Los niños son la luz de nuestra vida. Todos nos estrenamos como padres con una sola idea en la cabeza: lograr que tengan éxito, amor y felicidad. Sin embargo, estos sueños a veces no se cumplen porque los niños no obtienen lo más importante que necesitan para convertirse en adultos disciplinados, maduros y con motivación. A continuación mostraremos ocho cagadas que harán que tu hijo sufra depresión, ansiedad, rabia, relaciones familiares tensas, problemas con sus amigos, autoestima baja y conflictos emocionales a lo largo de su vida.
1. Ignorar o minimizar los sentimientos de tu hijo. Si tu hijo manifiesta tristeza, enfado o miedo y tú te burlas de él, lo humillas, lo ignoras o te ríes, estás minimizando sus sentimientos. Básicamente, le estás diciendo que lo que siente está mal. Cuando haces esto, frenas el amor de tus hijos y pierdes oportunidades para crear ese vínculo que les haga saber que sus padres les quieren de manera incondicional.
2. Falta de consistencia en las normas. Si nunca hablas con tus hijos sobre lo que esperas de ellos, nunca sabrán cómo comportarse de forma apropiada. Los niños tratan de estar al nivel de tus expectativas. Tus pautas les proporcionan las claves y los límites que les ayudan a definir quiénes son, si lo hacen bien o mal. Si no dejas las cosas claras, tu hijo pensará que la vida es algo indefinido y empezará a buscar sus propios límites, lo que hará que baje su autoestima y que tenga problemas de comportamiento.
3. Tratar a tu hijo como a un amigo. Nunca compartas todas tus preocupaciones y tus problemas con tu hijo, ni le pidas consejo. Si te muestras desamparado y derrotado ante tus hijos, nunca aprenderán a respetarte y te tratarán como a un igual o a alguien inferior, pues sentirán que los utilizas como terapia. Debes demostrar a tus hijos que puedes hacer frente a los problemas y a los retos, manejar el estrés en tu vida y salir del túnel. Sé espontáneo y muestra tus emociones, pero no sobrecargues a tus hijos.
4. Menospreciar al otro progenitor. Si no manifiestas afecto y amor hacia tu pareja delante de vuestro hijo, el niño no desarrolla ese barómetro que le indica lo que es el amor o a qué se parece. Si desprecias a tu pareja y la rechazas, amenazando con el divorcio, creas un estado crónico de ansiedad en tu hijo. Si ya estás divorciado y te mantienes frío, distante, crítico y enfadado con tu ex, estás enviando a tu hijo el sutil mensaje de que tu ex es la causa del divorcio y de que tú tienes que ser su mamá o papá favorito. Esto es alienación parental.
5. Castigar la independencia y la separación. Cuando castigamos a nuestros hijos por madurar, les hacemos sentir culpables por tener necesidades y deseos normales en su desarrollo, lo que a menudo les provoca inseguridad, rebeldía y otros comportamientos que acaban incapacitándolos para desconectar y ser ellos mismos.
6. Hacer de tu hijo una prolongación de ti mismo. Si, como padre o madre, asocias tu propia imagen y tu valía a la apariencia de tu hijo, a su carácter, a sus habilidades y hasta a sus propios amigos, le estás haciendo entender que le quieres por lo que tiene, y no por lo que es. Esto hará que ellos busquen agradar en lugar de emprender, y que siempre estén preocupados por si son o no lo suficientemente buenos.
7. Entrometerte en las relaciones de tus hijos. Dirigir cada acción de tu hijo en lo que a relaciones se refiere (ya sea con amigos o con profesores) inhibe su madurez. Por ejemplo, si tu hijo se mete en un lío en la escuela y tú vas inmediatamente a hablar con el profesor para arreglarlo, o estás constantemente diciéndole cómo tratar a sus amigos, el niño no aprenderá a manejar por sí mismo los aspectos más complejos de sus relaciones.
8. Sobreprotección. Cuando protegemos a nuestros hijos frente a todo problema o emoción, hacemos que crezca su autoestima y que piensen que tienen derecho a todo, cruzando a veces la línea del narcisismo. Esperan que la vida sea más fácil de lo que es y quieren todo para ellos, independientemente de cómo sea su comportamiento. Luego podrán deprimirse y confundirse cuando no obtengan lo que creen que se merecen.
Traducción de Marina Velasco Serrano
1. Ignorar o minimizar los sentimientos de tu hijo. Si tu hijo manifiesta tristeza, enfado o miedo y tú te burlas de él, lo humillas, lo ignoras o te ríes, estás minimizando sus sentimientos. Básicamente, le estás diciendo que lo que siente está mal. Cuando haces esto, frenas el amor de tus hijos y pierdes oportunidades para crear ese vínculo que les haga saber que sus padres les quieren de manera incondicional.
2. Falta de consistencia en las normas. Si nunca hablas con tus hijos sobre lo que esperas de ellos, nunca sabrán cómo comportarse de forma apropiada. Los niños tratan de estar al nivel de tus expectativas. Tus pautas les proporcionan las claves y los límites que les ayudan a definir quiénes son, si lo hacen bien o mal. Si no dejas las cosas claras, tu hijo pensará que la vida es algo indefinido y empezará a buscar sus propios límites, lo que hará que baje su autoestima y que tenga problemas de comportamiento.
3. Tratar a tu hijo como a un amigo. Nunca compartas todas tus preocupaciones y tus problemas con tu hijo, ni le pidas consejo. Si te muestras desamparado y derrotado ante tus hijos, nunca aprenderán a respetarte y te tratarán como a un igual o a alguien inferior, pues sentirán que los utilizas como terapia. Debes demostrar a tus hijos que puedes hacer frente a los problemas y a los retos, manejar el estrés en tu vida y salir del túnel. Sé espontáneo y muestra tus emociones, pero no sobrecargues a tus hijos.
4. Menospreciar al otro progenitor. Si no manifiestas afecto y amor hacia tu pareja delante de vuestro hijo, el niño no desarrolla ese barómetro que le indica lo que es el amor o a qué se parece. Si desprecias a tu pareja y la rechazas, amenazando con el divorcio, creas un estado crónico de ansiedad en tu hijo. Si ya estás divorciado y te mantienes frío, distante, crítico y enfadado con tu ex, estás enviando a tu hijo el sutil mensaje de que tu ex es la causa del divorcio y de que tú tienes que ser su mamá o papá favorito. Esto es alienación parental.
5. Castigar la independencia y la separación. Cuando castigamos a nuestros hijos por madurar, les hacemos sentir culpables por tener necesidades y deseos normales en su desarrollo, lo que a menudo les provoca inseguridad, rebeldía y otros comportamientos que acaban incapacitándolos para desconectar y ser ellos mismos.
6. Hacer de tu hijo una prolongación de ti mismo. Si, como padre o madre, asocias tu propia imagen y tu valía a la apariencia de tu hijo, a su carácter, a sus habilidades y hasta a sus propios amigos, le estás haciendo entender que le quieres por lo que tiene, y no por lo que es. Esto hará que ellos busquen agradar en lugar de emprender, y que siempre estén preocupados por si son o no lo suficientemente buenos.
7. Entrometerte en las relaciones de tus hijos. Dirigir cada acción de tu hijo en lo que a relaciones se refiere (ya sea con amigos o con profesores) inhibe su madurez. Por ejemplo, si tu hijo se mete en un lío en la escuela y tú vas inmediatamente a hablar con el profesor para arreglarlo, o estás constantemente diciéndole cómo tratar a sus amigos, el niño no aprenderá a manejar por sí mismo los aspectos más complejos de sus relaciones.
8. Sobreprotección. Cuando protegemos a nuestros hijos frente a todo problema o emoción, hacemos que crezca su autoestima y que piensen que tienen derecho a todo, cruzando a veces la línea del narcisismo. Esperan que la vida sea más fácil de lo que es y quieren todo para ellos, independientemente de cómo sea su comportamiento. Luego podrán deprimirse y confundirse cuando no obtengan lo que creen que se merecen.
Traducción de Marina Velasco Serrano
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