España coloca bonos al tipo de interés más bajo de historia del euro. Bankia coloca 1.000 millones por primera vez desde que fue nacionalizada. Estos son algunos de los optimistas titulares que nos ha deparado el año que acaba de comenzar. El miedo a invertir en España ha pasado. La prima de riesgo del país está en niveles no vistos desde hace dos años y grandes empresas e instituciones pueden salir a solicitar crédito a los mercados financieros sin el temor de ser recibidos como los grandes apestados del planeta.
Pero la euforia no parece ser un estado compartido por todos. En el seno de las pequeñas y medianas empresas la crisis continua y en fase bastante aguda. Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística la disolución de empresas aumentó un 12% en noviembre de 2013, frente al mismo período del año anterior. Y es, precisamente, la falta de crédito uno de los principales motivos que están detrás de la muerte del tejido empresarial español y el responsable de que la recuperación que están experimentando las grandes esté todavía lejos de llegar a las pequeñas.
Las ofertas de financiación que publicitan las entidades financieras esconden una perversa letra pequeña y es que sólo aquellos que realmente no necesiten esos créditos serán los únicos que podrán acceder a ellos. Esto se debe a los exigentes requisitos de solvencia demandados, pero, sobre todo, a los elevados tipos de interés que les piden a cambio.
Los esfuerzos por apoyar a la financiación de las pymes han servido para poner en marcha durante 2013 el Mercado Alternativo de la Renta Fija, MARF, para facilitar la captación de efectivo en un proceso similar al que el Estado y las grandes empresas realizan en los mercados internacionales. Pero tanto el MARF, como su hermano gemelo para las salidas a Bolsa el MAB (Mercado Alternativo Bursátil), solo son accesibles a las pymes más grandes. Es decir, que están a años luz de poder ser una alternativa para los pequeños comercios o empresas de apenas tres o cuatro empleados que son la gran base empresarial de país.
Algo parecido sucede con el Capital Riesgo, aunque en menor medida que el MARF, o el MAB, las empresas de capital riesgo sólo destinan sus inversiones a un perfil muy peculiar de empresas: aquellas que tengan una gran capacidad exportadora y en sectores muy concretos, que según los últimos datos facilitados por la asociación sectorial ASCRI, en 2013 se centraron en: productos y servicios industriales, informática, biotecnología y salud principalmente. Aún así, el total de 1.701 millones invertidos en empresas en este sector suponen una caída del 31,1% frente a los invertidos en 2012.
El Instituto de Crédito Oficial se convierte así en casi la única alternativa tradicional a la que pueden acudir las pymes en busca de crédito. El esfuerzo de este organismo no es desdeñable, ya que, según los últimos datos facilitados por la entidad, en 2013 se han concedido 13.884 millones de euros en 190.000 operaciones de préstamo a autónomos y pymes, un 20% más que en 2012. Pero que nadie se engañe, el calificativo ICO no es más que una marca, la realidad es que el dinero que se presta no es nuevo, sino que a un grupo de préstamos determinados que estaban en la cartera del banco, digamos que se les adorna con el distintivo ICO.
De cara a 2014, el ICO o más bien su gestora de capital riesgo AXIS sí ha lanzado una iniciativa rompedora, como ha sido la puesta en marcha de Fondo-ICO Global un fondo de fondos al que contribuirá con 1.200 millones de euros. Aunque, como ocurre con el capital riesgo tradicional, será difícil que las pymes de menor tamaño puedan acudir a él. Como tampoco le resulta fácil acceder a la financiación de Enisa, la empresa nacional de Innovación que ha puesto sobre la mesa 106 millones para promover proyectos de base tecnológica y empredimiento.
Ante este panorama, ¿dónde puede ir un profesional al frente de un despacho de abogados, o un bufete de arquitectos? ¿Y el frutero o el carnicero del mercado? ¿Incluso la gestoría fiscal que los atiende a todos? Son miles los ejemplos de pymes que no encajan en el perfil de ninguno de estos planes de activación del crédito. Por eso, 2014 debe ser el año definitivo para que las entidades financieras públicas y privadas ponga en marcha soluciones eficientes para hacer fluir el crédito.
Porque mientras esas soluciones no llegan, los interesados ya se están organizando entre ellos a través de la cada vez más demanda economía alternativa entre personas. Y en plataformas como Comunitae donde centenares de inversores privados ya están financiando pequeños créditos de particulares y empresas al margen de todas las restricciones ya comentadas. Y donde 2013, nuestra actividad se ha incrementado un 382% y además la demanda nos ha incentivado a permitir que las pymes también puedan solicitar sus préstamos. De esta forma nos unimos a una tendencia de crecimiento global como es el crowdlending para pymes.
Pero la euforia no parece ser un estado compartido por todos. En el seno de las pequeñas y medianas empresas la crisis continua y en fase bastante aguda. Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística la disolución de empresas aumentó un 12% en noviembre de 2013, frente al mismo período del año anterior. Y es, precisamente, la falta de crédito uno de los principales motivos que están detrás de la muerte del tejido empresarial español y el responsable de que la recuperación que están experimentando las grandes esté todavía lejos de llegar a las pequeñas.
Las ofertas de financiación que publicitan las entidades financieras esconden una perversa letra pequeña y es que sólo aquellos que realmente no necesiten esos créditos serán los únicos que podrán acceder a ellos. Esto se debe a los exigentes requisitos de solvencia demandados, pero, sobre todo, a los elevados tipos de interés que les piden a cambio.
Los esfuerzos por apoyar a la financiación de las pymes han servido para poner en marcha durante 2013 el Mercado Alternativo de la Renta Fija, MARF, para facilitar la captación de efectivo en un proceso similar al que el Estado y las grandes empresas realizan en los mercados internacionales. Pero tanto el MARF, como su hermano gemelo para las salidas a Bolsa el MAB (Mercado Alternativo Bursátil), solo son accesibles a las pymes más grandes. Es decir, que están a años luz de poder ser una alternativa para los pequeños comercios o empresas de apenas tres o cuatro empleados que son la gran base empresarial de país.
Algo parecido sucede con el Capital Riesgo, aunque en menor medida que el MARF, o el MAB, las empresas de capital riesgo sólo destinan sus inversiones a un perfil muy peculiar de empresas: aquellas que tengan una gran capacidad exportadora y en sectores muy concretos, que según los últimos datos facilitados por la asociación sectorial ASCRI, en 2013 se centraron en: productos y servicios industriales, informática, biotecnología y salud principalmente. Aún así, el total de 1.701 millones invertidos en empresas en este sector suponen una caída del 31,1% frente a los invertidos en 2012.
El Instituto de Crédito Oficial se convierte así en casi la única alternativa tradicional a la que pueden acudir las pymes en busca de crédito. El esfuerzo de este organismo no es desdeñable, ya que, según los últimos datos facilitados por la entidad, en 2013 se han concedido 13.884 millones de euros en 190.000 operaciones de préstamo a autónomos y pymes, un 20% más que en 2012. Pero que nadie se engañe, el calificativo ICO no es más que una marca, la realidad es que el dinero que se presta no es nuevo, sino que a un grupo de préstamos determinados que estaban en la cartera del banco, digamos que se les adorna con el distintivo ICO.
De cara a 2014, el ICO o más bien su gestora de capital riesgo AXIS sí ha lanzado una iniciativa rompedora, como ha sido la puesta en marcha de Fondo-ICO Global un fondo de fondos al que contribuirá con 1.200 millones de euros. Aunque, como ocurre con el capital riesgo tradicional, será difícil que las pymes de menor tamaño puedan acudir a él. Como tampoco le resulta fácil acceder a la financiación de Enisa, la empresa nacional de Innovación que ha puesto sobre la mesa 106 millones para promover proyectos de base tecnológica y empredimiento.
Ante este panorama, ¿dónde puede ir un profesional al frente de un despacho de abogados, o un bufete de arquitectos? ¿Y el frutero o el carnicero del mercado? ¿Incluso la gestoría fiscal que los atiende a todos? Son miles los ejemplos de pymes que no encajan en el perfil de ninguno de estos planes de activación del crédito. Por eso, 2014 debe ser el año definitivo para que las entidades financieras públicas y privadas ponga en marcha soluciones eficientes para hacer fluir el crédito.
Porque mientras esas soluciones no llegan, los interesados ya se están organizando entre ellos a través de la cada vez más demanda economía alternativa entre personas. Y en plataformas como Comunitae donde centenares de inversores privados ya están financiando pequeños créditos de particulares y empresas al margen de todas las restricciones ya comentadas. Y donde 2013, nuestra actividad se ha incrementado un 382% y además la demanda nos ha incentivado a permitir que las pymes también puedan solicitar sus préstamos. De esta forma nos unimos a una tendencia de crecimiento global como es el crowdlending para pymes.