede que estuvieras decidida a mudarte a tu ciudad favorita durante los 20 pero que hayas acabado viviendo en otro sitio. Es hora de dejar de reprenderte a ti misma o de sentirte insatisfecha por tu trabajo, tu pareja o porque la vida te ha llevado en una dirección inesperada.
24. La contraseña de Netflix de tu ex. Ya es hora.
25. Los rencores que te guardas a ti misma. Si hay algo que puedas hacer por ti misma antes de tu próximo cumpleaños es darte un respiro. No pierdas el fuego que alimenta tu ambición en el trabajo o tu deseo de comer bien, etc. pero asegúrate de encontrar el equilibrio. Examínate y asegúrate de que no estás machacándote innecesariamente por pequeños tropiezos que estaban destinados a ocurrir a lo largo del camino.
Este artículo fue publicado originalmente en la versión estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por María Ulzurrun.
2. Velas cuyo olor no te gusta. Existen velas intermedias entre las velas de tres euros que tienen la consistencia de una vieja barra de labios y las lujosas velas Volupsa, de veinticinco euros. Ve a buscarlas.
3. Los lastres emocionales que te impide volver a conocer a alguien. Este es un objetivo ambicioso, pero vale la pena averiguar qué es aquello que te obstaculiza a la hora de conocer gente nueva, o que te está impidiendo olvidar a alguien.
4. Cualquier línea de crédito que todavía esté sujeta a la cuenta bancaria de tus padres. Es comprensible recibir ayuda, o necesitar un avalista cuando estás intentando establecerte en una ciudad nueva, pero ya estás casi lista para cortar ese cordón financiero.
5. Contactos de teléfono que no tienen el nombre real de la persona. Conserva su número pero cambia el nombre. La sensación es agradable, pero si pierdes el teléfono, el primer contacto que alguien ve debería ser un nombre, no "<3amiguitopreferido".
6. Recuerdos de tus ex. Deberías sacar de tu vida las cartas, los mensajes guardados, las ropas viejas y cualquier otro rastro de antiguas relaciones. Ya es bastante complicado tener que dejar atrás los recuerdos; lo último que necesitas es tener sus cosas escondidas en los rincones de tu habitación.
7. Flashes (helados). Tienes, al menos, una amiga que ya tiene niños, así que los flashes volverán a tu vida muy pronto. Por ahora, pasa de la lengua azul.
8. Souvenirs que no sirven para nada. Si tus únicos vasos de chupito o tu manta polar tienen la imagen del puente Golden Gate, todavía te pueden servir. Sin embargo, puedes tirar las baratijas del viaje que hiciste a Italia en 2007 y que acumulan polvo debajo de tu cama.
9. La mayor parte de la deuda de tu tarjeta de crédito que puedas pagar. Esto no quiere decir que seas capaz de deshacerte de tu deuda mágicamente de la noche a la mañana, pero estar al tanto del estado de tu cuenta y marcarte el objetivo de reducir la factura de tu tarjeta de crédito te hará ser más diligente a la hora de controlar tus gastos.
10. Rencor hacia algunos familiares directos por pequeñeces. No necesitas tener una relación estrecha con todos tus familiares, y tampoco tienes por qué salvar las grandes diferencias, pero es hora de olvidar las riñas sin importancia.
11. Sartenes de más de cinco años. La nostalgia que te invade al usar la brillante sartén roja que te compraste el primer año de universidad, cuando aún no tenías tus propios utensilios de cocina, no compensa tener que soportar ese extraño olor a quemado que la sartén desprende cada vez que salteas brócoli.
12. La idea de que para los 25 tienes que estar saliendo con alguien. O para los 35, o a cualquier edad.
13. Las camisetas de grupos que ya no te gustan. Véase también camisetas estampadas con letras ridículamente brillantes y camisetas que cortaste al pasar una fase tardía de Flashdance.
14. Opiniones políticas que solo decías tener por tus padres, o por falta de otra opinión. Proponte el objetivo de formar tus propias opiniones y de aprender a defenderlas.
15. Artículos religiosos que posees por cortesía de las creencias de tu familia o amigos, en lugar de por elección propia. Si no te sientes cómoda deshaciéndote de ellos, al menos podrías esconderlos en lugar de exhibirlos prominentemente.
16. Documentos y archivos que ralentizan tu ordenador. Organízalos en carpetas en tu escritorio, pásalos a una memoria de almacenamiento externo y luego bórralos de tu ordenador. Maravíllate de lo rápido que funciona tu ordenador.
17. Recuerdos que guardas por mera cortesía a personas que ya no están en tu vida. Simplemente no puedes guardar todas las fotos enmarcadas que tus amigos te han regalado. No solo ya no tienes tanta relación con las personas de las fotos, sino que probablemente los marcos que has ido acumulando durante los últimos diez años no se adecuen a la decoración actual de tu habitación.
18. La caja de puros que estabas absolutamente segura de que sería un precioso joyero, pero que terminó cogiendo polvo, vacía y recordándote vagamente al padrino que aparecía en la película Tú a Londres y yo a California que siempre estaba fumando un puro.
19. Gente que mina tu confianza en ti misma, tanto en la vida real como en las redes sociales. No es cuestión de eliminar masivamente a amigos (aunque por favor, hazlo), pero puedes aprender a amar la función bloqueo si estás preparado para dejar de recibir notificaciones de tu ex o de amigos que aparentemente tienen vidas perfectas.
20. El montón de papeles que hay en un rincón de tu habitación que es una combinación de documentos importantes y cupones que se han mezclado con tu correo.
Ordena el montón, guarda los documentos importantes, gástate doce euros en un archivador y disfruta la sensación de superioridad que da la organización.
21. Pendientes sin cierres, calcetines desparejados y cualquier ropa interior que ya no te quede bien.
22. Cualquier cosa que te compraste durante una fase de tu vida que hace tiempo dejaste atrás (p. ej. la época en la que te dio por los discos, en la que decidiste coleccionar libros de poesía antiguos o cuando querías aprender italiano).
23. Tu apego a algún lugar concreto en el que pensabas terminar viviendo. Puede que estuvieras decidida a mudarte a tu ciudad favorita durante los 20 pero que hayas acabado viviendo en otro sitio. Es hora de dejar de reprenderte a ti misma o de sentirte insatisfecha por tu trabajo, tu pareja o porque la vida te ha llevado en una dirección inesperada.
24. La contraseña de Netflix de tu ex. Ya es hora.
25. Los rencores que te guardas a ti misma. Si hay algo que puedas hacer por ti misma antes de tu próximo cumpleaños es darte un respiro. No pierdas el fuego que alimenta tu ambición en el trabajo o tu deseo de comer bien, etc. pero asegúrate de encontrar el equilibrio. Examínate y asegúrate de que no estás machacándote innecesariamente por pequeños tropiezos que estaban destinados a ocurrir a lo largo del camino.
Este artículo fue publicado originalmente en la versión estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por María Ulzurrun.