Entre el olvido irresponsable del pasado, que no nos permite asentar cimientos de futuro, y el rencor enquistado que paraliza cualquier evolución positiva, sin duda tiene que haber un término medio. Un término sensato e inteligente, sabio y generoso, que logre un análisis sereno de la realidad en la que nos encontramos y que maneje la clarividencia precisa para establecer estrategias de futuro que garanticen una sociedad mejor, un futuro más justo e igualitario.
Encontrar ese punto no es fácil. Hay que cerrar heridas pero no hay que hacerlo en falso, desatendiendo las emociones de la gente, los dolores sufridos. Hay que calmar sufrimientos pasados al mismo tiempo que hay que mirar hacia delante para evitar que los haya futuros.
Traigo esta reflexión a colación de la -pequeña- polémica surgida por el supuesto veto de los organizadores de la manifestación del Orgullo LGTB 2015 a representantes del PP o del Gobierno de la Comunidad de Madrid.
Para continuar esta reflexión, habría que matizar que la palabra "vetar" queda un poco grande. En la manifestación del Orgullo no se veta a nadie. Está convocada, luego invitada, toda la ciudadanía. Otra cosa es a quiénes se decide invitar para liderar, desde la pancarta de cabecera o desde el escenario, dicha manifestación. No olvidemos que no se trata de un acto institucional, sino una manifestación política que las entidades organizadoras convocan como estiman más conveniente.
Y es cierto que FELGTB y COGAM no invitamos ni al PP ni al Gobierno de la Comunidad de Madrid. ¿Por qué? Como explicamos en su momento, tanto uno como el otro llevan años negándose sistemáticamente a cualquier avance en materia de derechos LGTB. Es más, procurando serios retrocesos en los mismos. No parece, pues, que sus representantes sean las personas más adecuadas -en este preciso momento- para portar el mensaje de igualdad real que estimábamos conveniente lanzar a España y al mundo. ¿Necesitamos ejemplos?:
La Asamblea de Madrid rechazó por mayoría absoluta hace tan sólo unos meses admitir a trámite una Ley Integral de Transexualidad. Ni más ni menos que la ley que demandaba la pancarta de cabecera.
Esa misma Asamblea, con la misma mayoría absoluta del PP, rechazó también una PNL en la que se instaba al Gobierno regional a tomar medidas contra el acoso LGTBfóbico (ni más ni menos que las medidas que demandaba la pancarta de cabecera). ¿El motivo? Tal acoso no existe. Las investigaciones de COGAM, FELGTB e incluso el CIS, según afirmó su portavoz, son falsas.
Hace también unos meses, el Ministerio de Sanidad bloqueó la posibilidad de que mujeres sin pareja masculina accedieran a las técnicas de reproducción asistida a cargo de la seguridad social. Todavía se espera que la CAM, como hicieron otras comunidades, reaccione frente a esa normativa injusta y discriminatoria.
La reforma educativa del gobierno del PP, la LOMCE, ha expulsado formalmente de las aulas cualquier intento de trabajar la diversidad sexual y de género. La CAM no sólo no se ha opuesto a la nueva ley sino que la ha aplaudido con entusiasmo.
No obstante, hasta hace muy poco, la consejera de educación, Lucía Figar, se congratulaba en foros religiosos ultras de que su comunidad era una de las que más han hecho avanzar la enseñanza católica frente a la pública. La consejera no dejó el puesto por una cuestión ideológica, sino por verse imputada en la trama Púnica de corrupción.
A esto, podríamos añadir los recortes salvajes en prevención de VIH, el estrangulamiento de las organizaciones LGTB, la oposición del PP catalán a la ley de igualdad LGTBI (ni más ni menos que la ley que demandaba la pancarta de cabecera), etc.
Si a esto añadimos, claro, el recurso de la vergüenza que el PP presentó ante el Tribunal Constitucional para impedir el matrimonio igualitario, luego la igualdad legal, no parece que encontremos un panorama que alente a pedir al partido conservador que se ponga a la cabeza de nuestras demandas.
¿Podemos responsabilizar al nuevo gobierno de la CAM, del PP, de todas estas políticas retrógradas contrarias a la igualdad que reclamaba el Orgullo LGTB 2015? Pues no del todo, pero tampoco deberíamos librarlo de toda responsabilidad: es su partido, un partido que ha ganado y desarrollado sus políticas con el apoyo de unos y otras. ¿Ha habido voces discordantes? Sí, pero muy poquitas y susurradas con la boca muy pequeña. Dimisiones o enfrentamientos como merecería una cuestión de principios fundamentales no se han visto, desde luego.
Dicho esto, efectivamente, debemos asumir que empieza una nueva etapa política. Ignoro si el PP se encuentra cómodo con los cambios, pero va a tener que gestionarlos. No le queda otra. Aplaudimos, pues, los gestos dados en la dirección de apoyar al colectivo LGTB y de iniciar unas políticas en la CAM más inclusivas (la bandera en la Comunidad y en la Asamblea, el programa político de Cristina Cifuentes).
Por el momento, sólo son gestos que tienen que concretarse. Otro gesto, no cabe duda, habría sido encabezar la manifestación. Pero eso garantizaba una foto extra que, creemos, todavía no se han ganado. La foto, que sabemos muy suculenta, hay que ganarla con políticas activas, con un recorrido y una coherencia.
Estamos convencidos de que buena parte del colectivo LGTB que se manifestaba tras esa pancarta no hubiera entendido que el partido que ha bloqueado la mayor parte de los avances que necesitábamos ahora apareciera como el líder de la igualdad. La foto del 2015 no era merecida, por tanto. Pero esperamos sinceramente que merezcan la del 2016.
Desde FELGTB, estamos ya deseando ponernos a trabajar con el PP y con las instituciones que gobiernan. Sin rencores, sin reproches, con los pies pisando fuerte en la tierra y la mirada puesta en el futuro arco iris. Jamás hemos puesto ninguna traba a ningún partido ni gobierno. De hecho, llevamos 4 años reuniéndonos con ministerios, secretarías de estado, direcciones generales, con el propio PP, con resultados que rozan el cero. Pero vamos a seguir en ello, abiertos, dialogantes, positivos y prácticos.
Con la esperanza de que, más pronto que tarde, la manifestación del Orgullo esté encabezada por todos los poderes públicos, porque esto significará que los derechos LGTB, Derechos Humanos, son una cuestión de Estado que respeta y hace respetar cualquier partido que llegue al gobierno.
Eso sí, el otro día me preguntaban si el PP debería pedir perdón por el ignominioso recurso al Constitucional. Pues sí, pienso que sí. Por todo el sufrimiento que han causado, por toda la incertidumbre puesta sobre tantas familias, sobre tantos hijos e hijas, por tanta inseguridad vertida sobre un colectivo tan invisibilizado, marginado, estigmatizado y discriminado. El Gobierno actual debería reconocer el daño provocado y cerrar, de una vez por todas, las heridas, abandonando para siempre la inquina y el desprecio con que el PP ha tratado históricamente al colectivo LGTB.
Insisto en que esto no va a ser un requisito a exigir. Aquí estamos para trabajar codo con codo, con lealtad y entusiasmo. Pero deberían pedir perdón. Esa sí sería una buena foto que cerraría heridas y garantizaría un buen futuro de igualdad y justicia.
Encontrar ese punto no es fácil. Hay que cerrar heridas pero no hay que hacerlo en falso, desatendiendo las emociones de la gente, los dolores sufridos. Hay que calmar sufrimientos pasados al mismo tiempo que hay que mirar hacia delante para evitar que los haya futuros.
Traigo esta reflexión a colación de la -pequeña- polémica surgida por el supuesto veto de los organizadores de la manifestación del Orgullo LGTB 2015 a representantes del PP o del Gobierno de la Comunidad de Madrid.
Para continuar esta reflexión, habría que matizar que la palabra "vetar" queda un poco grande. En la manifestación del Orgullo no se veta a nadie. Está convocada, luego invitada, toda la ciudadanía. Otra cosa es a quiénes se decide invitar para liderar, desde la pancarta de cabecera o desde el escenario, dicha manifestación. No olvidemos que no se trata de un acto institucional, sino una manifestación política que las entidades organizadoras convocan como estiman más conveniente.
Y es cierto que FELGTB y COGAM no invitamos ni al PP ni al Gobierno de la Comunidad de Madrid. ¿Por qué? Como explicamos en su momento, tanto uno como el otro llevan años negándose sistemáticamente a cualquier avance en materia de derechos LGTB. Es más, procurando serios retrocesos en los mismos. No parece, pues, que sus representantes sean las personas más adecuadas -en este preciso momento- para portar el mensaje de igualdad real que estimábamos conveniente lanzar a España y al mundo. ¿Necesitamos ejemplos?:
La Asamblea de Madrid rechazó por mayoría absoluta hace tan sólo unos meses admitir a trámite una Ley Integral de Transexualidad. Ni más ni menos que la ley que demandaba la pancarta de cabecera.
Esa misma Asamblea, con la misma mayoría absoluta del PP, rechazó también una PNL en la que se instaba al Gobierno regional a tomar medidas contra el acoso LGTBfóbico (ni más ni menos que las medidas que demandaba la pancarta de cabecera). ¿El motivo? Tal acoso no existe. Las investigaciones de COGAM, FELGTB e incluso el CIS, según afirmó su portavoz, son falsas.
Hace también unos meses, el Ministerio de Sanidad bloqueó la posibilidad de que mujeres sin pareja masculina accedieran a las técnicas de reproducción asistida a cargo de la seguridad social. Todavía se espera que la CAM, como hicieron otras comunidades, reaccione frente a esa normativa injusta y discriminatoria.
La reforma educativa del gobierno del PP, la LOMCE, ha expulsado formalmente de las aulas cualquier intento de trabajar la diversidad sexual y de género. La CAM no sólo no se ha opuesto a la nueva ley sino que la ha aplaudido con entusiasmo.
No obstante, hasta hace muy poco, la consejera de educación, Lucía Figar, se congratulaba en foros religiosos ultras de que su comunidad era una de las que más han hecho avanzar la enseñanza católica frente a la pública. La consejera no dejó el puesto por una cuestión ideológica, sino por verse imputada en la trama Púnica de corrupción.
A esto, podríamos añadir los recortes salvajes en prevención de VIH, el estrangulamiento de las organizaciones LGTB, la oposición del PP catalán a la ley de igualdad LGTBI (ni más ni menos que la ley que demandaba la pancarta de cabecera), etc.
Si a esto añadimos, claro, el recurso de la vergüenza que el PP presentó ante el Tribunal Constitucional para impedir el matrimonio igualitario, luego la igualdad legal, no parece que encontremos un panorama que alente a pedir al partido conservador que se ponga a la cabeza de nuestras demandas.
¿Podemos responsabilizar al nuevo gobierno de la CAM, del PP, de todas estas políticas retrógradas contrarias a la igualdad que reclamaba el Orgullo LGTB 2015? Pues no del todo, pero tampoco deberíamos librarlo de toda responsabilidad: es su partido, un partido que ha ganado y desarrollado sus políticas con el apoyo de unos y otras. ¿Ha habido voces discordantes? Sí, pero muy poquitas y susurradas con la boca muy pequeña. Dimisiones o enfrentamientos como merecería una cuestión de principios fundamentales no se han visto, desde luego.
Dicho esto, efectivamente, debemos asumir que empieza una nueva etapa política. Ignoro si el PP se encuentra cómodo con los cambios, pero va a tener que gestionarlos. No le queda otra. Aplaudimos, pues, los gestos dados en la dirección de apoyar al colectivo LGTB y de iniciar unas políticas en la CAM más inclusivas (la bandera en la Comunidad y en la Asamblea, el programa político de Cristina Cifuentes).
Por el momento, sólo son gestos que tienen que concretarse. Otro gesto, no cabe duda, habría sido encabezar la manifestación. Pero eso garantizaba una foto extra que, creemos, todavía no se han ganado. La foto, que sabemos muy suculenta, hay que ganarla con políticas activas, con un recorrido y una coherencia.
Estamos convencidos de que buena parte del colectivo LGTB que se manifestaba tras esa pancarta no hubiera entendido que el partido que ha bloqueado la mayor parte de los avances que necesitábamos ahora apareciera como el líder de la igualdad. La foto del 2015 no era merecida, por tanto. Pero esperamos sinceramente que merezcan la del 2016.
Desde FELGTB, estamos ya deseando ponernos a trabajar con el PP y con las instituciones que gobiernan. Sin rencores, sin reproches, con los pies pisando fuerte en la tierra y la mirada puesta en el futuro arco iris. Jamás hemos puesto ninguna traba a ningún partido ni gobierno. De hecho, llevamos 4 años reuniéndonos con ministerios, secretarías de estado, direcciones generales, con el propio PP, con resultados que rozan el cero. Pero vamos a seguir en ello, abiertos, dialogantes, positivos y prácticos.
Con la esperanza de que, más pronto que tarde, la manifestación del Orgullo esté encabezada por todos los poderes públicos, porque esto significará que los derechos LGTB, Derechos Humanos, son una cuestión de Estado que respeta y hace respetar cualquier partido que llegue al gobierno.
Eso sí, el otro día me preguntaban si el PP debería pedir perdón por el ignominioso recurso al Constitucional. Pues sí, pienso que sí. Por todo el sufrimiento que han causado, por toda la incertidumbre puesta sobre tantas familias, sobre tantos hijos e hijas, por tanta inseguridad vertida sobre un colectivo tan invisibilizado, marginado, estigmatizado y discriminado. El Gobierno actual debería reconocer el daño provocado y cerrar, de una vez por todas, las heridas, abandonando para siempre la inquina y el desprecio con que el PP ha tratado históricamente al colectivo LGTB.
Insisto en que esto no va a ser un requisito a exigir. Aquí estamos para trabajar codo con codo, con lealtad y entusiasmo. Pero deberían pedir perdón. Esa sí sería una buena foto que cerraría heridas y garantizaría un buen futuro de igualdad y justicia.