La forma de una ciudad cambia más rápido que el corazón de quienes la habitan. Algo así escribía Baudelaire a mediados del siglo XIX. La entrada de España en lo que entonces aún se llamaba Comunidad Económica Europea fue el pistoletazo de salida de una carrera acelerada hacia la modernización. La meta se alcanzó, con los corredores exhaustos, en 1992. Pero fue sólo una parada técnica. La transformación del territorio y las ciudades españolas desde aquel lejano 1986 ha sido radical y mucho más compleja de lo que algunos discursos que amenazan con volverse hegemónicos quieran dar a entender actualmente: los españoles no hemos sido la plaga de la langosta, no nos hemos comido este país de un modo improductivo e irresponsable.
Fotografía de la exposición Arqueología de la memoria reciente. Círculo de Bellas Artes
La exposición Arqueología de la memoria reciente -comisariada por Juan Miguel Hernández León, al frente de un amplio y sólido equipo de investigadores-, que puede verse en el Círculo de Bellas Artes hasta el 18 de mayo, muestra con seriedad y rigor científico lo que se ha hecho en España en el terreno de la construcción y el territorio. Es el fruto de una tarea de tres años, objetivamente necesaria. Sin duda ha habido cosas mal o muy mal hechas, pero las inversiones realizadas no sólo arrojan en su mayor parte un balance bastante positivo, sino en realidad imprescindible en su aspecto económico y social. Sin inversión en infraestructuras, es decir, en ciudad y territorio, hoy no hay sociedad ni economía. Los excesos y pecados cometidos -de los cuales hay nombres responsables- no invalidan, creemos, el esfuerzo común de este país.
Los datos de la evolución del PIB, la inflación, el paro, la inversión en vivienda, el endeudamiento de hogares y empresas o los saldos migratorios, presentes en la muestra en monitores y pantallas, ofrecen un marco de sentido en el que encuadrar las modificaciones del paisaje. Las cronologías de estas transformaciones, escandidas por hitos y muescas de distinto tipo y desplegadas en paneles sobre las paredes de la sala Picasso del Círculo de Bellas Artes, nos cuentan una parte significativa de esta historia. Yendo más allá de perspectivas y opiniones lineales, lo necesario es saber mirar y aun ahondar profundamente el palimpsesto urbano y paisajístico. De ahí el concepto de "arqueología" que le da título a la exposición. De ahí también el término "memoria" que, como afirmaba Charles Péguy, funciona de manera vertical, cayendo sobre el eje historiográfico. Unas maquetas de factura exacta y de una belleza incuestionable, fotografías aéreas, cronogramas, esquemas, planos, mapas que nos muestran los cortes temporales y distintos niveles de representación y concreción permiten bucear en esa historia, para entender a dónde hemos llegado y de dónde procede ese camino.
Imagen de la exposición Arqueología de la memoria reciente. Círculo de Bellas Artes
De ahí surge igualmente el seleccionar ciertas ciudades -Barcelona, Bilbao, Madrid, Sevilla y Santiago- de evolución diferenciada y sin duda ejemplar al mismo tiempo, con las que entender y percibir el espesor real de dichos cambios y de los errores y mejoras. La centralidad de las ciudades es en todo caso indiscutible. De hecho, nuestra entrada en la Unión Europea tuvo algo de acceso a un nuevo espacio concebido como constelación, un archipiélago de amplios núcleos urbanos y extensas zonas metropolitanas, donde el límite pierde consistencia, mientras las ciudades van ganando un protagonismo renovado.
Hoy las ciudades son vastas y complejas. Entre otras cosas, son nodos en una topología que articulan, mientras en ocasiones colonizan la totalidad del territorio. Junto a actuaciones estelares surgen actuaciones sosegadas cuyo impacto alcanza más allá de lo estrictamente visual. Junto a la presencia poderosa de autopistas, viaductos, túneles, trenes de alta velocidad y aeropuertos, las obras hidráulicas y los puertos, las infraestructuras de abastecimiento de agua y energía -algunas de una escala que bordea eso que llamamos lo sublime-, las redes de telecomunicaciones y de transporte público o los distintos equipamientos urbanos reclaman ciertamente su lugar. La totalidad de un entramado donde y a partir de cuyas trazas, aún sin darnos cuenta muchas veces, se ha ido construyendo poco a poco la vida social, económica e institucional de este país. También nuestras memorias personales.
Imagen de la exposición Arqueología de la memoria reciente. Círculo de Bellas Artes
Tal como escribía Walter Benjamin, "la memoria no es un instrumento para conocer el pasado, sino sólo su medio. La memoria es el medio de lo vivido, como la tierra viene a ser el medio de las viejas ciudades sepultadas, y quien quiera acercarse a lo que es su pasado tiene que comportarse como un hombre que excava". De ese modo, excavando en los estratos, sedimentados un año tras otro a la distancia de un cuarto de siglo, Arqueología de la memoria reciente nos hace vernos frente a lo que somos al mismo tiempo que ante lo que fuimos, y eso de una manera radical.
Fotografía de la exposición Arqueología de la memoria reciente. Círculo de Bellas Artes
La exposición Arqueología de la memoria reciente -comisariada por Juan Miguel Hernández León, al frente de un amplio y sólido equipo de investigadores-, que puede verse en el Círculo de Bellas Artes hasta el 18 de mayo, muestra con seriedad y rigor científico lo que se ha hecho en España en el terreno de la construcción y el territorio. Es el fruto de una tarea de tres años, objetivamente necesaria. Sin duda ha habido cosas mal o muy mal hechas, pero las inversiones realizadas no sólo arrojan en su mayor parte un balance bastante positivo, sino en realidad imprescindible en su aspecto económico y social. Sin inversión en infraestructuras, es decir, en ciudad y territorio, hoy no hay sociedad ni economía. Los excesos y pecados cometidos -de los cuales hay nombres responsables- no invalidan, creemos, el esfuerzo común de este país.
Los datos de la evolución del PIB, la inflación, el paro, la inversión en vivienda, el endeudamiento de hogares y empresas o los saldos migratorios, presentes en la muestra en monitores y pantallas, ofrecen un marco de sentido en el que encuadrar las modificaciones del paisaje. Las cronologías de estas transformaciones, escandidas por hitos y muescas de distinto tipo y desplegadas en paneles sobre las paredes de la sala Picasso del Círculo de Bellas Artes, nos cuentan una parte significativa de esta historia. Yendo más allá de perspectivas y opiniones lineales, lo necesario es saber mirar y aun ahondar profundamente el palimpsesto urbano y paisajístico. De ahí el concepto de "arqueología" que le da título a la exposición. De ahí también el término "memoria" que, como afirmaba Charles Péguy, funciona de manera vertical, cayendo sobre el eje historiográfico. Unas maquetas de factura exacta y de una belleza incuestionable, fotografías aéreas, cronogramas, esquemas, planos, mapas que nos muestran los cortes temporales y distintos niveles de representación y concreción permiten bucear en esa historia, para entender a dónde hemos llegado y de dónde procede ese camino.
Imagen de la exposición Arqueología de la memoria reciente. Círculo de Bellas Artes
De ahí surge igualmente el seleccionar ciertas ciudades -Barcelona, Bilbao, Madrid, Sevilla y Santiago- de evolución diferenciada y sin duda ejemplar al mismo tiempo, con las que entender y percibir el espesor real de dichos cambios y de los errores y mejoras. La centralidad de las ciudades es en todo caso indiscutible. De hecho, nuestra entrada en la Unión Europea tuvo algo de acceso a un nuevo espacio concebido como constelación, un archipiélago de amplios núcleos urbanos y extensas zonas metropolitanas, donde el límite pierde consistencia, mientras las ciudades van ganando un protagonismo renovado.
Hoy las ciudades son vastas y complejas. Entre otras cosas, son nodos en una topología que articulan, mientras en ocasiones colonizan la totalidad del territorio. Junto a actuaciones estelares surgen actuaciones sosegadas cuyo impacto alcanza más allá de lo estrictamente visual. Junto a la presencia poderosa de autopistas, viaductos, túneles, trenes de alta velocidad y aeropuertos, las obras hidráulicas y los puertos, las infraestructuras de abastecimiento de agua y energía -algunas de una escala que bordea eso que llamamos lo sublime-, las redes de telecomunicaciones y de transporte público o los distintos equipamientos urbanos reclaman ciertamente su lugar. La totalidad de un entramado donde y a partir de cuyas trazas, aún sin darnos cuenta muchas veces, se ha ido construyendo poco a poco la vida social, económica e institucional de este país. También nuestras memorias personales.
Imagen de la exposición Arqueología de la memoria reciente. Círculo de Bellas Artes
Tal como escribía Walter Benjamin, "la memoria no es un instrumento para conocer el pasado, sino sólo su medio. La memoria es el medio de lo vivido, como la tierra viene a ser el medio de las viejas ciudades sepultadas, y quien quiera acercarse a lo que es su pasado tiene que comportarse como un hombre que excava". De ese modo, excavando en los estratos, sedimentados un año tras otro a la distancia de un cuarto de siglo, Arqueología de la memoria reciente nos hace vernos frente a lo que somos al mismo tiempo que ante lo que fuimos, y eso de una manera radical.
La exposición 'Arqueología de la memoria reciente' puede visitarse de martes a domingo hasta el 18 de mayo de 2014 en la Sala Picasso del Círculo de Bellas Artes de Madrid.