En los años 40 del siglo XX Salvador Dalí, tras la repetida observación del conocido cuadro El Ángelus de Millet, llega a la conclusión de que entre los dos campesinos de la escena se haya enterrado el hijo de éstos, que es en realidad a quien rezan. Se trata, pues, de un funeral, no de un Ángelus. Lo motivos por los que Dalí llega a semejante conclusión los explica él mismo en su libro El mito trágico de El Ángelus de Millet (Tusquets), aunque, como todo en lo que incumbe al genio de Figueras, no quedan del todo claros. Dice:
Lo alucinante del caso es que, después, Dalí solicita al Museo del Louvre que sometan el cuadro a un examen radiográfico; y, en efecto, en la imagen por rayos x se aprecia cómo entre los dos campesinos hay una figura con forma de paralelepípedo, lo que sin ningún género de dudas Dalí interpretará como el aludido ataúd.
Con esta historia en mente, hace aproximadamente un año hice un post llamado Ley de Semejanza, en el que ponía en relación una fotografía editada por el diario El País con el cuadro El Ángelus de Millet. Se trataba del presidente de la Comunidad de Madrid, junto con dos colaboradores, examinando los planos del futuro proyecto Eurovegas en el propio terreno; una imagen llamativamente similar a la de Millet.
El Ángelus de Millet. Foto: Wikimedia Common.
Preparación de Eurovegas. Foto: Claudio Álvarez, EL PAÍS.
Me pareció entonces la escena del presidente y sus colaboradores profundamente bella, una escena tan ingenua como acumulativa de fe ciega: el modo en que los tres rostros examinan una quimera, el modo en que se manchan los zapatos, el modo en que parecen ser verdaderos agrimensores implorando al dios de la economía mundial, minuciosos restauradores del terroso y desagradecido paisaje castellano, cazadores de nada, picapedreros del aire.
Ha pasado un año. Con el proyecto Eurovegas truncado, la escena cobra un tono bien distinto y, en efecto, trágico: se hace evidente el ataúd, la criatura muerta que ya entonces yacía bajo sus pies. ¿No la ven? Ese puñado de piedras, esa pira funeraria en primer plano.
"Este gran tema mítico de la muerte del hijo, sentimiento esencial que se desprendía de mi Mito Trágico del Ángelus de Millet, me fue confirmado una vez terminada mi tesis sin que pudiera verificarlo personalmente en estos últimos tiempos. Me informaron que, en efecto, Millet había pintado, entre los dos campesinos piadosamente recogidos, un ataúd que contenía a su hijo muerto, a la derecha, cerca de los pies de la madre. Según cierta correspondencia, un amigo que residía en París le había puesto al corriente de la evolución del gusto en la capital parisina y la reciente tendencia en contra de los efectos demasiado melodramáticos. Probablemente Millet se dejaría convencer y amortajó al hijo muerto con una capa de pintura que representaba la tierra, con lo que se explicaría la angustia inexplicable de esas dos figuras solitarias..."
Lo alucinante del caso es que, después, Dalí solicita al Museo del Louvre que sometan el cuadro a un examen radiográfico; y, en efecto, en la imagen por rayos x se aprecia cómo entre los dos campesinos hay una figura con forma de paralelepípedo, lo que sin ningún género de dudas Dalí interpretará como el aludido ataúd.
Con esta historia en mente, hace aproximadamente un año hice un post llamado Ley de Semejanza, en el que ponía en relación una fotografía editada por el diario El País con el cuadro El Ángelus de Millet. Se trataba del presidente de la Comunidad de Madrid, junto con dos colaboradores, examinando los planos del futuro proyecto Eurovegas en el propio terreno; una imagen llamativamente similar a la de Millet.
El Ángelus de Millet. Foto: Wikimedia Common.
Preparación de Eurovegas. Foto: Claudio Álvarez, EL PAÍS.
Me pareció entonces la escena del presidente y sus colaboradores profundamente bella, una escena tan ingenua como acumulativa de fe ciega: el modo en que los tres rostros examinan una quimera, el modo en que se manchan los zapatos, el modo en que parecen ser verdaderos agrimensores implorando al dios de la economía mundial, minuciosos restauradores del terroso y desagradecido paisaje castellano, cazadores de nada, picapedreros del aire.
Ha pasado un año. Con el proyecto Eurovegas truncado, la escena cobra un tono bien distinto y, en efecto, trágico: se hace evidente el ataúd, la criatura muerta que ya entonces yacía bajo sus pies. ¿No la ven? Ese puñado de piedras, esa pira funeraria en primer plano.