Canción recomendada: No puedo vivir sin ti, Los Ronaldos.
Aquellos que os dais una vuelta por el mercado ya os habrás dado cuenta de que en cuanto llega el verano (y vaya si ha llegado, con esos 42 grados que habéis padecido en Madrid) los puestos de frutas se inundan de melocotones (y de sus primos albaricoques, nectarinas, paraguayos y ciruelas).
Como sabéis, el melocotón (también conocido como durazno en Latinoamérica) es el fruto de un árbol cuyo nombre científico es Prunus pérsica, al parecer oriundo de China, aunque también hay quien sitúa su origen en lo que hoy conocemos como Afganistán. Lo que sí sabemos a ciencia cierta es que a Occidente llegó de la mano de nuestros amigos los persas, a quienes tanto debemos. De hecho, ¿de dónde creéis que viene ese pérsica que adorna su nombre?
Tras los persas, fueron los romanos los encargados de extender su cultivo y consumo por buena parte de Europa. De hecho, el famoso melocotón de Cieza se cultiva desde el siglo III. España en la actualidad es uno de los principales productores mundiales de melocotón, junto a Estados Unidos, Canadá, China, Argentina, Chile, Grecia y Francia. La labor empezada por los persas y continuada por los romanos, prosiguió en mano de los conquistadores españoles, que llevaron la fruta a América.
Imagino que no tengo que hablaros del maravilloso sabor, textura y frescor del melocotón. Si hay alguien -cosa que dudo-- que no se haya llevado un melocotón a la boca para pegarle un mordisco en toda su vida, ya está tardando. Así que voy a contaros una pequeña historia que encontré en la página Web de la I.G.P Melocotón de Cieza: se cuenta que allá por el siglo XVIII, la viuda Doña Joaquina Marián tenía una plantación importante de melocotoneros, pero por alguna razón no logró vender la totalidad de la cosecha. Para no desperdiciarla, preparó un helado de melocotón tan pero tan bueno que le deparó un fama enorme, tanta que fue acusada de brujería. Y por ello, el 26 de noviembre de 1857, la pobre viuda que a tantos había deleitado con su helado de melocotón, murió quemada en Murcia.
Mucha mejor suerte tuvo el gran Auguste Escoffier, quien para agasajar a la soprano lady Nellie Melba inventó uno de los postres más famosos de la gastronomía universal. Según cuenta el propio Escoffier, "asistiendo una noche a la representación de Lohengrin, la entrada del cisne, que aparecía majestuoso en escena, me inspiró la idea de dar una sorpresa a la gran cantante, a fin de testimoniarle mi admiración y la satisfacción de la velada que había pasado escuchando su maravillosa voz. Al día siguiente, habiendo invitado la soprano australiana a algunos amigos a comer, aproveché la ocasión y les serví, en una gran fuente de plata, un hermoso cisne tallado en un gran bloque de hielo; entre las alas coloqué los melocotones pochados en almíbar, reposando sobre un lecho de helado de vainilla, y cubrí los melocotones con un velo de azúcar hilado... El efecto fue sorprendente".
Parece que al principio, el gran Escoffier no quedó demasiado contento, algo le faltaba a su creación para alcanzar la perfección. Y así lo cuenta: "Comprobé que los melocotones simplemente acompañados de helado no me convencían. Me parecía que les faltaba algo; ese algo era el perfume tan fino de las frambuesas frescas. El conjunto del helado a la vainilla, los melocotones y la frambuesa fueron la solución. Así fue como en la apertura del Carlton Hotel de Londres dediqué a la célebre cantante mi creación: el melocotón Melba". Y así, con cuatro ingredientes (melocotones, azúcar, helado de vainilla y frambuesas), lady Melba pasó a formar parte la historia de la cocina.
Cuando vayáis a comprar melocotones, debéis fijaros primero en su aspecto: deben ser agradables a la vista, sin golpes, heridas ni imperfecciones. Segundo, su aroma debe ser perceptible al acercárnoslo al rostro, un aroma suave, fresco y afrutado.
Además de su delicioso sabor y las mil y una posibilidades que nos ofrecen en la cocina, el melocotón es rico en vitaminas A, B y C, así como en carotenos y riboflavinas, y en minerales como potasio, fósforo, magnesio y zinc, lo que lo convierte en un estupendo antioxidante y en una gran ayuda para el hígado.
Así que ya sabéis, aprovechad el verano en plenitud y hartaros de melocotones. Ya veréis cómo me agradecéis el consejo.
Y aquí os dejo una receta muy, muy fácil de cocinar jeje
#sedcuriosos
Magret de pato asado con melocotones sobre ensalada de espinacas
6 porciones de 180gr magret de pato
2 melocotones laminados con su piel
25cl de zumo de pomelos rosas
25cl de zumo de naranja
60g de azúcar morena
500gr de hojas de espinacas pequeñas
1 cucharadita de 5 especias chinas
10cl de aceite de oliva virgen extra
Flor de sal
Pimienta blanca molida
Calentar el horno a 200 ºC y asar los magret de pato durante cinco minutos en una sartén de horno con la piel hacia abajo. Salpimentar fuera del horno y dejar reposar. En la sartén, verter los zumos de frutas y dejar reducir tres cuartas partes. Colar y reservar. Saltear las hojas de espinacas con las laminas de melocotones (guardar unas pocas para finalizar el plato), las especias chinas y añadir el azúcar. Salpimentar y reservar. Cortar los magret de pato en pequeñas tiras y colocar dentro de la sartén con la salsa. Introducir en el horno dos minutos, y mientras, disponer la ensalada en los platos que se van servir. Depositar rápidamente las tiras de pato y servir bien caliente con laminas de melocotón a un lado.