Lo cuenta mi estimado colega Luis Díez en Cuarto Poder, coincidiendo con la que se armó entre los defensores del régimen por la retirada en Barcelona, a cargo de la nueva alcaldesa, de un busto del rey emérito. El Museo de la Monarquía nos ha costado hasta la fecha a los españoles la nada módica cantidad de 160 millones de euros, a pesar de las estrecheces y penurias que pesan sobre una gran mayoría de los ciudadanos.
Informa el periodista que, a falta de los equipamientos básicos y los traslados de las obras de arte, podrá ser inaugurado en el segundo semestre de 2016, tras haber sido pospuesta su inauguración dos veces, en 2010 y 2013, y después de que la construcción se dilatara durante toda una década. Llama mucho la atención, según afirma Díez, que ésta haya sido la inversión cultural más cuantiosa de cuantas se han realizado en Madrid en lo que llevamos del presente siglo. Las obras del imponente edificio de 40.000 metros cuadrados, adosado al Palacio Real, ya están terminadas, y albergarán una muestra de iconos, cuadros, tapices, muebles, joyas, trajes y otros objetos artísticos de los reyes y reinas que se han venido sucediendo en España desde el siglo XVI.
No me gustaría comprobar, tal como se hace notar en esa información, que una de las obras pictóricas más valiosas y frecuentadas del Museo del Prado, El Jardín de las Delicias -a la que como espectador maravillado hacía frecuentes visitas a mi llegada a Madrid-, pueda acabar en el nuevo museo, acaso por aquello de haber tenido Felipe II esta obra de El Bosco en sus aposentos. Sería una lesión de mucho calado para la mejor pinacoteca del mundo, añadida al dispendio que el Museo de la Monarquía ha representado para el país en estos tiempos de adversidad.
Se habla incluso de que serán varios los cuadros que se trasladen desde El Prado, por lo que convendría saber su número e identidad para constatar en qué medida esto afectará al patrimonio del gran museo de pinturas. Es posible que con ello se pretenda dotar al Museo de la Monarquía de una atracción pública de la que por sí mismo carece a priori, a pesar de la costosa inversión realizada.
Conviene recordar que el Museo del Prado fue protegido por la Segunda República de los bombardeos de la Legión Cóndor durante el acoso del ejército franquista a la capital de España en la Guerra Civil. "El Museo del Prado es lo más importante para España, más que la Monarquía y la República juntas", dejó dicho Manuel Azaña, presidente de aquella República.
Informa el periodista que, a falta de los equipamientos básicos y los traslados de las obras de arte, podrá ser inaugurado en el segundo semestre de 2016, tras haber sido pospuesta su inauguración dos veces, en 2010 y 2013, y después de que la construcción se dilatara durante toda una década. Llama mucho la atención, según afirma Díez, que ésta haya sido la inversión cultural más cuantiosa de cuantas se han realizado en Madrid en lo que llevamos del presente siglo. Las obras del imponente edificio de 40.000 metros cuadrados, adosado al Palacio Real, ya están terminadas, y albergarán una muestra de iconos, cuadros, tapices, muebles, joyas, trajes y otros objetos artísticos de los reyes y reinas que se han venido sucediendo en España desde el siglo XVI.
No me gustaría comprobar, tal como se hace notar en esa información, que una de las obras pictóricas más valiosas y frecuentadas del Museo del Prado, El Jardín de las Delicias -a la que como espectador maravillado hacía frecuentes visitas a mi llegada a Madrid-, pueda acabar en el nuevo museo, acaso por aquello de haber tenido Felipe II esta obra de El Bosco en sus aposentos. Sería una lesión de mucho calado para la mejor pinacoteca del mundo, añadida al dispendio que el Museo de la Monarquía ha representado para el país en estos tiempos de adversidad.
Se habla incluso de que serán varios los cuadros que se trasladen desde El Prado, por lo que convendría saber su número e identidad para constatar en qué medida esto afectará al patrimonio del gran museo de pinturas. Es posible que con ello se pretenda dotar al Museo de la Monarquía de una atracción pública de la que por sí mismo carece a priori, a pesar de la costosa inversión realizada.
Conviene recordar que el Museo del Prado fue protegido por la Segunda República de los bombardeos de la Legión Cóndor durante el acoso del ejército franquista a la capital de España en la Guerra Civil. "El Museo del Prado es lo más importante para España, más que la Monarquía y la República juntas", dejó dicho Manuel Azaña, presidente de aquella República.