Año 2007, 71 mujeres asesinadas por violencia machista; año 2008, fueron 84; 68 lo fueron en 2009, algo menos que en 2010, cuando la cifra de muertas ascendió a 85; en 2011, los machos de la piara asesinaron a 67 y a 57 en 2012, la misma cifra que en 2013 y dos menos que en 2014. Estamos en agosto de 2015 y ya son 29 las mujeres víctimas de la violencia que contra ellas ejercen los que se consideran dueños y señores de eso seres humanos que mueren por el mero hecho de ser mujeres.
Según el periódico El Mundo, "julio atraviesa el verano como el mes más violento de todo 2015, cinco mujeres -y el novio actual de una de ellas- asesinadas desde el día 3 hasta ayer, seis cadáveres, un crimen de género cada dos días... Las viejas cifras del terrorismo, los datos ancestrales del machismo. El terrorismo machista".
Desde el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad se anuncia que la semana próxima se celebrará una jornada sobre el teléfono 016, y que a finales de este mes de julio se pondrá en marcha un evento con información relativa a la violencia de género. Se anuncia igualmente una gran campaña para después del verano.
Todo lo que se haga en contra de la violencia de género y a favor de los derechos de las mujeres no sobra; y todo ayuda, aunque las cifras de asesinatos demuestran una vez más que lo que se hace no es suficiente ni totalmente eficaz para combatir algo que va en los genes de una educación que sigue siendo machista por sus contenidos, por sus mensajes y por su práctica cotidiana. En esta semana, en un programa de la televisión pública y a hora de máxima audiencia, se escuchaba una voz en off que hablaba de los amores y desamores de una actriz de cine: "Ella pasó por los brazos de varios hombres hasta que encontró el amor definitivo". Para TVE, las mujeres pasan por los brazos de los hombres hasta que encuentran el amor de sus vidas, cosa que nunca se oirá si se habla de la vida amorosa de cualquier hombre.
Por eso y porque si se suma, caeremos en la cuenta de que ETA asesinó a un total de 829 personas desde que cometiera en 1960 su primer atentado con víctima mortal, mientras que de 2007 a lo que va de 2015, el número de mujeres asesinadas asciende a 567; en siete años, la violencia machista se llevó y asesinó el 70 % de lo que hizo ETA en cincuenta. Hoy se cuenta que, cuando en los años de plomo, el terrorismo etarra mataba a casi 100 personas al año, la situación llegó a ser insoportable en el panorama español. En el año 2010, el terrorismo machista mató a 85 mujeres, y se sigue superando la media centena por año sin que la insoportabilidad aparezca por esa razón. Si en lugar de ser descerebrados. los que matan a las mujeres en España fueran los terroristas de Al-Qaeda, se decretaría una alarma general, el Parlamento se reuniría con carácter de urgencia y la conmoción, la turbación, el impacto y el asombro llenarían de miedo y de luto nuestras vidas y nuestros días.
Ni las leyes ni las medidas concretas que se adoptan desde diversos estamentos públicos y privados son capaces de terminar con este horror. Las medidas concretas y puntuales son necesarias pero no suficientes. Ahora que de nuevo se vuelve a hablar de un Pacto por la Educación, no estaría mal que los responsables educativos estatales y autonómicos arbitraran una norma que obligara a que en todos los centros escolares y universitarios de España se habilitaran los tres últimos días de cada trimestre o cuatrimestre para que se suspendiera la actividad escolar y educativa ordinaria para sustituirla por otro tipo de jornadas en los que alumnos, profesores y sociedad se dedicaran a hablar, discutir, analizar y concienciar a todo el alumnado sobre la igualdad entre hombres y mujeres.
De igual forma que se han instituido minutos de silencio cada vez que un hombre mata a una mujer, no sería un grave trastorno para el aprendizaje escolar el hecho de que en cada trimestre, en todos los centro educativos, se pusiera en marcha un programa titulado "2% contra la violencia de género", que obligara a que los dos últimos días de cada trimestre escolar se dedicaran a actividades relacionadas con el combate a esa tremenda lacra que padecemos en nuestra sociedad. Sería iniciar un camino que pudiera propiciar que nuestros escolares salieran de su formación académica con una cultura de respeto y reconocimiento real de que hombres y mujeres somos seres humanos con iguales derechos, que nadie es propiedad de nadie y que, por lo tanto, la dignidad de cada cual exige respeto a la integridad física y psíquica.
Según el periódico El Mundo, "julio atraviesa el verano como el mes más violento de todo 2015, cinco mujeres -y el novio actual de una de ellas- asesinadas desde el día 3 hasta ayer, seis cadáveres, un crimen de género cada dos días... Las viejas cifras del terrorismo, los datos ancestrales del machismo. El terrorismo machista".
Desde el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad se anuncia que la semana próxima se celebrará una jornada sobre el teléfono 016, y que a finales de este mes de julio se pondrá en marcha un evento con información relativa a la violencia de género. Se anuncia igualmente una gran campaña para después del verano.
Todo lo que se haga en contra de la violencia de género y a favor de los derechos de las mujeres no sobra; y todo ayuda, aunque las cifras de asesinatos demuestran una vez más que lo que se hace no es suficiente ni totalmente eficaz para combatir algo que va en los genes de una educación que sigue siendo machista por sus contenidos, por sus mensajes y por su práctica cotidiana. En esta semana, en un programa de la televisión pública y a hora de máxima audiencia, se escuchaba una voz en off que hablaba de los amores y desamores de una actriz de cine: "Ella pasó por los brazos de varios hombres hasta que encontró el amor definitivo". Para TVE, las mujeres pasan por los brazos de los hombres hasta que encuentran el amor de sus vidas, cosa que nunca se oirá si se habla de la vida amorosa de cualquier hombre.
Por eso y porque si se suma, caeremos en la cuenta de que ETA asesinó a un total de 829 personas desde que cometiera en 1960 su primer atentado con víctima mortal, mientras que de 2007 a lo que va de 2015, el número de mujeres asesinadas asciende a 567; en siete años, la violencia machista se llevó y asesinó el 70 % de lo que hizo ETA en cincuenta. Hoy se cuenta que, cuando en los años de plomo, el terrorismo etarra mataba a casi 100 personas al año, la situación llegó a ser insoportable en el panorama español. En el año 2010, el terrorismo machista mató a 85 mujeres, y se sigue superando la media centena por año sin que la insoportabilidad aparezca por esa razón. Si en lugar de ser descerebrados. los que matan a las mujeres en España fueran los terroristas de Al-Qaeda, se decretaría una alarma general, el Parlamento se reuniría con carácter de urgencia y la conmoción, la turbación, el impacto y el asombro llenarían de miedo y de luto nuestras vidas y nuestros días.
Ni las leyes ni las medidas concretas que se adoptan desde diversos estamentos públicos y privados son capaces de terminar con este horror. Las medidas concretas y puntuales son necesarias pero no suficientes. Ahora que de nuevo se vuelve a hablar de un Pacto por la Educación, no estaría mal que los responsables educativos estatales y autonómicos arbitraran una norma que obligara a que en todos los centros escolares y universitarios de España se habilitaran los tres últimos días de cada trimestre o cuatrimestre para que se suspendiera la actividad escolar y educativa ordinaria para sustituirla por otro tipo de jornadas en los que alumnos, profesores y sociedad se dedicaran a hablar, discutir, analizar y concienciar a todo el alumnado sobre la igualdad entre hombres y mujeres.
De igual forma que se han instituido minutos de silencio cada vez que un hombre mata a una mujer, no sería un grave trastorno para el aprendizaje escolar el hecho de que en cada trimestre, en todos los centro educativos, se pusiera en marcha un programa titulado "2% contra la violencia de género", que obligara a que los dos últimos días de cada trimestre escolar se dedicaran a actividades relacionadas con el combate a esa tremenda lacra que padecemos en nuestra sociedad. Sería iniciar un camino que pudiera propiciar que nuestros escolares salieran de su formación académica con una cultura de respeto y reconocimiento real de que hombres y mujeres somos seres humanos con iguales derechos, que nadie es propiedad de nadie y que, por lo tanto, la dignidad de cada cual exige respeto a la integridad física y psíquica.