Tan contentos estábamos con que España está creciendo, ha superado victoriosamente la crisis y se está creando empleo a espuertas, cuando el mes pasado nos llega el FMI pidiendo subir el IVA, abaratar el despido, el contrato único laboral, la eliminación progresiva de los convenios laborales y el copago en sanidad y en educación. Es decir, lo de siempre. Y muchos nos vinimos abajo, pues por mucho optimismo patriótico que le echáramos, veíamos cernirse sobre nuestras cabezas los mismos nubarrones negros cargados de pedrisco dispuestos a hacer los mismos chichones en nuestras testas.
En el horizonte, pues, recortes y más recortes, maquillados con eufemismos como "ajustes", "esfuerzos y sacrificios de la ciudadanía" o "austeridad". A la troika le interesa que los deudores (los Estados) paguen a los acreedores (las empresas financieras y especulativas varias), por mucho que estos acreedores hayan hecho ya su agosto antes, durante y después de ser concebida la crisis, sin regulación alguna de los mercados y los flujos financieros.
Han querido convencernos de que es primordialmente un asunto de Estados y países, pero en realidad los países cada vez pintan menos en nuestras vidas. Por ejemplo, dicen que España prestó 26.000 millones de euros en el segundo plan de rescate a Grecia (559 euros por habitante español, remacharon machaconamente ), pero lo que no dicen es que la mayor parte de este dinero (algunos expertos dicen que el 90%) fue para pagar a los bancos, principalmente franceses y alemanes, o que el rescate bancario español ("préstamo en condiciones muy favorables, mejores que las del mercado", según el ministro de Guindos) ascendió a 100.000 millones de euros, 2.300 euros por ciudadano español ("España garantizará el préstamo y tendrá que devolverlo", advirtió el ministro federal alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble).
Mucho menos dicen que, según datos de la Plataforma Ciudadana Auditoría de la Deuda (PACD) junto con el economista Carlos Sánchez Mato, de ATTAC, ascienden a 1.427.355 millones de euros (1,4 billones) la cantidad total de las ayudas públicas recibidas por las entidades financieras europeas en el periodo 2008-2014.
A medio y largo plazo, sin embargo, el dinero pasa ya a segundo término, pues los objetivos de los amos y señores de la troika consisten en instaurar y consolidar una forma nueva (en realidad no tan nueva: el ultraneoliberalismo) de correlación política, económica y social entre los pueblos del mundo, donde una minoría selecta posee y decide todo al margen de la voluntad o las necesidades del resto (hablar de derechos y libertades mueve, y aún moverá más, a irrisión).
Una restauración del feudalismo, en fin, con una nueva nobleza y unos nuevos siervos de la gleba bajo el mandato omnipotente del beneficio y del dinero, que vuela a la velocidad de la luz de centro cibernético a centro cibernético sin regulación alguna. La aprobación del TTIP y el ISDS por parte del Parlamento Europeo deja lugar a pocas dudas a este respecto.
España (¡menos mal!) reacciona con rapidez: el PP cambia su logo. Tengo la impresión de que se están dando codazos y empujones por falta de espacio, y que el charrán que ha derribado a la gaviota en pleno vuelo está como crucificado y tiene amputadas las alas. Por cierto, el significado primero de charrán en el Diccionario de la RAE es "pillo, tunante".
Total, que llega un charrán libre y desprejuiciado y pregunta a voz en grito a los millones de estafados por la crisis en España, Europa y el mundo mundial que por qué no oye hablar jamás de eliminar y perseguir los paraísos fiscales o los fondos de inversión exclusivamente especulativos, de regular internacionalmente por organismos neutrales los flujos financieros del mundo, del dumping fiscal en el ámbito de la UE, de los delincuentes de la lista Falciani, de la deuda ilegítima, de las deudas de los partidos políticos y los sindicatos, etc. etc.
Me cuenta un diseñador de Apple que el círculo del nuevo logo del PP que rodea a las siglas y al charrán es en realidad un círculo de tiza caucasiano. Hay mujeres capaces de arrancar los brazos de un niño colocado en el interior de un círculo de tiza con tal de quedarse exclusivamente con él. Otras, en cambio, renuncian a la pugna a fin de no dañar lo más mínimo al niño. Brecht canta con estas últimas:
En el horizonte, pues, recortes y más recortes, maquillados con eufemismos como "ajustes", "esfuerzos y sacrificios de la ciudadanía" o "austeridad". A la troika le interesa que los deudores (los Estados) paguen a los acreedores (las empresas financieras y especulativas varias), por mucho que estos acreedores hayan hecho ya su agosto antes, durante y después de ser concebida la crisis, sin regulación alguna de los mercados y los flujos financieros.
Han querido convencernos de que es primordialmente un asunto de Estados y países, pero en realidad los países cada vez pintan menos en nuestras vidas. Por ejemplo, dicen que España prestó 26.000 millones de euros en el segundo plan de rescate a Grecia (559 euros por habitante español, remacharon machaconamente ), pero lo que no dicen es que la mayor parte de este dinero (algunos expertos dicen que el 90%) fue para pagar a los bancos, principalmente franceses y alemanes, o que el rescate bancario español ("préstamo en condiciones muy favorables, mejores que las del mercado", según el ministro de Guindos) ascendió a 100.000 millones de euros, 2.300 euros por ciudadano español ("España garantizará el préstamo y tendrá que devolverlo", advirtió el ministro federal alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble).
Mucho menos dicen que, según datos de la Plataforma Ciudadana Auditoría de la Deuda (PACD) junto con el economista Carlos Sánchez Mato, de ATTAC, ascienden a 1.427.355 millones de euros (1,4 billones) la cantidad total de las ayudas públicas recibidas por las entidades financieras europeas en el periodo 2008-2014.
A medio y largo plazo, sin embargo, el dinero pasa ya a segundo término, pues los objetivos de los amos y señores de la troika consisten en instaurar y consolidar una forma nueva (en realidad no tan nueva: el ultraneoliberalismo) de correlación política, económica y social entre los pueblos del mundo, donde una minoría selecta posee y decide todo al margen de la voluntad o las necesidades del resto (hablar de derechos y libertades mueve, y aún moverá más, a irrisión).
Una restauración del feudalismo, en fin, con una nueva nobleza y unos nuevos siervos de la gleba bajo el mandato omnipotente del beneficio y del dinero, que vuela a la velocidad de la luz de centro cibernético a centro cibernético sin regulación alguna. La aprobación del TTIP y el ISDS por parte del Parlamento Europeo deja lugar a pocas dudas a este respecto.
España (¡menos mal!) reacciona con rapidez: el PP cambia su logo. Tengo la impresión de que se están dando codazos y empujones por falta de espacio, y que el charrán que ha derribado a la gaviota en pleno vuelo está como crucificado y tiene amputadas las alas. Por cierto, el significado primero de charrán en el Diccionario de la RAE es "pillo, tunante".
Total, que llega un charrán libre y desprejuiciado y pregunta a voz en grito a los millones de estafados por la crisis en España, Europa y el mundo mundial que por qué no oye hablar jamás de eliminar y perseguir los paraísos fiscales o los fondos de inversión exclusivamente especulativos, de regular internacionalmente por organismos neutrales los flujos financieros del mundo, del dumping fiscal en el ámbito de la UE, de los delincuentes de la lista Falciani, de la deuda ilegítima, de las deudas de los partidos políticos y los sindicatos, etc. etc.
Me cuenta un diseñador de Apple que el círculo del nuevo logo del PP que rodea a las siglas y al charrán es en realidad un círculo de tiza caucasiano. Hay mujeres capaces de arrancar los brazos de un niño colocado en el interior de un círculo de tiza con tal de quedarse exclusivamente con él. Otras, en cambio, renuncian a la pugna a fin de no dañar lo más mínimo al niño. Brecht canta con estas últimas:
Lo que existe debe pertenecer a aquellos
que para eso valen.
Los niños para que florezcan
las madrecitas.
Los coches a los buenos cocheros,
para viajar bien.
Y el valle a los que lo riegan para que dé sus frutos.